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Parte de guerra (63): la meseta indomable

Tras haber logrado la ansiada meseta, y encontrarnos asentados en ella con cierta firmeza, no parece tan fácil bajar de ella al suelo de la salud pública. Da la impresión incluso de que se ha renunciado a esa meta y la que hay ahora consiste en no empeorar mucho (no muchos muertos y no muchos cierres) mientras se van soltando poco a poco las amarras de la economía y la gente se acomoda a la nueva dieta de riesgo. La infección pasaría a ser así algo parecido a lo que en otro tiempo era la inflación: un mal menor inevitable que simplemente hay que tener bajo control para que no se dispare. Es posible que tal como están las cosas, o sea, enquistados entre los indios del virus y los vaqueros de la crisis, no haya otra política que acostumbrarse a las flechas y las balas, pero choca que nadie diga claro que la política es esa y que nadie pida explicaciones de por qué no se dice.

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