Entrevista

Ignacio García Orad, psiquiatra infantil: "Dile a un adolescente que ha cometido una tentativa de suicidio que espere 6 meses a ser atendido"

El especialista en Psiquiatría Infantil y terapeuta familiar considera que se debería prohibir el acceso al móvil y a la tableta a niños de 0 a 5 años porque se convierten en "toxicómanos de las pantallas"

El doctor Ignacio García Orad, psiquiatra infantil, en el Instituto Alicantino de la Familia Pedro Herrero.

El doctor Ignacio García Orad, psiquiatra infantil, en el Instituto Alicantino de la Familia Pedro Herrero. / HÉCTOR FUENTES

J. Hernández

El Instituto Alicantino de la Familia Pedro Herrero, dependiente de la Diputación Provincial, ha celebrado este lunes un seminario con el doctor Ignacio García Orad, que ha hablado sobre la prevención de autolesiones y tentativas de suicidios en población adolescente.

García Orad es psiquiatra especializado en Psiquiatría Infantil y terapeuta familiar. Fue durante muchos años médico jefe de servicio de Psiquiatría del sector Juvenil del Hospital Saint-Maurice de París (Francia). Es director de la revista “Thérapie Familiale”, una de las más prestigiosas publicaciones en el ámbito de la terapia sistémica. Es formador y supervisor en España, Francia y Suiza.

Como psiquiatra juvenil y terapeuta familiar, ¿qué es lo que más le preocupa?

Después de la pandemia del covid todos los servicios públicos y privados nos hemos encontrado sumergidos en una cascada de adolescentes y niños que se hacen daño. ¿Qué es lo que hace que los adolescentes sobre todo al final de la pandemia manifiesten su sufrimiento de una manera que vivimos casi una epidemia de niños que se hacen escarificaciones (incisiones, cortes) y tentativas de suicidio? Tiene que ver con ese momento paradójico de la adolescencia, una etapa de la vida en que se separan de la familia, se individualizan, pero han venido a conjugarse varios elementos. Uno de ellos es cultural. Vivimos en una sociedad en la que hay que ser autónomo, las pertenencias están muy descafeinadas; los vínculos están mucho más desligados. Los adultos nos construimos nuestra autonomía apoyándonos en los demás y en nuestras pertenencias pero vivimos en una sociedad en la que la individuación es fundamental. 

¿En qué sentido?

En mi época cuando mandabas la tarjetita de un niño recién nacido decían el señor, la señora y los hermanos tal, le anuncian la llegada de su hijo o hermanito pequeño. Ahora cuando ves una tarjeta de un bebé pone: ya estoy aquí y me gusta. ¿Dónde está la pertenencia a la familia, el vínculo con la historia, el nosotros que el niño tiene que tener? Vivimos en una sociedad de la individuación, de la confianza en sí mismo. El 90% de mis pacientes adolescentes me dicen que tienen falta de confianza en sí mismos. Si no tienes confianza en ti, ten un poco de confianza en los demás, en los otros. Pero eso ahora es como un signo de fragilidad. Por un lado está este movimiento social en el que le decimos al adolescente sé autónomo y ves hacia el exterior, y de otro llega la paradoja del covid que deja a los padres encerrados con los hijos. 

Todo un choque…

Se quedaban en casa pero en su cuarto con su pantalla y los padres con las suyas. Estaban al lado pero no juntos y se ha producido una patología de la soledad. Los adolescentes están muy solos ahora. Soy psiquiatra infantil, me ocupo mucho de perinatalidad y la otra epidemia que produce mucha patología es la que tiene que ver con las pantallas. Deberían estar prohibidas de 0 a 5 años. El otro día vi en el supermercado una mamá con su bebé, y el bebé tenía en el sujetamanos la pantalla puesta. ¿Cómo se puede llegar a ese estado de alienación? El bebé no puede estar mirando a derecha o izquierda, está cogido con eso. Hay ahora muchos diagnósticos, incluso de profesionales de salud pública y salud mental, de pseudoautistas, de niños de 6 años que en el covid mamaron pantalla y luego han seguido pegados a las pantallas, y tienen un problema relacional. ¿Son casos de espectro autista? No, son toxicómanos de la pantalla. Son elementos que atacan a la relación.

"Hay muchos diagnósticos, incluso de profesionales de salud pública y salud mental, de pseudoautistas, de niños de 6 años que en el covid mamaron pantalla y luego han seguido pegados a las pantallas, y tienen un problema relacional"

¿Hacen falta más políticas de salud mental?

La salud pública española tiene una buena red de atención. Pero pienso que el desarrollo de las atenciones familiares, dejando un poco más de sitio a la familia en las problemáticas del ciclo de vida de los adolescentes, no solo es más barato sino que es mucho más eficaz. 

 Precisamente, ¿qué pueden hacer las familias para atajar esta situación?

El Instituto de la Familia de Alicante tiene ahora un desborde de demanda de terapia de familia con adolescentes con ideas suicidas y autolesivas. En París soy jefe de departamento y gestiono recursos sanitarios para unas 300.000 personas. Antes del covid teníamos una lista de espera de 15 días o tres semanas para las tentativas de suicidio de adolescentes y ahora es un sinsentido. Estamos desbordados. Tenemos seis meses de lista de espera. Dile a un adolescente que ha cometido una tentativa de suicidio que espere seis meses.

