Bello bajo sospecha

No pocas mujeres hablan a veces (en general sin hacer de ello argumento) de la belleza de Pedro Sánchez, incluidas algunas feministas 1.0 y 2.0, aunque jamás las feministas 4.0. En cuanto a las feministas 3.0 lo hacen en rara ocasión y casi nunca los varones heterosexuales, éstos por miedo atávico a que quien los escuche pueda imaginar que no lo son. Una feminista 1.0 que ha deplorado siempre a Sánchez lo llamaba con irónica y suspirante resignación “el guapo”, hasta que, con la repulsión casi a 100, lo llama ahora “el feo”, proclamando así que está en la lucha. A otra feminista, esta 2.0, la escuché hace días la teoría de que en el séquito de Sánchez viaja un peluquero ocupado de que ni un pelo de su cabeza esté jamás fuera de sitio y de dosificar la aparición del mechoncito cano. La oposición debería verificar la hipótesis, por si estuviera incursa en malversación de caudales públicos.

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