Opinión | Notas de domingo

El jamón

Un plato de jamón ibérico.

Un plato de jamón ibérico. / Diego Casillas - Europa Press - Archivo

Lunes. Amaya gana una porra electoral. Y un jamón. A simple vista es grande y de buena calidad. Yo estoy muy contento de ese triunfo jamonero o jamonista. Anoche me acosté a las tres de la madrugada y tras una mañana intensa de lunes aquí estoy afilando un cuchillo pero no para escribir una crónica. Para meterle mano al jamón. Mejor habría de decir meter cuchillo. Al alba me estaban preguntando en una radio que qué me parecía este resultado electoral y yo no podía dejar de pensar en el triunfo que supone un jamón. A las diez de la mañana llegó. Lamenté no haber estado en casa para recibirlo con honores. Hola, Jamón. Se bienvenido a esta tu morada. El jamón es toda una ilusión. Estás en el fragor de la jornada, en una reunión petarda y de repente te pones a pensar en que al llegar a casa a la noche te espera el fiel jamón. Unas lonchitas, una cervecita y el mundo se ordena, el cuerpo se reconforta, la seguridad se recupera y la felicidad se vuelve casi tan plena como si a alguien se le hubiera ocurrido comprar unas regañás.

Martes. En la mañana de Jesús Vigorra en Canal Sur Radio, junto a Teodoro León Gross y Paloma Cervilla. Vigorra nos recuerda que ninguno hemos acertado en la porra electoral que nos propuso. Ninguno de los quince comentaristas a los que les pidió pronóstico durante una semana. Yo para mis adentros pienso en el jamón ganado ayer vía conyugal. Ahora mientras estoy delante del micro con un café bebío echo en falta una tostada con aceite y tomate y una loncha de jamón. Pero no digo nada. Vigorra me pide algún retruecanillo y se me ocurre decir que a los candidatos no les gusta celebrar el santo y sí el ‘cumple escaños’. Salgo a la calle y llueve. Sorprendentemente. Me había puesto a dieta de adverbios acabados en mente pero ya se me ha colado uno. Tan inesperado como la lluvia. Goterones inopinados. En el parking me encuentro con una celebridad del cante que me reconoce y viene a una entrevista («tú sales en la tele por la mañana») y me da dos besos, como de artista a artista. Le pregunto por sus proyectos y me invita a un concierto. Veo mientras habla las gotas caer sobre mi coche y pienso que ya puestos podría caer un chaparrón que lo lavara del todo. Conduzco oyendo un programa en el que hablan de cómo generar por impresoras piel artificial para implantar en humanos y que ella reactive por sí sola los tejidos, regenere y repare daños en órganos. Reparo en el atasco pero llego a tiempo a la redacción. Almuerzo en La Reserva y elucubro sobre las características generales del salpicón y sus particularidades. Este no es desdeñable, por su buen aceite, lo justo de la sal, la presencia de bogavante y lo bien picado que está el pimiento. Solo verde. Nos recomiendan «el nuevo» blanco de Marqués de Cáceres, que no es el seco de toda la vida y sí un verdejo de primaveral etiqueta. Una suave neblina cae sobre la tarde. Elucubro sobre cómo terminar un relato sobre un hombre que un día descubre que tiene la facultad de adivinar con exactitud el número de pelos que tiene una persona en todo su cuerpo con solo mirarla a los ojos.

el jamón

el jamón / Jose María de Loma

Miércoles. José Infante, periodista y poeta, premio Adonais, presentó ayer en Proteo se novela Los fantasmas de Eulalia, cuyos beneficios irán a parar a la librería Proteo. Por cierto que el propietario afirmó que el seguro solo ha pagado un tercio de los daños del incendio cruel que destruyó la mítica librería, ahora renacida. El presentador fue Ruiz Noguera, profesor y poeta laureado. Mucha gente. El gran Alfredo Taján entre ellos. También otros del gremio de los escribidores como Álvaro Galán, Rafael Inglada o Carmen Enciso. Los fantasmas de Eulalia (ediciones del Genal) narra la vida de Eulalia de Borbón (1864-1958), hija de Isabel II y de un amante, que tuvo una larga existencia, la mayor parte de ella fuera de España. Tras la Guerra Mundial, regresó a España desde París pese al asco que le daba Franco. Amenísima y bien escrita, mezcla realidad y ficción.

Jueves y viernes. Esa ilusión de hacer las maletas.

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