Opinión | Tribuna

El milagro de Jacob Wiley

El californiano espera con sus compañeros del Granada ganar a los verdes este fin de semana en la capital nazarí

Jim Hayford, coach de Eastern Washington, recuerda que «la mayoría que actúa como Jake en su adolescencia acaba su vida en la cárcel». Una infancia dura con una madre de raza afroamericana, Sheree Gilkey, que lo cuidó y un padre de raza blanca que se fue de casa. A los 8 años entendió que su padre era un «alcohólico furioso» y que por eso no podía verlo tan a menudo como quería. Nunca fue maltratado por su padre, pero mentalmente se vio afectado, según cuenta Matt Norlander en un reportaje de la CBS.

A pesar de todo, seguía manteniendo cierta admiración por su padre. Jeff Wiley conseguía empleos que perdía rápidamente por sus problemas y un día decidió abandonar California para trasladarse a Newport, Washington, a vivir con sus padres. Jake se sintió abandonado. No iba regularmente a clase y no podía competir porque sus notas no alcanzaban el mínimo permitido. Su talento atlético y su vida se estaba perdiendo. A pesar de la oposición de su madre decidió marcharse a vivir con su padre a la ciudad de sus abuelos.

Su hogar era el ático de una casa de unas dimensiones parecidas a la habitación de un hotel que podían pagar con los 300 dólares que le daban sus abuelos. Después de unos meses de cierta calma, su padre volvió a beber y hasta intentó suicidarse en varias ocasiones. Cuando ya había reiniciado su rehabilitación su abuela falleció. Estaba en tercero de secundaria. Su padre no pudo soportarlo. Se iba la única persona que le había apoyado siempre y unos días después amaneció muerto. Wiley lo superó apoyándose en su abuelo John y el 6 de febrero de 2011 llegó a compartir la portada de los periódicos locales con la Super Bowl gracias a los 30 puntos anotados con Newport HS.

La universidad de Montana fue su nuevo hogar. Nunca se adaptó y después de un año horrible decidió parar y dedicarse al atletismo, deporte en el que había destacado en HS en las pruebas de velocidad. Se mantenía con un trabajo de limpia platos en un bar a 7 dólares la hora. Un año después volvió a jugar en Lewis-Clark State y comenzaba a destacar cuando su novia desde los 14 años, Brittany, que tenía 3 trabajos, se quedaba embarazada. Con 20 años, Wiley, trabajaba en una gasolinera y entrenaba en el gimnasio de una reserva de nativos americanos para mantener en forma, lugar donde también trabajaba.

El 10 de enero de 2016 nació su hija Aliya después de un parto muy complicado, de más de 24 horas, que puso acabar con la vida de la madre y la hija. Ese día su suerte pareció cambiar para siempre. No fue elegido en el draft, pero llegó a debutar en la NBA con los Brooklyn Nets y comenzó una exitosa carrera en Europa con la etiqueta que le puso su entrenador en la universidad. «Es como Denis Rodman con tres centímetros menos». Matt Norlander en su artículo «Un camino de vida o muerte» afirma que «en el draft es probable que nadie tenga un camino más retorcido y una historia más fascinante que Jacob Wiley». El californiano espera con sus compañeros del Granada ganar a los verdes este fin de semana en la capital nazarí. Una victoria podría alejarles dos triunfos del descenso si el Breogán gana en Santiago de Compostela al Obradoiro. Unicaja, en su velocidad de crucero y en tierra de nadie en las alturas de la ACB, busca consolidar esa increíble segunda plaza liguera. Carpe diem…