Opinión | Notas de domingo

Dentista y alegrías

Una dentista atiende a un paciente.

Una dentista atiende a un paciente. / JESUS DE ARCOS

Lunes. Qué escribir ya sobre las sensaciones que se tienen en una sala de espera del dentista. La estancia no puede ser más pulcra y limpia, más impoluta y blanca. Ni un cuadro ni una mota de polvo. Ni siquiera hay hilo musical, que siempre pienso que es para que no se oigan los alaridos de algún pobre (aunque para ir a determinados dentistas hay que ser rico) hombre al que le estén reponiendo un incisivo, arreglando un molar, extrayendo una paleta o colocándole un aparato. Los aparatos no los llevan solo los jóvenes ahora. Antes mi temor en el dentista era que me hicieran daño. Luego fue el temor a cuánto me iba a costar. Ahora, la verdad, el temor principal es cuánto tiempo me van a tener esperando. La evolución de los temores, podríamos llamar a esto. Finalmente espero poco, me atienden con brevedad y pago mucho. Al salir no sé si escribir una columna o comerme un donut. El día está moderadamente soleado y quedan aún afanes y hasta algún raro ímpetu tal vez propiciado por una de las últimas frases que me han dedicado: «En media hora ya puedes comer lo que quieras».

Martes. Me cruzo en un plató con el catedrático y poeta Antonio Gómez Yebra, al que veo cordial, despistado y elegante. Le cedo mi sitio en la mesa del programa. Con la premura, el regidor aprieta, no me da tiempo a hablar mucho con él y ahí queda esa pequeña zozobra, como de oportunidad perdida, que merodeará todo el día por la cabeza. Como un pensamiento ¿intrusivo se dice? De vuelta al periódico veo que me ha llegado Sombras, sueños y otras yerbas, libro de aforismos (editorial Frato) de Alfonso González Cachinero, ceutí afincado en Málaga, filólogo, profesor. «Atando cabos, he decidido soltar amarras», reza uno de los aforismos. Otro: «Los necios recuerdan solamente las pesadillas». Y otro más: «Nadie escoge a sus admiradores».

Me alegra ese resurgir aforístico, la moda de esa literatura a fogonazos, ágil, ingeniosa, filosófica, veloz. Dicen que es propicia para estos tiempos, aunque el aforismo ha existido siempre, lo cual en sí mismo también es un aforismo, y se ha cultivado mucho. De Gracián a Kafka pasando por los griegos o, claro, Gómez de la Serna. Ceno escarola.

Inauguración de la 53 Feria del Libro en el Paseo del Parque de Málaga.

Una de las librerías de la 53 Feria del Libro en el Paseo del Parque / Alex Zea

Miércoles. Sueño que me contratan en la Feria del Libro como aguador. Y ahí voy con varias cantimploras al cinto ofreciendo agua a los autores que firman sus libros. De pronto, un poeta me echa la bronca por no llevar tambén gasesosa y mazapanes, pero otro poeta, más veterano, sale en mi defensa. Finalmente se enzarzan en una pelea descomunal y uno de ellos le grita descompuesto al otro: que sepas que voy a hacer una antología solo para no sacarte. El otro, ya, claro, achicado, solo acertó a decir: agua, agua.

El Ateneo de Málaga entrega sus Medallas 2024

Las Medallas 2024 del Ateneo de Málaga / Álex Zea

Jueves. Medallas del Ateneo de Málaga. Dos de ellas a amigos: Juan Antonio García Galindo, catedrático de Periodismo, y Rafael Díaz Pineda, fotoperiodista. Rafa ha sido uno de los mejores reporteros de España y sus comienzos fueron en el diario Sol de España, donde trabó una inquebrantable amistad con mi señor padre. La mayor parte de su carrera profesional la realizó en la agencia EFE. Viajó por todo el mundo cubriendo todo tipo de acontecimientos, como el mundial de fútbol de Corea. En el archivo de EFE hay miles de fotos suyas históricas. Hace unos días me enseñó unas cuantas de Gerald Brenan espectaculares. Rafa Díaz, gran persona, apreciado por todos, conserva en su mirada esa curiosidad de niño, así lo llamaron durante mucho tiempo en la profesión, el niño. Él ve donde otros no ven. Capta, retrata y tiene esa humildad de los verdaderamente grandes. Y contagia alegría.

Viernes. La alegría de las vísperas.