Opinión | Tribuna

Sultanes de España

La ministra Darias no sabe si cortarse las venas o dejárselas largas. Tiene mérito ahora que se encuentra al frente del ‘negociao’ sanitario después de haber pasado el trago de la cartera de Política Territorial y Administraciones Públicas, un cortijo donde los sillones queman. ¡Qué rico es el castellano y su elenco de refranillos y ‘redichos’ que raramente erran! Pues eso, ‘en casa de herrero, cuchillo o cuchara, lo mismo da, de palo’. Jarabe para el cuerpo. No tuvo bastante en sus principios la pobre Carolina – (…) no te rías de mi, no me arranques la piel (…); en palabras de M-Clan - con la lidia y el rejoneo de los líderes y lideresas de los 19 reinos de taifas que conforman el imperio de España que ahora le están dando doble ración.

Cuando creía haberse librado de aquella pesadilla de banderas de colores -somos el Tíbet pero con mala leche-, va y se encuentra de nuevo con todos los soberanos en su corte. Con la misma saña pero a través de Zoom. Son los mismos con distintos caprichos y hasta con nuevas ocurrencias para hacer ‘bueno al malo, guapo al feo y genial al torpe’. El caso es enredar y llevar la contraria porque como bien le escuché decir el otro día en RNE a uno del PSOE y antes de él a otro del PP y antes de antes a otro de Podemos -no me acuerdo del cargo, pero qué más da si lo importante es el espíritu del mensaje (siempre al revés; claro)- «los políticos no estamos aquí para sentarnos cómodamente en un sillón sino para arreglar los problemas de la gente»… (…) … (…) Con esta pausa habréis terminado de echar las últimas risas. Aquí sigo yo con la boca abierta y el cuello roto porque para llorar siempre hay tiempo.

En fin, me suelo tomar el primer café al son del ‘runrún’ del 24 Horas o del Regional de Canal Sur, donde veo a mi amiga Silvia Sanz, a la que siempre le recuerdo por ‘WhatsApp’ eso de que es una estrella, cosa que es cierta. Para lo que hay que oír, ganas pocas; pero lo hago porque me siento en la obligación de estar al día ya que soy periodista. Lo mismo me pasa con Vigorra más tarde.

Todo es un bucle de líos, declaraciones y contradeclaraciones, ruedas de prensa planas y politiqueo chungo aderezado con Covid-19. Pero el ‘Corona’ va a menos por razones evidentes y eso es lo peor para algunos, porque cuando se acabe ya no van a saber de qué hablar ni otros qué gestionar ni la mayoría a quién echarle la culpa de un despertar con la espalda tiesa.

Los informativos, eso sí, vienen bien para coger inspiración y dar cuenta de los surrealismos de lo cotidiano, prosas como ésta que os traigo hoy. En fin, volviendo a Darias, resulta que el último capítulo de la serie ‘Los reinos de España contra el Estado’ se apalanca en la hora de cierre de las discotecas y los ‘birlibirloques’. Queda claro que el único problema que tenemos -o al menos por eso pelean nuestros representantes en los parlamentos autonómicos- es que nos quiten el alpiste –‘moyate’ le llama una amiga- a las dos de la mañana. Hombre!! Es que para eso unos tienen dietas en el curro y otros lo que están es ‘a dieta’; a ver si me comprendes. La fiebre del sábado noche no es buena. El cuerpo se embala y a ver quién lo para con dos copas. Vamos, que el caso es llevar la contraria porque lo dice el argumentario y punto. A ver si se nos va a ir la olla y vamos a coincidir todos en algo… Mascarillas; no o sí, depende de lo que diga el otro. Número de comensales; ocho ‘u’ diez o 16; pero primero que hable el de enfrente. Y así es la vida… No me extraña que la ministra Darias esté deprimida y soñando con las playas de Canarias. Recuerdo que sus primeras ruedas de prensa sonaban lánguidas entre frases y palabras cortadas con acento sureño. Ahora, cada aparición se cierra en castellano de Valladolid y se le tuerce el gesto cuando habla. ¡Os la habéis cargado; ‘Boabdiles’! Da igual; ya vendrá Europa con las rebajas. Os dejo en verso. Nos vemos con el pie cambiado, donde os pueda llevar la contraria.

Diecinueve ‘u’ veinte reyes te persiguen, Carolina;

no te preocupes, que la cosa está fina;

Si no les pillas el truco,

no les ataques con inquina;

espera a que el tiempo escampe,

que ellos solos se descoordinan.