El Contrapunto

El noventa cumpleaños de Malcolm D. Williams

De cena en La Côte Basque de Nueva York, con el gran hotelero Malcolm Williams como anfitrión, tuvimos el honor de cederle nuestra mesa a la viuda del presidente Kennedy. Doña Jacqueline Bouvier de soltera, la admirada y admirable Jackie Kennedy.

Imagen de un salón del restaurante La Côte Basque

Imagen de un salón del restaurante La Côte Basque

Rafael de la Fuente

Rafael de la Fuente

Hace ya muchos años me invitaron unos buenos amigos de Nueva York a cenar en el que fuera entonces uno de los restaurantes más apreciados de Manhattan: La Côte Basque. Cuando nos disponíamos a pedir nuestros platos, se produjo una discreta conmoción en nuestro rincón de la sala. Era obvio que el maître intentaba improvisar una mesa para cuatro aspirantes a comensales que acababan de llegar. Era igualmente obvio que éstos no tenían reserva y además el restaurante no tenía mesas libres. La sugerencia de aquel atribulado maître en busca de un milagro fue aceptada por sus agradecidos clientes. Poner una mesa en un lugar casi de paso, prácticamente en la puerta de la cocina.

Para aquellas personas la situación era incluso divertida. Deseaban probar las delicias de La Côte Basque. Incluso en una mesa improvisada sobre la marcha. Por supuesto, no parecía importarles el que no fuera la mesa adecuada para el rango de uno de los miembros del pequeño grupo: entonces la dama más famosa de América, la viuda del presidente Kennedy. Doña Jacqueline Bouvier de soltera, la admirada y admirable Jackie Kennedy.

Mis amigos y yo nos planteamos la situación. Había que actuar con rapidez y tacto. Nuestro anfitrión, Malcolm Williams, se levantó para ofrecerles respetuosamente nuestra mesa. La señora Kennedy intentó rehusar el ofrecimiento. Mi amigo, el gran hotelero Malcolm Williams, tuvo una idea genial, muy propia de un antiguo diplomático, como él. Les dijo que su invitado acababa de llegar de la legendaria España. Y que el código de honor de la tradicional caballerosidad hispánica le impediría permanecer en una mesa mejor situada que la de la ilustre dama. Nunca olvidaré la sonrisa de la señora Kennedy ni sus palabras de respeto y afecto por nuestro país. Cambiamos de mesa.

Todo esto me vino a la memoria cuando leí en el New York Magazine la mala noticia del fallecimiento de una todavía joven, pletórica y atractiva Sheila Lukins. La autora de un libro imprescindible para varias generaciones de norteamericanos amantes de la buena mesa: The Silver Palate Cookbook. El Libro de Cocina para los Paladares de Plata. Entre ellos, el de la señora Kennedy. Gran aficionada, por cierto, a uno de los platos divulgados por esa biblia americana del arte culinario: el Chicken Marbella. El pollo al estilo de Marbella sigue siendo el gran favorito de muchos norteamericanos. Este plato delicioso se hizo rápidamente famoso en los Estados Unidos. En gran parte por haber sido bautizado con el nombre de una simpática ciudad andaluza, Marbella. Símbolo en aquella época de una mediterraneidad amable, elegante y atractiva.

El plato en realidad tiene más del Mediterráneo septentrional que el de nuestras latitudes sureñas. Podría también ser una creación provenzal o toscana. Pero es innegable que la idea de llamarlo Chicken Marbella fue brillante. Pues el nombre le daba exotismo y sofisticación a un plato muy logrado, con ingredientes muy interesantes. Pollo marinado en aceite de oliva extra virgen y vinagre, acompañado por aceitunas, alcaparras y ciruelas pasas. Más una salsa de vino blanco y azúcar moreno. Una hora de horno. Y la rúbrica final del perejil o el cilantro.

De todas formas, no fue una casualidad el que la mítica Marbella hubiera inspirado este plato. La próxima semana el maestro Malcolm Williams, un amigo apasionado de Marbella y del famoso Hotel Los Monteros, celebrará su noventa cumpleaños. Él, su esposa, la eminente escritora Suzanne Williams y toda su familia celebrarán en su casa de Maryland este emocionante acontecimiento familiar. Como tantas veces hemos citado de Brillat-Savarin: «Da a la humanidad mayor felicidad el descubrimiento de un plato que el de una nueva estrella». Estoy seguro de que Malcolm Williams, ese ilustre hotelero y gran amigo incondicional de España y lo español, estará totalmente de acuerdo. Happy birthday, Malcolm, amigo y maestro!

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