La señal

Hipogresía y alta cosmética

Vicente Almenara

Vicente Almenara

Los agresivos camarones mantis, conocidos algunos por contar con el golpe más poderoso del reino animal y con el que generan brutales efectos de cavitación que destrozan a sus presas, poseen, además, la capacidad visual más compleja descubierta en un ser vivo. Los humanos, con la única excepción de algunos narcisos que se creen mejor dotados, disponemos de apenas tres tipos de células fotorreceptoras, pero estos animales -me refiero a los camarones mantis- pueden tener entre 12 y 16, ha leído usted bien, además de sintonizar longitudes de onda que van desde el ultravioleta profundo al infrarrojo y la luz polarizada lineal y circular, casi nada. Imagínense cómo nos comportaríamos si tuviéramos esta capacidad sensorial, es ahora y fíjense cuánta falsedad e impostura nos rodean… ¿Viene esto a cuento de la amnistía? -porque todo se relaciona ya y se relacionará un mañana muy largo con ella-, en absoluto, pero así la cito y me la quito de en medio. Viene a cuento de la hipogresía. Esa mixtura de alta cosmética social del hipócrita y el progre que se da tanto en política desde la primavera de 2019, aunque antes, por supuesto, ya se conocía el fenómeno, como constata la hemerografía patria.

Hablamos largo, aunque no tendidos, en un establecimiento no abierto al público y de excelentes comidas, especialmente arroces y pescados. No es como Mona, la de las lentejas, en Madrid, ni tampoco donde se reunían los miembros de La Pringá, en calle de la Victoria, en Málaga, un poco más tarde, pero almorzamos de excelencia. Ella, que juega con ventaja porque acaba de leerse «El complot en el poder» de la profesora Donatella Di Cesare, dispara que «la democracia es vituperada, se la compara con una farsa en manos de los poderes fácticos» -estos a los que apuntó Rubiales y disparó a puerta con fuerza-, bueno, y ahora Aznar, del que acabamos de enterarnos por la ministra portavoz de que es un golpista, no como los socialistas que apoyaron el golpe del capitán general Primo de Rivera en 1923, del que ahora se cumple el centenario, por cierto. Memoria Histórica, ¿no? Claro, la empresa de energía renovable Solaria fichó a Iván Molinero Camacho, marido de la ministra-portavoz, Isabel Rodríguez, sólo un mes y medio después de que ésta llegara al Consejo de Ministros. Si esto no es una pistola humeante… Pero como el idiota considera falso todo lo que no es capaz de comprender, o no quiere comprender -me permito añadirle a Santo Tomás de Aquino-, pues esto es lo que hay.

Comentamos también las manifestaciones en toda España contra Frankenstein al grito de «España no se vende», la de Málaga estuvo bien, sí. Por supuesto, no estaban los facuos y los que se aprestan a la pelea contra el recibo del agua que de media subirá de 30 a 42 euros, una barbaridad después de ocho años sin actualizarse la tarifa; súbela todos los años, alcalde, y te quitas estos problemas. Tito Berni se gastaba más en prostitutas, y los comisarios políticos de la FAFFE, y los que iban a por coca a cuenta de los EREs, y no hubo revuelo alguno en la familia política. Y eso que los costes energéticos se han disparado y la sequía no es un invento de la ultraderecha, lo mismo que las obras hidráulicas. Ya saben, en Colombia se dejó de hablar de secuestros y se decía retenciones con fines económicos, y tampoco se decía asesinatos de civiles, y se les llamaba falsos positivos. Es el politiqués, el lenguaje del establecimiento, que hace ruido con sus fake news -que todos tenemos las nuestras- para que no se descubran sus mentiras a mano de los dibujos animados por ellos que vemos en la tele. Pasa como con el SAS en Andalucía, que pide un ciudadano una cita de ¡consulta telefónica! y le vomitan «lo sentimos, las citas para los próximos días están ocupadas. En breve, estarán disponibles nuevas citas. Por favor, vuelva a intentarlo próximamente». ¡Consejera Catalina...! Y el anterior mandamás, Jesús Aguirre, está de presidente del Parlamento andaluz, que da igual, que igual da. Manuel de Palacio se atrevió así:

¿Qué hacer, si de un color andan vestidos

el vicio y la virtud? ¿Con qué mirada

distinguirá la mente atribulada

de los puros afectos los fingidos?

Sonrisas de placer, ayes sentidos,

¿sois lo que ser debéis, o no sois nada?

¿Quién adivina la verdad ansiada

cuando mienten del pecho los latidos?

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