Opinión

Miguel Hijano Guerrero

Cartas de los lectores

ACTUALIDAD Y FUTURO DE LA IGLESIA

Quiero matizar que, puesto que son varias las iglesias cristianas (católica, protestante, ortodoxa), me voy a centrar en la Iglesia Católica, pero como ésta puede variar según su distinta incardinación en los diferentes pueblos y culturas, me referiré sólo a la de Europa. Desde el final del Concilio Vaticano II (año 1965) se nota una mayor secularización en la misma y debemos reconocer que no todos (jerarquía y sacerdotes) han entendido y aplicado el Concilio como se debiera, dando lugar, a veces, a cierta confusión. ¿Cómo está hoy la situación? Hay quien piensa que peor que nunca, pero creo que es una postura demasiado negativa pues, repasando la historia, vemos que la Iglesia ha pasado por múltiples y graves vicisitudes. Baste recordar, por ejemplo, las guerras de religión, la Inquisición, los varios cismas, el caso de Avignon con tres papas a la vez, e l mal ejemplo de algunos de ellos, los abusos sexuales, etc. Si miramos la actualidad, nos encontramos con un descenso vocacional, así como en las prácticas religiosas, en los sacramentos, número de bautizos, comuniones, matrimonios por la Iglesia, etc. Sí es cierto que abunda la religiosidad popular (Semana Santa, romerías), pero se alzan voces contra el Papa, no sólo de algunos cardenales sino también de sacerdotes, sobre todo en Alemania, sin tener en cuenta que Francisco con sus medidas pretende atraer al mayor número de personas como ya hizo Jesús de Nazaret cuando dijo «No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores», pero, ¡ojo!, tampoco podemos caer en una moral excesivamente permisiva en la que parece que la palabra pecado esté proscrita. Eso sí, hay una mayor cercanía a los pobres y marginados de la sociedad. En cuanto al futuro de esta Iglesia, de acuerdo con el jesuita Diego Molina Molina, pienso que será una Iglesia de pequeñas comunidades, donde, entre otras cosas, debe primar una mayor espiritualidad. No olvidemos las palabras de despedida de Jesús al afirmar que estará con la Iglesia hasta el fin de los tiempos, lo que debe llenarnos de esperanza.