Botánica cofrade

Paisajes para una Pasión: plantas y flores en la Judea de Cristo

La Semana Santa malagueña ha intentado recrear este entorno natural sobre los tronos de Cristo, pero muchas veces se han empleado plantas que llegaron a Europa procedentes de América

La Biblia menciona cuatro bosques: el del Néguev o del sur, el de Efraím o tierras altas de Samaria, el del Carmelo y el del Líbano, con sus simbólicos cedros... y de ellos ya no queda nada, ya que fueron talados

La Oración del huerto. Políptico de San Zenón. S. XV. Tours

La Oración del huerto. Políptico de San Zenón. S. XV. Tours / L. O.

Miguel A. Vargas Jiménez / Jesús Rosas Guerrero / Ángel Enrique Salvo Tierra

La heroicidad está templada por el lugar de los hechos. El país es ese lugar surgido de la mezcla de la idiosincrasia del paisanaje y de las características del paisaje. Así los paisajes constituyen el inequívoco decorado de las grandes gestas que marcan las culturas, de las animosas epopeyas que conducen a las más increíbles leyendas o a las más arriesgadas aventuras que proveerán de sueños a la humanidad. Qué difícil es imaginar al hidalgo caballero Don Quijote si no es a través de los yermos caminos de La Mancha, a Elcano fuera de su barco dando la vuelta al mundo o a Cristo fuera de una tierra tan singular como aquella de Judea en la que desarrolló toda su vida y obra.

El paisaje marca indiscutiblemente el carácter y la organización social de cada civilización en cada momento, y en especial la personalidad de su gente. Así, en su origen el cristianismo se conformó por las condiciones de un lugar y un tiempo determinado, y el elegido no podía ser otro que el hijo de un carpintero.

El paisaje donde Jesús se formó y desde el que destiló toda su sabiduría para sentar los pilares de un nuevo pensamiento, de un nuevo orden conceptual, de una religión portentosa en consecuencia, era tremendamente inspirador. Lejos de la imágenes que nos ofrecen las recreaciones en la pintura o en el cine, incluso de los que la conocen hoy, la Judea que confirmó a Cristo como el Mesías tuvo unas condiciones ambientales diferente a las actuales.

La Resurrección. Piero de la Franchesca.1463

La Resurrección. Piero de la Franchesca.1463 / L. O.

Hoy cuando hablamos de cambio climático ya somos conscientes de que a lo largo de la historia del planeta, e incluso de la humanidad, han sido muchas las alteraciones en el clima, si bien la actual tiene la singularidad del rápido calentamiento provocado exclusivamente por una especie. Las condiciones climáticas y en consecuencia la naturaleza que envolvía la vida de Jesús eran bastante similares a las que hoy observamos en nuestro entorno. Sin embargo sufrirían, desde entonces hasta la actualidad, grandes cambios.

Jericó, la primera ciudad del orbe

Cabe recordar que las excelentes características ambientales y la disponibilidad de recursos, dotaron a esas tierras de las condiciones básicas para que hace 10.000 años, allí surgiera la primera ciudad de la orbe, Jericó, a escasos 25 km de Jerusalén. En ella se sentarían las bases de las relaciones sociales de unos pueblos que dejaron de ser nómadas para acomodarse a una vida sedentaria y de cooperación e intercambio, y en consecuencia de una religión distinta.

Cedros antiguos en bosques del Líbano.

Cedros antiguos en bosques del Líbano. / L. O.

Las tierras donde vivió y predicó Jesús de Nazaret son el resultado de la formación de la fosa tectónica del Rift Valley. Encontramos en ellas cordilleras que se elevan a más de 900 metros o el Mar Muerto, que desciende hasta más de 700 metros por debajo del nivel del mar. Las montañas impiden el paso de los vientos cálidos y húmedos del Mediterráneo y en el lado de sotavento hay una zona desértica semiárida. En cuanto a bosques, la Biblia menciona cuatro: el del Néguev o del sur, el de Efraím o tierras altas de Samaria, el del Carmelo y el del Líbano, con sus simbólicos cedros. De ellos ya no queda nada, ya que fueron talados.

