Opinión | LA SEÑAL

Vicente Almenara

El azote de Paco

Siempre tenemos la tentación de ver las cosas por su lado más oscuro, incluso si no lo tienen. Capitán Bitcoin escribía el otro día en Facebook que Yolanda Díaz apareció en público con un vestido futurista de Purificación García, zapatos exclusivos de Úrsula Mascaró, gafas con montura mariposa «cay eye» de Guess, creadas por los hermanos Marciano en Los Ángeles… ¿qué más se puede pedir de una representante de la clase obrera?, qué quieres ¿que vaya con alpargatas?

Pero esa no es la cuestión -ni el casoplón del fallido profesor de Periodismo en Madrid-, la clave está en el tatuaje. Mira que tenía ganas y, al final, se ha salido con la suya, porque Moreno cumple lo que promete y, en campaña, prometió en Linares que se tatuaba si ganaba y ahora muestra orgulloso su «A58», que no es una marca de pistola, sino el número de escaños que sacó en las andaluzas, que no es lo mismo.

También es distinta la salvajada de esos niñatos que han ensuciado tres obras maestras de la pintura universal, de Van Gogh, Claude Monet y Vermeer, para llamar la atención por su causa ecologista, que también ensucian, como el nombre de los millonarios que les pagan como esbirros. No les importan los medios para conseguir su fin, como cualquier totalitario de mierda. Ni comparación con Grupo Salvaje (The Wild Bunch), de San Peckimpah, con un reparto, este sí de lujo, William Holden, Ernest Borgnine…, ¿para qué seguir?

Pero no nos engañemos, hay suspense por la semana de prórroga que ha pedido el Grupo Socialista para «mejorar» la ley trans, inquietando a Lilith Verstrynge, lo que no tiene perdón… Pero ya se sabe que los socialistas tienen una granja de conejos blancos para suministrárselos al Gran Mago, y una fábrica de sombreros para hacerlos aparecer/desaparecer, aunque ahora está en concurso de acreedores. En cualquier caso, nadie apuesta porque el susodicho vaya a calmar la disforia que arrastran sus conmilitones, que se desplazan a popa si el capitán del barco está en la proa. Ya lo dice el Guerra, este no es el partido que conocí, entonces no es que a España no la vaya a conocer ni la madre que la parió, que también, sino a tu propio partido, Alfonso.

Un detalle salva a esta tropa, la estrategia contemplativa, diría Rubén Amón, que arrastra Feijóo, mejor no hacer, que los hechos se impongan solos, quietud. Todo esto viene de los tiempos de Rajoy, que ya cuando era ministro del Interior -aunque la porra era de plástico, of course- decía que los miércoles -día del espectador- iba al cine con Elvira sí o también. De aquellos lodos estos polvos, sorry. Yo creía que esa relajación almibarada la había visto en otro sitio, me voy a callar dónde. Pero a Feijóo lo hacen bueno los otros, y sin moverse, ahí está el mérito, qué artista.

Lo que no puedo entender es cómo Seguridad Nacional detecta 42.875 mensajes de desinformación rusa en España y ni uno solo del Gobierno, reconocerán ustedes que es muy raro, se lo tengo que preguntar al director, que es general, Miguel Ángel Ballesteros. Tampoco se entiende como Doña Perfecta, la Unión Europea, según la presidenta de la Comisión de Control de la Eurocámara, Monika Hohlmeier, no tiene ni idea de cómo gasta España los fondos europeos. Menos mal que aquí, en Málaga, el funcionario municipal «azote» de la burocracia, Wenceslao Alonso, consigue una y otra vez dejar en evidencia las malas prácticas de la Casona, de ahí que una jueza le exija a la secretaria general que identifique cuál es la autoridad municipal encargada de acatar una sentencia ¡de 2019! Pero, alcalde, ¿cómo puede ser que no cumplas las sentencias?, hay que respetar la ley, lo sabes, dilatar las cosas como con el puente del CAC está muy mal, tienes las municipales a la vuelta de la esquina, sí, ya sé que pronto pondrás patas arriba la ciudad y atronarán los martillos neumáticos para que la gente asista a una nueva representación teatral, pero… Hay que organizarle ya un homenaje al funcionario indomable. Si yo tuviera una escoba, cuántas cosas barrería…, cantaban Los Sirex. Jorge Luis Borges se atrevió así:

Si pudiera vivir nuevamente mi vida,

en la próxima trataría de cometer más

errores.

No intentaría ser tan perfecto, me

relajaría más.

Sería más tonto de lo que he sido,

de hecho, tomaría muy pocas cosas

con seriedad.

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