La vida moderna Merma

Siempre nos quedarán las sardinas

El enfoque sencillo y familiar del Mari Gutiérrez es refrescante en medio de tanta sofisticación

Es un lugar donde se vive la esencia de Huelin y la cocina genuina se une a los lugareños

Espetos de sardinas, 'en producción'.

Espetos de sardinas, 'en producción'. / L. O.

Gonzalo León

Gonzalo León

El progreso y desarrollo de nuestra ciudad ha traído mejoras significativas en diferentes aspectos. Ahora tenemos espacios más agradables, comercios de alto nivel y una afluencia constante de visitantes ávidos de disfrutar lo que se les presente.

La ciudad se ha convertido en un lugar de experiencias que atraen a muchos, pero también enfrenta un desafío complejo: su extrema dependencia de un modelo que, ante cualquier cambio en el turismo global, puede desestabilizarse y causar consecuencias graves.

A pesar de las mejoras, hay aspectos que preocupan a los lugareños. La oferta cultural lucha por mantenerse sin depender tanto de los turistas, y el comercio tradicional ha cedido terreno a grandes cadenas impersonales dirigidas por inversores internacionales.

La hostelería es otro ejemplo del impacto de la globalización y gentrificación en nuestra ciudad. Los sitios auténticos se ven colapsados por turistas, perdiendo así su esencia. A veces, locales se disfrazan de auténticos para atraer a visitantes, pero los lugareños evitan estos lugares desde el principio, lo que deja a muchos malagueños con una oferta limitada de bares y restaurantes en una ciudad repleta de negocios de este tipo.

Es en este contexto que los chiringuitos se destacan como un pilar fundamental de la identidad de Málaga. Aunque en el pasado eran efímeros, con horarios de apertura limitados, con el tiempo se han convertido en una oferta permanente durante todo el año.

Recuerdo con nostalgia aquellos merenderos de Huelin y la playa de La Misericordia, con sus cañas, platos de duralex y mesas sobre la arena. Pero, lamentablemente, muchos chiringuitos han terminado perdiendo esta esencia y ahora se presentan como lugares más cuidados, alejados de la autenticidad original.

Es cierto que algunos platos exóticos tienen su encanto, pero a veces uno anhela lo genuino. Por eso, cuando encuentro un lugar que aún mantiene su autenticidad, como el Chiringuito Mari Gutiérrez en Guadalmar, solo puedo agradecer y aplaudir sinceramente. Su enfoque sencillo y familiar, con camareros que conocen de sobra su producto y tratan a los clientes con amabilidad, es refrescante en medio de tanta sofisticación.

Este chiringuito, que lleva el nombre de su dueña o familia, es uno de los mejores de Andalucía. Aquí no hay adornos ni artificios, solo buena comida y ambiente auténtico. Los pescados son frescos y sabrosos, y todo se prepara de manera tradicional, con esmero y pasión.

Es un lugar donde se vive la esencia de Huelin, y la cocina genuina se une a los lugareños. Aquí no se rige por los turistas de Forbes, sino por los comensales locales que disfrutan de coquinas frescas y deliciosos bollos de pan auténtico.

En el bullicio del cambio, el Chiringuito Mari Gutiérrez es un rincón lleno de esperanza y autenticidad. Un lugar donde se rinde homenaje a la verdadera esencia de nuestra tierra. Tranquilos, compañeros, que siempre nos quedarán las Sardinas.

Viva Málaga

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