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Soserías

Ahora todo está lejos

Millones de mamparas de metacrilato han comenzado a parcelar el mundo exterior para que, una vez en la calle, podamos seguir confinados

El metacrilato es el material del que están hechas las pesadillas de la nueva anormalidad pandémica. Millones de mamparas de metacrilato han comenzado a parcelar el mundo exterior para que, una vez en la calle, podamos seguir confinados y no escupamos el virus al vecino. Relacionarse con los demás es como si fueras a visitarlos a la cárcel. Ahora todos y todo queda muy lejos. Nada está al alcance de la mano. La mampara representa el final de aquel mundo -aquel pasado remoto de hace solo dos meses-, el ocaso abrupto de aquella sociedad humana que cambió radicalmente cuando se 'globalizó' y todo -especialmente el dinero y el ansia de enriquecimiento- empezó a circular por el planeta a la velocidad de lo instantáneo. Esta pandemia es el producto definitivo de un mundo hiperconectado que se convirtió en pasto de la teoría del caos: el batir de alas de una mariposa en China causa un terremoto en Nueva York. Cambien la mariposa por un pangolín y extiendan los efectos sísmicos a todo el mundo. Así ocurrió. Escucharán que ahora se acaba la globalización, aquella ficción de que el mundo no tenía fronteras. Las tenía y con muros cada vez más altos: los desheredados seguían sin poder entrar al banquete, muriendo en las playas, en los campos de refugiados, en las cloacas del planeta. Escucharán que llega una era de aislacionismo, como si en la última década la tecnología digital no nos hubiera ido segregando a cada uno de nosotros con nuestra respectiva pantalla, abandonados y listos para ser convencidos de lo que nos hubiera adjudicado el algoritmo. Se llama mampara porque te ampara. Ojalá nos ampare.

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