Dominio del Imperio

El Imperio Romano dominaba en la época de Jesús, las tierras de Palestina. En los tiempos de mayor esplendor, el imperio dominó toda la orla del Mediterráneo y se extendió hacia centro Europa. A este tiempo se le conoce como Periodo Cálido Romano. Los investigadores han concluido que ese periodo coincidió con un clima más cálido o similar al actual, tanto en el entorno del Mediterráneo como en Europa. Para algunos autores, incluso fue más cálido que el actual. En tiempos de César y Cristo las temperaturas fueron “gratamente cálidas”. Fueron tiempos de riquezas y logros, extendiéndose los cultivos de vides y olivos. Un autor indica que cítricos y viñedos llegaron casi al Muro de Adriano, el límite con Escocia. En conclusión, parece que la frontera meteorológico-climática Atlántico/Mediterráneo estaba más al norte que en la actualidad.

Un paisaje familiar de nuestras montañas malagueñas son los encinares. Es muy posible que Jesús anduviese entre encinas, allá por Judea, como las que sirvieron de cobijo a Abraham en Mambre, en Hebrón. El libro del Génesis narra como Dios se apareció a Abraham en el encinar de Mambre, convirtiendo a la encina en una árbol simbólico y sagrado. En nuestra Sierra de las Nieves tenemos magníficos ejemplares centenarios de encina, como la que hay junto al antiguo Convento de las Nieves en Los Sauces.

Recrear el entorno natural en los tronos

Ha sido tradicional en la Semana Santa malagueña intentar recrear el entorno natural de alguno de los momentos de la Pasión, con elementos que pudiesen encontrarse con facilidad en nuestros montes cercanos y que no supusieran un gasto grande para las cofradías. Estas recreaciones se ceñían especialmente a tronos de las imágenes de Cristo. Nos referimos a los 'montes de corcho', procedentes de alcornoques, así como de otras plantas arbustivas, como tomillos, romeros o las omnipresentes pitas. El 'Agave americana', que es su nombre científico no es una planta mediterránea precisamente. La pita es una planta de origen americano (México y sur de Estados Unidos) que fue introducida en Europa tras el descubrimiento de América. Sobre todo se plantaba por sus usos: elaboración de las conocidas “cuerdas de pita”, con las fibras de sus hojas. En la actualidad se puede ver bordeando algunas fincas, por su espinosas hojas, en la variedad 'marginata'. En definitiva: la Jerusalén malacitana representada con plantas llegadas del otro lado del océano.

Hermandad del Rescate en los años 20 del siglo pasado, con su monte de corcho y pita.

Hermandad del Rescate en los años 20 del siglo pasado, con su monte de corcho y pita. / L. O.

Otra planta cultivada desde hace siglos en Málaga, aunque mucho menos utilizada como elemento botánico en los tronos y que sí es una planta bíblica es el áloe. Esta planta procedente de Arabia, aparece en el Antiguo Testamento en varias ocasiones como una planta con usos aromáticos, siempre asociada a la mirra. En el antiguo Egipto se usaba para embalsamar cadáveres. El evangelio de San Juan (Jn. 19, 39-40) narra como Nicodemo "…llegó con unos treinta kilos de una mezcla de mirra y áloe (...) se llevaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas de lino bien empapadas en la mezcla de mirra y áloe, siguiendo la costumbre judía de sepultar a los muertos".

Monte de corcho del Cristo de la Esperanza en su Gran Amor, en 2015

Monte de corcho del Cristo de la Esperanza en su Gran Amor, en 2015 / L. O.

También se conoce al áloe con el nombre de acíbar, por el producto que se obtenía con usos medicinales y cométicos. 'Huerta del Acíbar' era el nombre que tenía el lugar donde Fernando El Católico acampó para iniciar la reconquista de Málaga, allá por 1487. Podemos considerar que el áloe es una planta simbólica, asociada a la muerte y resurrección: el cadáver de Cristo fue ungido con mirra y áloe, y también el áloe era usado para perfumar, para dar buen olor, el buen olor de vida que lleva a la Resurrección de Cristo. Del sepulcro de Cristo surgirá el aroma de mirra y áloe, pero no será un aroma de muerte, sino de resurrección. En definitiva: vinculación bíblica y vinculación histórica con nuestra ciudad de Málaga.