Opinión | Tribuna
Fernando de Lama
Sánchez, el pirómano-bombero
Como se dice en mi pueblo: ‘Para este viaje no hacían falta tantas alforjas’. Una vez acabado el sainete de la dimisión o no en diferido del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cabe preguntarse para qué ha servido todo esto. Primero porque darse cinco días de reflexión para decidir que todo siga igual parece un tiempo excesivo, quizás con una reflexión de unos minutos hubiera sido suficiente y nos hubiéramos ahorrado este ejercicio de pirómano-bombero del presidente. Justo en el momento en el que dijo sin redoble de tambor lo que todo el mundo esperaba: si se iba o no, con ese: «He decidido seguir» y la coletilla de «con más fuerza si cabe», se oyó algún aplauso no reprimido en la retransmisión, se supone que de sus más fieles, que habían convertido el fin de semana en una oda a la hiperglucemia, y en mi entorno cercano un ‘oooh’, de algún romántico que esperaba un triunfo del poder del amor sobre el poder político e incluso alguna risilla floja. No es que no esté de acuerdo con muchas de las cosas que el presidente dijo en su discurso, con la necesidad de una regeneración que acabe con esta crispación insoportable de la política española o con su apelación al sentido común y la dignidad... Pero el teatrillo ha sobrado. Y si alguien piensa que esto va a ayudar a acabar con el fango lo lleva claro.
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