Prospectiva

La Inteligencia Artificial puede acabar con la democracia tal como la conocemos

Llevará al paroxismo las técnicas de manipulación del comportamiento habituales en la política actual, avisan los expertos

La IA puede cambiar nuestra intención de voto sin darnos cuenta.

La IA puede cambiar nuestra intención de voto sin darnos cuenta. / Alexandra_Koch en Pixabay.

Eduardo Martínez de la Fe

Eduardo Martínez de la Fe

Un sistema de Inteligencia Artificial Generativa como ChatGPT puede convertirse en el ganador de unas elecciones basadas en la manipulación del comportamiento a gran escala, algo que previsiblemente será inevitable y que cambiará las reglas del juego de las democracias modernas. Los expertos avisan.

La Inteligencia Artificial Generativa, que genera contenidos a partir de datos existentes siguiendo instrucciones, tiene la capacidad de pervertir la democracia y de conseguir que gane las elecciones el candidato que use el mejor sistema inteligente durante una campaña, advierten dos expertos en un artículo publicado en The Conversation.

Archon Fung, profesor de Ciudadanía y Autogobierno en la Harvard Kennedy School, y Lawrence Lessig, Profesor de Derecho y Liderazgo en la Universidad de Harvard, describen en su artículo los previsibles escenarios de introducción en la política de los sistemas de Inteligencia Artificial al estilo ChatGPT.

Y ninguno de esos escenarios pinta bien para lo que es el principio fundamental de las democracias modernas: la soberanía del pueblo y su derecho a elegir y controlar a sus gobernantes.

Oferta mercantil

Lo que previsiblemente va a ocurrir es que, en cualquier momento, el mercado va a poner a disposición de los partidos políticos lo que ambos expertos denominan la “caja negra” de una campaña electoral.

Esa caja negra es un sistema de inteligencia artificial generativa que solo tiene un objetivo: maximizar las posibilidades de que un candidato que ha comprado sus servicios a una empresa privada, prevalezca en una elección.

Y lo conseguirá desarrollando diferentes estrategias para cambiar el voto de las personas: llevará hasta el paroxismo la eficacia de las técnicas de manipulación del comportamiento que ya se vienen empleando en las democracias occidentales desde principios de siglo. Primer síntoma de lo que ahora se avecina.

Mensajes automáticos

En vez de aprovechar la información que vamos dejando en las redes mediante el uso de los diferentes dispositivos electrónicos para ofrecernos lavadoras, ordenadores o viajes en cruceros, estas cajas negras usarán las mismas técnicas para introducir mensajes que pueden influir en nuestros comportamientos políticos, pero a gran escala y con toda la potencia de los nuevos sistemas IA.

Estos sistemas no se limitarán a mostrarnos discretos anuncios, sino que nos inundarán con mensajes personalizados durante una campaña electoral, cuya intensidad irá en aumento a medida que se acerca el día de las votaciones para conseguir cambiar nuestra papeleta. Y todo ello de forma automática, con la audacia de la IA generativa de contenidos obtenidos de múltiples fuentes de Internet.

Esos mensajes no serán necesariamente de tipo político ni meramente espontáneos. Se basan en el profundo conocimiento de nuestras actitudes y comportamientos obtenido del seguimiento que puede hacerse de cada uno de nosotros a través de las huellas que dejamos en Internet y en nuestros dispositivos electrónicos.

Operación de distracción

Una de las estrategias será excitar nuestras pasiones deportivas o culturales para distraernos de los mensajes que podamos recibir de otras opciones políticas, o contaminar las redes con noticias catastrofistas con el mismo fin, e incluso manipular lo que dicen nuestros amigos en las redes sociales para dar la impresión de que están a favor del partido que ha contratado a esta caja negra.

Este sistema no respeta la verdad ni tampoco le interesa, ya que ni siquiera sabe lo que es verdadero o falso. Las “alucinaciones” del modelo de lenguaje no son un problema para esta máquina porque su objetivo es cambiar tu voto, no proporcionar información precisa, escriben los autores en su artículo.

Mensajes personalizados orientados a influir en nuestro voto inundarán nuestra mente.

Mensajes personalizados orientados a influir en nuestro voto inundarán nuestra mente para cambiar nuestro voto. / Peace,love,happiness en Pixabay.

Perversión profunda

La perversión del sistema no termina ahí, porque si un partido contrata una caja negra para ganar las elecciones, el mercado ofrecerá otra equivalente al candidato contrario, y el ganador será el cliente que haya usado la herramienta más eficaz.

El resultado no será menos catastrófico: el ganador no habrá sido elegido por sus ideas y programa político, por lo quien realmente habrá ganado esa elección será una IA, no una persona, sentencian ambos autores.

Una vez en el poder, el candidato elegido puede optar por aplicar el programa (que en el fondo nadie ha votado) o seguir aplicando la caja negra inteligente para guiar su actuación y asegurarse la reelección.

¿Sin salida?

¿Estamos metiéndonos entonces en un callejón sin salida?, se preguntan los autores. Lo primero que plantean es que lo más probable es que ningún partido que tenga los medios a su alcance renuncie a una caja negra inteligente para su estrategia electoral.

Ante esta probabilidad, una posible medida correctora sería mejorar la protección de la intimidad para impedir que estas cajas negras conozcan casi todo sobre el electorado.

Otra posibilidad es que las Juntas Electorales prohíban expresamente el uso de estas cajas negras en las campañas electorales, algo muy complicado legalmente en Estados Unidos, aunque en Europa hay pasos en esa dirección: un borrador de ley pretende impedir que la IA pueda condicionar el voto en la UE, señalan los expertos.

Mensaje patrocinado

Otra posible medida es obligar a las cajas negras a revelar cuándo hablan por iniciativa propia para que nadie pueda pensar que está interactuando con otra persona, algo así como que añadan: “este mensaje está patrocinado por el partido…”

Como mínimo, creemos que los votantes merecen saber cuándo les habla un bot, y también deberían saber por qué, escriben los autores en su artículo.

La conclusión que puede extraerse de este ejercicio prospectivo es que la democracia no escapa al clima apocalíptico (de fin de época) que se dibuja en el conjunto de la civilización humana: no solo estamos asistiendo al fin de la vida en la Tierra tal como la hemos conocido, sino también al fin de la democracia moderna tal como la hemos entendido desde la aplicación del sufragio universal.

Ni Orwell ni McCullough

Ni siquiera George Orwell pudo imaginar en su famosa novela “1984” (publicada en 1949) lo lejos que iba a llegar su premonición de una sociedad manipulada por la información y basada en la vigilancia masiva.

Y eso a pesar de que la Inteligencia Artificial había nacido como concepto muy poco antes, en 1943, cuando Warren McCullough y Walter Pitts formalizaron matemáticamente por primera vez el comportamiento de una neurona y su capacidad de computar y procesar la información.

No podían imaginar tampoco la capacidad que adquirirían las neuronas artificiales para engañar a las neuronas biológicas de los votantes y alterar las decisiones humanas en el marco de una campaña electoral basada en la manipulación más sofisticada. ¿Genio humano o inhumano?

Referencia

How AI could take over elections – and undermine democracy. Archon Fung and Lawrence Lessig. The Conversation, June 2, 2023.