Opinión | Artículos de broma

La IA y la LB, la IH y el BG

En la parte profunda de los libros electrónicos de Amazon la lectura superficial está en guerra. Los robots están sustituyendo a los escritores que se autoeditan en formato electrónico y sacan al mercado e-noveluchas de prosa rápida y ficciones estereotipadas. Los bots de los años 20 del siglo XXI derrotan a aquellos escritores de los años 20 del siglo XX que sangraban mecanografiando una aventura semanal. Amazon ha detectado el uso de Inteligencia Artificial (IA) en estos electropulps, valga la contradicción de soportes (electro viene de electrónico y pulp, de la pulpa de papel de las novelas baratas) y quiere limitarlo, más por el mercado que por la escritura: sólo deja a los autores autopublicar tres libros diarios.

Tres libros.

Diarios.

Por autor.

Caitlyn Lynch, autora de novelas de rangers mazaos con torsos desnudos, advierte de que solo 19 de los 100 libros más vendidos en Amazon bajo la categoría «Romance contemporáneo» están escritos por humanos.

Limitar la IA puede perjudicar la Lectura Boba (LB), tan compulsiva, además. ¿Por qué hay que reducir la velocidad de escritura en autores que van a toda prisa de una acción a otra sin prestar atención a sus personajes ni a las posibilidades literarias del texto para llegar a lectores que aprecian más las frases hechas y los relatos conocidos?

En términos literarios cabe esperar dos cosas de la IA: Uno, que cometa errores que, por disruptivos, acaben siendo un acierto como pasa con todas las obras geniales que fueron escritas por cabezas disfuncionales o socialmente raras. Dos, que aciertos tan probados como los de la escritura más «mainstream», pensada para complacer con inteligencia comercial (IC) los pueda reproducir un robot y ahorrarle tiempo al autor, e incluso evitar a ese autor por otro más barato (la IA no va sola, hay que darles ideas e información). Aunque no será lo que pase, por reacción, la IA podría servir para estimular la inteligencia humana (IH) del escritor y el buen gusto (BG) del lector.

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