En corto

«Urnuna» le ha cogido el gusto

Pedro de Silva

Pedro de Silva

En las religiones primitivas de Occidente, que de modo simplista llamamos celtas, muchos fenómenos incomprensibles tomaban forma en una deidad. Había una larga lista, pero pensemos en Tarano, dios del rayo; Cernuno, del mundo salvaje; y Sirona, de las curaciones. Siguiendo esa pauta, el inexplicable comportamiento de las urnas, su genio travieso, burlón y complicador (el mismo que, por ejemplo, hace que el futuro de USA dependa de un puñado de votos), podría asignarse a la diosa Urnuna. Como debió de parecerle poca broma el resultado, que dejaba el final de la película en manos de un prófugo del sistema, le quita un escaño a Sánchez para ponerlo mucho más difícil. Es como si la diosa Urnuna, enamorada de la grey de votantes, buscara repetir su fiesta patronal (otras elecciones), con todos postrándose ante ella para adorarla y fecundarla, en ese momento ya con abrigo, guantes y bufanda.

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