Málaga de un vistazo

Desperdicios

Jordi Cánovas

Jordi Cánovas

Qué complicado es dejar las cosas como estaban, en su sitio, con su forma y su función sin alterarlas. Prácticamente todo lo que pasa por nuestras manos termina en desperdicio, en basura o residuo. Por el camino les damos una función intermedia, transformando lo que sea en cualquier otra cosa que nos convenga, pero al final no importa lo útil que nos resulte nada porque tarde o temprano acaba no sirviendo o no funcionando, nos sobra y lo tiramos, solo es cuestión de tiempo. Algunas cosas no duran nada, otras un poco más, como el amor o la vida, pero con menor índice de reciclaje. Cada vez se genera más basura en menos tiempo. Y la basura no es más que algo fuera de su sitio, fuera de su forma, arrancado de su naturaleza, que vamos amontonando lejos de nuestra de vista y conciencia o reduciendo a polución y cenizas. Nos hemos acostumbrado a tirarlo todo, a que nada dure, a que todo sobre y ya no sólo lo material sino todo lo que consumimos, como la televisión y las noticias que en un solo día desprenden el mismo olor que la basura acumulada, porque la actualidad se pudre a la velocidad que ocurre y ya vamos acelerados en todos sitios y por todos lados, confundiendo el contenido con el continente y el continente con el contenedor, tirando lo importante y hurgando en lo innecesario, reciclando los errores despojándoles del aprendizaje, apilando indistinguibles lo urgente y lo casual, lo adecuado y lo práctico, hemos empobrecido los valores y la prioridad paga al contado.

Llegará el día en que nada esté en su sitio ni mantenga su forma ni su función, llegará un punto en que la basura nos abastezca por no poder encontrar nada que no se haya tirado y tal vez entonces encontremos ahí debajo de alguna mesa de Ikea descompuesta, todo aquello que fuimos olvidando que ya sabíamos.

Suscríbete para seguir leyendo