Se ha multiplicado...

Los adolescentes están muy mal y las familias tienen muchos recursos que no conseguimos ayudar a poner en marcha. Si un adolescente tiene quejas somáticas (malestar psicológico) más de tres o cuatro veces en el año y necesita ir a Urgencias, los profesionales de la salud mental deben encender el semáforo, ese es un chaval que va mal. Cuando un adolescente se repliega y sufre desescolarización, no va a clases, va mal. Hay un problema de acoso, de fobia o depresión. Debe ser atendido inmediatamente y evaluado por un profesional con competencias. Sin embargo, hay una banalización del sufrimiento y de comportamientos como escarificaciones (incisiones, cortes en la piel) de los adolescentes. Es ilegítimo y antiético que un adulto lo vea y no se ocupe de forma inmediata.

"Cuando un adolescente se repliega y no va a clases, ese es un chaval que va mal. Hay un problema de acoso, de fobia o de depresión"

¿Cómo puede detectar la familia estos comportamientos para evitar los intentos de suicidio?

El abandono de las actividades habituales es el síntoma más frecuente. El bajón de las notas, dejar de gustarle ir a hacer deporte, ver menos a los amigos, salir menos, aislarse en las interacciones familiares, tener gestos de mal humor más que lo habitual en un adolescente...Todo ese tipo de cambio de comportamientos son los intermitentes que nos advierten de algo. 

¿La pandemia es la causa de todo este malestar o fue el detonante?

Hay dos fenómenos, uno el de la sociedad postmoderna, en la cual está sobrevalorado el individualismo; y el segundo, un agravamiento por culpa del aislamiento social a que la pandemia nos obligó. Por ahora no se ven demasiados síntomas de mejora. La evolución sigue siendo bastante catastrófica.

¿Cómo se puede acercar al hijo adolescente su padre o su madre?

Aceptando que no sabemos. El padre o la madre deben decirle: yo no sé cómo ayudarte, no sé qué hacer, pero estoy al lado tuyo y estoy contigo. Eso desculpabiliza y sostiene. Decir: tenemos un problema, vamos tú y yo a ver a un mecánico de esto. ¿Quién se ocupa de esto? Un terapeuta familiar. Los padres y las madres no saben que saben. Tienen tal cantidad de recursos que muchas veces en dos consultas con familias con tentativas de suicidio de adolescentes se modifica la actitud de los padres y el chaval deja de hacerse daño. No digo que la terapia se haya acabado pero dejan de hacerse daño y muchas veces vuelven al instituto.

"El padre o la madre deben decir a su hijo adolescente: yo no sé cómo ayudarte, no sé qué hacer, pero estoy al lado tuyo y estoy contigo. Eso desculpabiliza y sostiene. Decir: tenemos un problema, vamos tú y yo a ver a un terapeuta familiar"

¿Esta problemática es igual en toda Europa?

Es Europa. Los italianos, los ingleses, los belgas...Yo dirijo la revista “Thérapie Familiale”, que es francófona, y en todos los países occidentales estamos igual.

¿Es partidario de prohibir también los móviles en los colegios?

Yo hablo de la pantalla utilizada como baby sitter, que le corta toda interacción y descubrimiento al niño de sí mismo, del mundo y de las relaciones. Son familias en las que cada uno está con su pantalla y entonces las interacciones y las relaciones son muy pobres. El material de construcción del pensamiento y de los sentimientos está muy anestesiado y eso no es gratis, crea "toxicómanos". Por eso digo que la pantalla debería estar prohibida al menos hasta los 5 años. El problema para los preadolescentes es que la pantalla les abre posibilidades de información pero también de ser víctimas-depredadores. Casi todos los casos de acoso que atiendo han pasado por internet y por el teléfono. No tienen la madurez y los padres no tenemos la vigilancia.

El Instituto Alicantino de la Familia Pedro Herrero recibe a cada vez más menores y a sus padres derivados a través de las unidades de salud mental, de pediatras y médicos de Familia; y también por el cauce educativo a través de los departamentos de orientación de colegios e institutos.

La terapeuta Laura Ferré afirma que "estamos en esa parte de acompañar un poco a esas familias para que los padres puedan entender el código de sus hijos, establecer líneas de contención y poder ayudar hacia adelante en el contexto familiar".

Por su parte, Inmaculada Carrilero, también terapeuta del instituto dependiente de la Diputación, destaca que hay un cambio que "estamos empezando a ver aquí y es que afortunadamente hay más visibilización. Desde los contextos escolares empieza a haber protocolos". Sin embargo, señala que todavía falta mucha comprensión. Sigue habiendo aún por parte de familias y educadores una sensación de claudicación en cuanto a que no se pueden entender con los adolescentes, que es lo más importante al final, cómo llegar a ellos. No pretender que ellos se abran y te cuenten, cuando obviamente no pueden. Esto no significa que no te puedas acercar a entender qué les pasa. Ese sería el enfoque. Desde la terapia lo estamos intentando y también hay conversaciones con centros educativos, pero hay una narrativa social como que al ser epidémico no podemos hacer nada. Las familias claudican, es lo que vemos como peor, que llegan aquí diciendo es que no podemos hacer nada".