AL AZAR

Ibiza, consumir con moderación

El chef Daniel Sancho detenido en Tailandia

El chef Daniel Sancho detenido en Tailandia / REUTERS

Matías Vallés

Matías Vallés

Ibiza es otro lugar, paraíso significa que ningún humano puede abarcarla, y debiera recapacitar varias veces antes de adentrarse en el laberinto. Los turistas vulgares de rebaño no corren más peligro allí que en Mallorca, o en cualquier otro parque temático acolchado con aire acondicionado, por lo que saldrán ilesos. La alarma debe cundir entre los ingenuos que pretenden retorcer la magia ibicenca para adaptarla a su experiencia, por procedimientos naturales o preferentemente artificiales. Lo que sucede en Las Vegas se queda en Las Vegas, lo que sucede en Ibiza se propaga globalmente. Son demasiado innumerables los ejemplos de desquiciamiento por todo el mundo que contienen un explicativo «fue a su regreso de Ibiza cuando...». Empieza a sonar redundante como ceremonia iniciática a la catástrofe.

Con Ibiza no se juega, te fascina y te domina. El gancho oportunista de este artículo remite por supuesto a la experiencia del restaurador Daniel Sancho en Tailandia, después de abundantes estancias en las islas mediterráneas. El descubrimiento de su actividad confesa de descuartizador fue seguido de imágenes en mares y tierras ibicencas, donde por suerte no mató pero se creyó la realidad aumentada que transmite el entorno a las almas crédulas.

Quienes han leído «La ciudad de los vivos» no necesitarán más precisiones sobre la influencia de Roma, y también de Ibiza, en sucesos que parecen indiferentes a su geografía. El asesinato porque sí confesado por Sancho encaja de tal manera en el libro de Nicola Lagioia, que solo la ausencia de un perfil lector en el criminal aconseja eliminar dicha posibilidad. El escritor recuerda que los seres humanos alcanzan un momento en que bordean la locura homicida, y se pone a sí mismo como ejemplo escalofriante.

Ibiza está en la génesis de demasiadas personas sobrepasadas por su destino, porque no leyeron bien el mapa. La carnicería de Daniel Sancho guarda una curiosa simetría con la trayectoria del inglés Shane Kenneth Looker, arrestado en suelo ibicenco tras haber descuartizado a una tailandesa en el país asiático. Demasiada gente que quiere vivir y matar al día. Ibiza, consumir con moderación, es el consejo más absurdo imaginable, ante la certeza de que no será leído por ninguno de sus destinatarios.

«La isla», como la llamaba Salvador Pániker, ha alcanzado demasiada leyenda para su propio bien. Toda entrevista llega al punto en que la celebridad añadirá que «cuando estuve en Ibiza,...». Quienes alimentan la fantasía de vivir allí una peripecia renovadora, deberían pasar un test de aptitud. Cuando abandonas ese sitio en blanco eres el mismo, no pretendas ponerte a su altura. No puedes evadirte de la realidad surfeándola. Ibiza, consumar con moderación. Tampoco lo leerán, claro, y volverán a empezar.

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