La Luna fue el principal objetivo de la frenética carrera espacial protagonizada por EE UU y la antigua URSS, que culminó con Neil Armstrong pisando nuestro satélite el 20 de julio de 1969. Las visitas a la Luna continuaron frecuentemente hasta 1976, año en el que cesaron bruscamente. Los ojos de la URSS estaban puestos en Venus, y los de EE UU en Marte.

Desde entonces, las misiones lunares han sido mucho más pausadas e internacionales (Japón, Europa, India), pero es China quien ha tomado la iniciativa con un programa específico de exploración lunar. Este tiene por objetivo la exploración del satélite con vistas a una futura minería lunar, y por supuesto, mostrar al mundo su poderío tecnológico.

El último golpe de efecto ha tenido lugar este 3 de enero de 2019, cuando el módulo Chang’e 4 alunizó sobre el cráter Von Karman, situado en la cuenca de impacto Basin. Se trata del primer ingenio que se posa sobre la cara oculta de la Luna. Lo ha hecho con gran secretismo, todo lo contrario que sus anteriores misiones a nuestro satélite.

No es el único hito que consigue el gigante asiático; China es el único país que ha conseguido situar dos sondas en la superficie lunar sin un solo error en el alunizaje y en el caso que nos ocupa usando navegación óptica, algo que tampoco se había conseguido hasta la fecha.

El alunizaje en sí mismo fue algo realmente notable pues el módulo de aterrizaje tuvo que realizar muchas maniobras complejas de forma autónoma al no tener línea directa de visión con el centro de control. La sonda, cuando se encontraba a una altitud de aproximadamente 2 kilómetros, utilizo las cámaras de a bordo para detectar las sombras de los objetos en la superficie lunar e identificar grandes obstáculos como rocas y cráteres con el fin de evitarlos. Mas tarde, cuando se encontraba a unos 100 metros de altura, los sistemas ópticos se centraron en identificar obstáculos más pequeños y medir las pendientes en la superficie, la computadora de abordo tubo que corregir la trayectoria de descenso para seleccionar el sitio más seguro. Finalmente, cuando la sonda se encontraba a tan solo 2 metros sobre la superficie detuvo su motor, desplegando el conjunto de alunizador y el vehículo de exploración (rover), que se posó sobre el satélite vecino. Todo el proceso se llevó a cabo en poco más de 10 minutos.

La sonda ya ha transmitido las primeras fotografías captadas desde la superficie de la cara oculta y ha desplegado el rover, denominado Yutu 2. Obviamente, al encontrarse en la cara oculta de la luna no se puede ver la Tierra en ninguna de las fotografías.

Además de las complejas cámaras utilizadas en el alunizaje, la sonda lleva sofisticados instrumentos como el detector de neutrones alemán “Lunar Lander Neutrons and Dosimetry” (LDN) que analizará la composición del regolito lunar e intentará encontrar moléculas de agua. Así mismo la sonda integra varios experimentos entre los que cabría destacar el que se aloja en un contenedor presurizado donde es posible encontrar gusanos de seda, semillas de patata y de arabidopsis (primera planta cuyo genoma se secuenció por completo). El contenedor incorpora reservas de nutrientes, agua y aire, lo que permitirá el estudio de la germinación y crecimiento de las distintas especies que aloja y arrojará información vital para hipotéticas futuras misiones de colonización de nuestro satélite natural.

Por su parte, el rover está equipado con una cámara panorámica, un radar que permitirá estudiar el subsuelo, un espectrómetro infrarrojo y un detector de átomos neutros. Todos estos instrumentos nos ayudarán a conocer mejor la estructura lunar en general y la de la cara oculta en particular. Es muy probable que el rover no supere la noche lunar, así que es de suponer que la principal prioridad ahora será la exploración de las inmediaciones de la región de alunizaje usando este pequeño vehículo durante los próximos 14 días. La sonda, por su parte, debería poder resistir en perfectas condiciones de funcionamiento varios años.

Viendo cómo se cumple a rajatabla el programa de exploración lunar chino, y considerando las diferentes fases que lo integran, posiblemente en poco más de una década volvamos a ver a un ser humano en la Luna. Y tiene toda la pinta de que va a llegar a bordo de una misión China.

*Javier de Cos es catedrático de Universidad