«Solo un cofrade puede explicar el sentir de la Semana Santa». Bajo esta premisa, Victoria Blanco y Rocío Oliva se han adentrado en el mundo del emprendimiento con una iniciativa pionera en Andalucía. Cicerones Málaga es la primera empresa privada encargada de diseñar rutas a medida para divulgar una de las tradiciones más arraigadas de la ciudad, la Semana Santa. El germen de esta sociedad, puesta en marcha hace menos de un año, fue un curso cofrade organizado por la Agrupación de Cofradías en colaboración con la Universidad. «Yo ya tenía en mente la idea de ofrecer un servicio a medida, y el curso me permitió ponerme en contacto con el equipo de cicerones que a día de hoy trabajan con nosotros».

Lo que comenzó siendo un proyecto entre amigos ha acabado por convertirse en una realidad empresarial a base de esfuerzo y dedicación. Paco García, periodista y jefe de prensa de la Agrupación de Cofradías de Málaga, les dio el empujón con el que dieron sus primeros pasos. «Hemos tenido el apoyo constante de la Agrupación, que nos ha ayudado a quitarnos algunas piedras en el camino». La esencia del proyecto es la de ofrecer al usuario una experiencia en profundidad más allá de una ruta turística convencional: «El recorrido se inicia en los templos y se visitan, por ejemplo, talleres artesanales, que hasta ahora no estaban abiertos al público. Todo ello junto al equipo de cicerones guiados con un acompañamiento cofrade en caso de que se visiten procesiones o traslados».

La ruta para esta Semana Santa

Cicerones Málaga ha diseñado una ruta en la que se concentra la esencia de festividad. Durante la mañana, los turistas podrán conocer de cerca cada uno de las cofradías que procesionarán esa misma tarde: «Les damos la oportunidad de vivir los últimos momentos, la puesta a punto, las misas entre varales, etcétera. Son momentos en los que el sentir está más vivo que nunca». Ya por la tarde, un acompañamiento cofrade les guía en la salida de los tronos y les indica cómo pueden continuar el recorrido libremente hasta la noche. «Después de la ruta, permitimos que el visitante continúe por cuenta propia la experiencia en el centro».

Desde su perspectiva, Málaga es la ciudad con mayor atractivo para poner en marcha el negocio: «La Semana Santa de Málaga es diferente a todas las demás, desde el tamaño de los tronos hasta los pequeños detalles que a priori no se perciben». De forma complementaria, se ofrecerá la oportunidad de ver las procesiones desde un balcón o participar de una de las típicas petaladas. Las rutas, con un precio fijo de 8 euros, son accesibles a todos los bolsillos. Las reservas para Semana Santa están próximas a agotarse y el teléfono no para de sonar.

El trabajo previo no ha sido fácil: «De momento hemos recibido ayuda en asesoramiento, pero todo el capital lo hemos tenido que aportar nosotras. Enmarcarse dentro de la legalidad actual es costoso, aún es pronto para hablar de beneficios», admiten. El perfil de usuarios es muy amplio. En su mayoría, turistas españoles a los que les llama la atención la pasión devota de la capital. Las rutas pueden adaptarse, además, a los más pequeños de la casa: «Ya tenemos cerradas varias citas con colegios que se han interesado por nuestra propuesta». Así mismo, las personas mayores se acercan motivadas por el atractivo del turismo religioso. Cada uno de los recorridos está hecho de manera que resulte accesible para personas con movilidad reducida: «Para nosotras era fundamental que las rutas tuviesen un punto de integración», explican.

La empresa tampoco cierra sus puertas al extranjero. Entre sus cicerones, se habla inglés, francés, alemán e incluso ruso. De la experiencia, los usuarios se llevan a casa la magnitud que encierra la Semana Santa: «Detrás de lo que se ve, hay muchísimos preparativos que la gente desconoce».

En el horizonte, Cicerones Málaga integrará, en sus rutas, talleres manuales para interactuar codo con codo con las cofradías: «La idea es que vivan la Semana Santa como un malagueño más». Transmitir la devoción, cuentan, es algo que han mamado desde pequeños: «Es algo que no podemos ocultar. Desde el momento en el que entramos en una iglesia o visitamos un taller, sentimos algo que es difícil de explicar pero que se nota».

No es necesario ser creyente para poder disfrutar de la ruta, «al fin y al cabo se trata de una parte fundamental de la ciudad que no se incluye en los museos. No es necesario creer para poder sentir. La Semana Santa se palpa, se toca, se huele. La creencia se puede compartir o no, pero tratamos de que la entiendan». Victoria y Rocío, graduadas en Turismo y Administración y Dirección de Empresas, confían en poder exportar su idea a otras provincias. Vocación y emprendimiento se dan de la mano gracias a la pasión que mueve la Semana Santa.