Hace una semana escribí sobre la famosa crisis del ruido que está afectando, y de qué manera, al baloncesto malagueño. Y digo famosa porque en estos días el baloncesto de la provincia ha sido noticia en cadenas de televisión nacionales y en los periódicos deportivos de mayor tirada. También ha recibido el apoyo de muchos jugadores de primer nivel, vía Twitter por ejemplo.

El baloncesto de nuestra provincia ha demostrado un tremendo sentido de la solidaridad con los clubes afectados por este problema, hasta el punto de tomar la decisión de parar la competición el próximo fin de semana. Esto se escribe rápido, parece fácil. Suspender la jornada implica que no se celebren cientos de partidos y que haya que buscar fechas alternativas para celebrarlos. Sí, digo bien, cientos de partidos. Niños y niñas que entrenan toda la semana sin pensar en el frío en estos días llenos de exámenes además. Y lo hacen con la ilusión de que llegue el fin de semana y jugar su partido. Pues la noche del viernes que viene no tendrán que preparar la equipación en su mochila ni poner el despertador. Tampoco soñarán con meter la canasta ganadora o luchar junto a sus compañeros por ganar el partido. Cambiarán la ilusión de despertarse el sábado para jugar su partido semanal por asistir a una concentración por las calles del centro de la ciudad. Y lo harán porque quieren acompañar a sus compañeros afectados, chicos que ni conocen seguramente pero que queremos que sientan el apoyo de todos, que sepan que no están solos en esto. Y es que sentimos este problema como nuestro y compartimos el mal trago con ellos, sus entrenadores y sus familias.

Me sorprende profundamente la repercusión que la noticia está teniendo en todo el país. Aluciné cuando me contaron que fue la policía la que entró en un colegio con la orden de parar un entreno de niños. Que digo yo, ¿no habrá otra forma de suspender la actividad en el colegio que mandar a la policía? Un poquito fuerte me parece. Lo que no me sorprende es que haya pasado una semana y no haya una solución a este problema, problema del ruido que lo único que hace es tapar la escasez de instalaciones municipales que tenemos en la ciudad para que los clubes puedan desarrollar su labor de formación integral de tantos chiquillos.

Todos podemos entender que estos clubes deben salir de los colegios. Todos comprendemos que se puede molestar a los vecinos. Pero a algún sitio tendrán que ir esos chicos a entrenar. Pues nada, no hay solución todavía. Hasta he leído unas manifestaciones del alcalde quitándole importancia al asunto y a las famosas multas que han impuesto a los colegios, es decir, a la Junta de Andalucía. Veremos si también le resta importancia al hecho de que la manifestación convocada por el baloncesto de formación de su ciudad acabe en la puerta del Ayuntamiento que él dirige.

Es más, puede pasar que en estos días antes de la manifestación y para evitar esa protesta, el alcalde y su equipo estén más por la labor de buscar solución y sentarse a negociar con la Junta. Como también puede pasar que ahora la Junta tenga menos prisas por solucionar el problema y le venga bien que se produzca esa protesta a la puerta del Ayuntamiento. Una imagen negativa en televisiones y periódicos siempre viene bien para perjudicar al partido político rival. Como siempre los políticos pensando en ellos, en esa guerra de poder basada en hacer daño a los contrarios en ideas y no en solucionar los problemas de los ciudadanos. Parece que las prioridades de ellos y las nuestras son diferentes.

Seis días quedan para esa manifestación. Es tiempo suficiente para que se sienten todas las partes implicadas con el ánimo de buscar una solución a una crisis que afecta a muchas familias. Estoy convencido de que si se quiere esto se arregla en una mañana. Confiemos que así sea y que este capítulo dos sea el último de esta serie. Bueno, también os digo que estaría encantado de escribir la semana que viene sobre la fantástica solución que dieron los políticos a esta crisis del ruido.