Opinión | Málaga de un vistazo

Ruido y otoño

Ahora ya todo sucede en su máxima expresión, y lo que no, pasa desapercibido como la lenta caída de las primeras hojas caducas contra el suelo en la calle de enfrente.

Ahora ya todo sucede en su máxima expresión, y lo que no, pasa desapercibido como la lenta caída de las primeras hojas caducas contra el suelo en la calle de enfrente. / L. O.

Después de un verano con récord de incendios empieza fuerte el otoño con el empuje de huracanes, tormentas y temporales arrasando con todo. Cuatro estaciones, cuatro formas de golpearnos. No hace falta hacer una lista exhaustiva de problemas y destrozos que luego uno memoriza los detalles y se queda sin darse cuenta a vivir en ellos. La normalidad es una excepción que dejamos hace mucho tiempo atrás, en el mismo sitio que lo razonable. Ahora ya todo sucede en su máxima expresión, y lo que no, pasa desapercibido como la lenta caída de las primeras hojas caducas contra el suelo en la calle de enfrente, o la alegría contenida de una sonrisa entre un tumulto de gente. La actualidad sucede a golpe de grito, si no se chilla no se atiende, porque en su estado basal la información ya genera ruido, no importa lo lejos o cerca que ocurra algo, lo transcendente o anecdótico que resulte, cualquier noticia nos revienta el oído. No sé en qué momento mezclamos en la misma baraja todos los palos de la vida, pero ya no hay mano buena.

Entre el ruido de esta pasada semana se han escuchado rebajas de impuestos como en un top manta, partidos políticos de extrema derecha ganando elecciones hoy con discursos de mucho antes - actualidad anacrónica-, separaciones entre famosos que los vuelven más famosos, bombas y trombas aquí y allá impactando en todos sitios, el desastre de la selección española y su heroica clasificación y muchas otras cosas que apenas uno recuerda, porque el ruido es como un viento huracanado llega y no hay otra cosa, se va y no deja nada. Y mientras tanto el otoño se va asentando a su ritmo, con su olor a castañas y atardeceres jugueteando con los naranjas. El frío se despierta el primero de todos, pero se marcha enseguida cuando ya no duerme nadie.

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