Viento fresco

Barbie es una obra maestra, muñecos

La mejor tesis sobre Barbie se halla en las risas del público adolescente, que contempla la historia de Barbie Land con total absorción

'Barbie': ¿cuál es el público de la película?

'Barbie': ¿cuál es el público de la película?

Matías Vallés

Matías Vallés

Barbie es una obra maestra, muñecos, ahí va el mensaje en la botella de parte de quien ni imaginaba ver la película. Los perfectamente oscarizables Margot Robbie y Ryan Gosling divierten porque se divierten. En el caso del actor, después de haber amaestrado la gesticulación desarrollada por Ben Stiller y Owen Wilson en la memorable Zoolander.

El mérito de la película es independiente del producto que dinamita, el fenómeno Barbie me interesa menos que antes de ver el desfile en colores repintados a mano de muñecas con cintura de avispa. La película se inscribe en la estirpe sanguinaria de No mires arriba, ese punto en que la sátira corona los objetivos de destrucción sin ser detectada por sus víctimas. Brecht, si la cultura mereciera un hueco en la sociedad actual.

Barbie la película desconcierta a las iglesias conservadoras y progresistas. Los fanáticos woke quieren cancelarla porque parece una lectura atropellada del programa íntegro de Yolanda Díaz. Los inquisidores de la derecha alternativa han detectado, no sin esfuerzo, que la excusa de una muñeca sin sexo y por tanto irreprochable camufla la dilución de la familia reproductiva tradicional.

La mejor tesis sobre Barbie se halla en las risas del público adolescente, que contempla la historia de Barbie Land con total absorción. Danny Leigh constata en el Financial Times que cuando la impecable voz en off de Helen Mirren concluye que gracias a la muñeca larguirucha, cada mujer real disfruta ahora de una vida «en la que se han resuelto todos los problemas del feminismo y de la igualdad de derechos», le sorprendió el volumen de las carcajadas femeninas. En mi experiencia, las puntuaciones sonoras de la sala a rebosar coincidían también con los momentos de densidad irónica, el 23J demostró que la sociedad está vacunada contra la sobreactuación.

Barbie sacará de la quiebra a Mattel, pero a favor de una subversión que ríanse del primitivo Podemos. En la dislocación que abraza la película gracias a las interpretaciones magistrales de Robbie y Gosling, resuena la depravación de una sociedad en la que el pecado no puede concebirse ni como hipótesis. Quede para la historia que la mejor escena de la actriz principal, y la que provoca mayores risotadas, consiste en resaltar la incongruencia de su belleza con su tristeza.

En el duelo del año, emparentar a Barbie con Oppenheimer monta a la muñeca sobre la bomba atómica, señala el triunfo del diseño sobre la investigación, de la forma sobre cualquier pretensión de profundidad. Si la película tiene una moraleja, se centra en la frase final de Robbie, que por supuesto no se debe divulgar. Hagáis lo que hagáis, parece decir, no devolváis el poder a los hombres, igual de patéticos en la victoria que en la humillación. Barbie es una obra de arte tan poderosa que posee todos los ingredientes para ser arruinada en una secuela.

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