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Criticar cuando tú harías lo mismo

Jon Rahm y Justin Rose celebran el triunfo de Europa sobre Estados Unidos en la Ryder Cup

Jon Rahm y Justin Rose celebran el triunfo de Europa sobre Estados Unidos en la Ryder Cup / EFE

Francis Tomé

Esta semana hemos sabido que Jon Rahm ha aceptado una oferta para participar la próxima temporada en la Liv Golf, la competición golfista de los países saudís, abandonando la PGA, que es el circuito golfista de toda la vida que organiza los torneos más prestigiosos.

Esto mismo ya sucede en otros deportes. Por ejemplo en el pádel, Qatar y Arabia Saudí ya sacaron su propio circuito fichando a muchos de los mejores jugadores del mundo y compitiendo con el Padel World Tour, el circuito más importante. Esto propició una gran polémica. Pero los petrodólares tienen tanto poder que acabaron con la controversia comprando el Padel World Tour.

Algo parecido acabará pasando con la PGA, puesto que antes prohibían participar en los grandes torneos de PGA a los golfistas que llegaban a un acuerdo con la Liv Golf. Ahora parece ser que Rahm ha firmado su contrato con Liv Golf tras tener la certeza de que podrá participar, además del circuito árabe, en los grandes torneos internacionales de la PGA.

Este acuerdo convertirá al vasco en el deportista mejor pagado del mundo. Se habla de 550 millones de euros a cobrar en 4 años. Pero como siempre, aquí en vez de valorar que un deportista de nuestro país es considerado el mejor del mundo en su disciplina y tiene la posibilidad de firmar ese contrato, se le critica porque el dinero que va a cobrar procede de culturas donde a los derechos humanos se les da una patada.

No criticamos lo que pasa con el Paris Saint Germain o el Manchester City, que se ven favorecidos por ese mismo dinero. O vemos todos los partidos del Mundial de fútbol organizado por ellos, que hasta tuvo que celebrar en diciembre parando todas las competiciones y no pasó nada. Hasta nos encanta que la RFEF también se beneficie celebrando en aquellos países la Supercopa española. Pero a Jon Rahm lo crucificamos a críticas.

Es cierto que hace unos meses el propio Rahm manifestó en una entrevista que a él no le atraía esa competición ni el dinero de allí y que para él lo principal era competir en los mejores torneos del mundo. Tan cierto como dijo que no cerraría ninguna puerta. ¿Y quién le cierra la puerta a 550 millones de euros? ¿Cómo decir no a eso? Los que le critican lo hacen porque el dinero es para el golfista pero dudo muchísimo que ellos rechazaran una oferta así. Es más, no rechazarían una oferta de los países saudís por mucho menos dinero tampoco.

Además, si él dijo hace unos meses que no le interesaba ese dinero y cuando le ha llegado este ofertón ha cambiado de opinión, ¿qué pasa? ¿Es que no puede cambiar de opinión? En nuestro país, por ejemplo, estamos muy acostumbrados a que hasta el presidente del gobierno cambie de opinión, haciendo lo contrario a lo que dijo dos días antes en cuestiones que nos afectan a todos. Pero criticamos a un personaje que mira por sus intereses económicos y pretendemos que rechace el contrato más alto del deporte mundial.

Lo único que se le debe pedir a alguien que acepte algo así es que sea honesto, que diga que acepta porque el dinero que le ofrecen es irrechazable y que, además, ha conseguido que le permitan seguir disputando los torneos mas prestigiosos. Lo que no vale es hacer lo que hicieron otros como el señor Rubiales, que nos intentó convencer de que la Federación Española de Fútbol aceptó el contrato que le ofrecieron los países de los petrodólares con el objetivo de ayudar a cambiar aquella sociedad y luchar por la mejora de los derechos humanos allí. Tú firmas el contrato porque el dinero que te ofrecen es mucho mayor que el que nadie te puede ofrecer y punto. No hay más.

Y es que ellos lo pueden comprar todo. Y lo seguirán haciendo. Pronto veremos celebrarse allí una final de la Champions. Hasta se habla de que un equipo de allí participará en unos años en la Euroleague de baloncesto. Y esto no quiere decir que quien acepte ese dinero o quien no critique a los que lo aceptan está de acuerdo con las reglas y normas sociales con las que viven allí. Eso no tiene nada que ver. Pero es que es muy fácil criticar al prójimo cuando se habla de su dinero y no te paras a pensar lo que harías tú si estuvieras en su lugar…