2010 fue sólo un aviso, un efecto llamada. Ayer significó una consolidación a la que le quedan algunas Semanas Santas para convertirse en referencia absoluta de las vísperas. O puede que no tantas. Mediadora está poniendo el listón del principio tan alto, que lo que se presume, lo que tiene que llegar a partir de ahora, debería ser al menos igual de bueno. Aunque no se pase por la calle Larios las cosas pueden hacerse muy bien. O mejor.

Empezando por la puntualidad y acabando por la banda de la Trinidad, una apuesta que resultó felizmente ganadora y que interpretó un repertorio de corte clásico, pero algo más alegre que en años anteriores.

Ayer costaba hasta trabajo caminar por las aceras y cada Viernes de Dolores, a partir de ahora, se congregará más público para ver el primer cimbreo de palio. Y llegará el día en el que, con seguridad, habrá que reflexionar y decidir entre el barrio o el Centro. Pero cuando ese debate llegue, la hermandad habrá dado muestras sobradas de su madurez. Y podrá hacer lo que le venga en gana, soberanamente. La procesión de ayer sólo significa mantener la senda, el camino, el rumbo marcado, y que no se pierde. Con decisión, tenacidad y fe.

Cuando la Virgen trono recibió la luz del sol, la comitiva había entrado en Emilio Prados: un centenar de nazarenos con la ya tradicional presencia de la representación de la Roda de Andalucía. El alcalde se presentó rodeado de concejales, al menos media docena, en lo que es sólo el primer asalto a la campana. Una advertencia de lo que se avecina.

La Virgen muy seria, con un rostrillo de tablas. Las candelería alta, con un programa iconográfico de diversos santos jóvenes que destacaron por sus virtudes religiosas, como Santo Domingo Savio, Santa Teresa del niño Jesús, San Luis Gonzaga o Santa Gema Galgani, este 2011 motivo de la JMJ. El exorno floral no llevaba azahar. Ya no quedaba en los naranjos. Así que los claveles, dispuestos este año en fanal y no en piñas cónicas, llevaban flores de cera en el friso. El cajillo, sobrio pero equilibrado.

Tras la maniobra de salida, con el trono a ruedas para sortear el triple dintel de la Encarnación, los toques de campana ordenaron la subida al hombro. Sonó Mediadora, de Raúl Guirado, para las primeras mecidas. Una saeta a pie de trono. Otra marcha, Virgen de la Palma. Un nuevo tirón, a marcha lenta. La primera curva, con Procesión de Semana Santa. Una petalada tricolor desde un segundo... Así fue recreándose por Las Delicias de camino al Parque del Oeste, con el brio e impulso de doce devotos que ayudaban bajo la mesa.