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Marilyn

¿Quién mató a Marilyn Monroe?

¿Quién mató a Marilyn Monroe?

Marilyn Monroe fue un misterio dentro de un misterio, el gran sueño americano, la gran tragedia griega, la estrella rutilante que deslumbró a todos, un personaje increíble creado por ella, o por Norma Jean, o por todos, ¿quién sabe?, que sedujo a todos, una mujer libre que libremente vivió su sexualidad, una mujer libre encerrada en una infancia partida, un peligro para unos, un objeto para otros, un interrogante para todos, para todos, todo, para todos, Marilyn. Marilyn era luz y la luz, por definición, siempre es un misterio, un misterio dentro de un misterio. Un misterio de luz deslumbrante que no se apaga y que vuelve estos días.

Estos días podemos ver ‘Blonde’ en Netflix, basada en la novela de Joyce Carol Oates, otro biopic, ya son demasiados, sobre la vida y obra de Marilyn Monroe. Una peli que a mí no me ha gustado, por delante, me ha interesado a ratos, y a ratos me ha aburrido, en la que sobresale Ana de Armas. Con Ana de Armas en ‘Blonde’ ha nacido una estrella y será candidata al Oscar, seguro. Llena la pantalla. Me encanta Ana. Sobre los cambios de formato, de color, de perspectiva…, tan por la cara, de forma tan gratuita, lo del arte y el ensayo, ya tenemos el siglo XX y ya hablaremos. Pero más allá de la peli, que con todo recomiendo, aunque sea para el debate y por Ana de Armas, me quedo con ella, con el personaje, con su misterio, con Marilyn.

Porque Marilyn fue un misterio dentro de un misterio, uno de los grandes iconos pop del siglo XX, una actriz genial quizás la más reconocida del cine, la rubia tonta, la chica lista que te quitaba la cartera, el símbolo sexual de una época, el rostro más popular de la historia, un rostro de arcilla, siempre visible, viviendo desnuda en un enjambre de ojos, agotada, perdida, drogada de fama y soledad, una gran desconocida, el gran misterio… Pero siendo un misterio, y porque es un misterio dentro de un misterio, no se puede destrozar así su leyenda. Los misterios, como en las monarquías o en las religiones, mejor alejados.

‘Blonde’, como tantos biopics en los últimos tiempos, destroza sin piedad al personaje y, por extensión, a Norma Jean, a la persona. Dibuja a una mujer boba, inerme, manejada siempre por los hombres y por sus traumas de infancia. Una mujer perdida, estéril y vacía. Pero la peli, que es muy de sufrir, no repara en que Marilyn tuvo una vida y una biblioteca de más de 400 libros desde Whitman a Lorca, Chesterton y Dickens, y que leía y escribía agendas y libretas con ideas, frases, notas personales, cartas, poemas... Como dice María Hesse, «es curioso que tratándose de un sex symbol haya más fotos de ella leyendo que desnuda». Marilyn era mucho más que 'Blondie'.

Leo la novela ilustrada de María Hesse, que lo hace todo tan diez, y veo la peli ‘Blonde’ y también el documental de Anthony Summers, ‘El misterio de Marilyn Monroe: Las cintas inéditas’, y siento que me vuelvo un poco loco con ella, que me atrae su magnetismo, y eso que me gustan las morenas, y tras este tiempo de ‘marilynismo activo’ e investigación, sospecho que ni era tan tonta, ni tuvo una vida tan precipitada, ni vacua, ni se debe destrozar así a nadie. ¿Por qué? Como pidió Marilyn en su última entrevista, «por favor, no hagáis de mí un chiste». Al ver la peli, ‘Blonde’, al detenerme en la superficie de la historia, veo más el chiste, intencionadamente trágico, que la posible realidad. Entrar en la vida de Marilyn no debiera ser una broma pesada. Debiera ser, ya digo, un misterio.

Es cierto que entrar en la verdad de Marilyn es como meterse en la boca del lobo, dentro de una vida de pasión, sexo, drogas en aquel Hollywood machista, una vida de aparente éxito, de alfombras rojas, champán y anfetaminas, resacas ensayando en el Actors Studio y un hambre tremendo por el triunfo y la fama. Pero también fue una vida de trabajo y superación, de búsqueda de respuestas, de inquietudes artísticas, literarias, políticas, o sea la vida de una mujer a la que le encantaba conversar y se hacía preguntas, una mujer que tan solo necesitaba amor, amar, hablar, empatía, mucho más allá del icono sexual, de la cara y el cuerpo precioso, una mujer que llegó a ser a fuerza de trabajo una de las mejores actrices de todos los tiempos. Esa parte también debemos contarla, subrayarla.

La vida de Marilyn fue manejada por hombres y contada por hombres. Una vida evanescente y velada que no terminamos de entender. Como explica Tony Summers solo quiso ser dos cosas: «una buena actriz y una mujer feliz». Quizás solo consiguió una de ellas. Marilyn Monroe siempre tan vulnerable, como un cristal que se puede romper fácilmente, un animal poético, tan imperfectamente perfecta, tan perfectamente ininteligible, icono, sueño, persona, diva, pregunta, ya digo, un misterio dentro de un misterio, un misterio dentro de Marilyn que aún no sé si sabemos descifrar.

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