El Unicaja regaló anoche a su afición un partido de esos que se guardan en la memoria anual de cada temporada y que se recuerdan casi de por vida. Ante el mejor Real Madrid de los últimos meses, ése que va sobradísimo en la Liga Endesa y que en Europa escala posiciones semana a semana, el equipo de Joan Plaza ofreció una imagen grandiosa, la propia de un equipo que quiere estar en los cuartos de final de esta Euroliga y que está dispuesto a morir matando por alcanzar ese objetivo tan exigente como ilusionante.

El Unicaja lo hizo ayer casi todo bien. El clínic defensivo fue, desde luego, de manual. Dejó al Real Madrid en 27 raquíticos puntos al descanso y en «solo» 75 al final del partido (igualando su peor anotación de esta temporada), solo estuvo por detrás con el 0-3 inicial -tras triple de Thompkins-, supo nadar y guardar la ropa y, esta vez, cuando más apretó el equipo merengue, también supo aguantar el chaparrón y rematar al rival. Nada que ver con el último cuarto en el Palau Blaugrana de Barcelona de la semana pasada, con mismo final feliz, sí, pero con muy distinto modus operandi en los diez minutos finales.

La verdad es que era un partido vital. El triunfo del Maccabi de Tel Aviv, 24 horas antes, había disparado a los amarillos a 10 victorias en la clasificación. Perder anoche hubiera dejado el corte del play off de cuartos a 3 triunfos, ya con solo 11 jornadas por delante. Demasiada distancia. Ante semejante órdago, el Unicaja puso sobre el parqué corazón, ganas, talento, fe, paciencia, defensa y un par de docenas de huevos. Porque todos (incluyo a Viny y Salin, aunque no jugaran) aportaron lo suyo en la pista y en el banco para que el marcador final fuera ese 80-75 que engancha otra vez a los verdes a la máxima competición del básket europeo.

Si el equipo estuvo de lujo, el Palacio no le fue a la zaga. El Carpena también puso anoche mucho de su parte para el favorable desenlace final. El Palacio se llenó casi al completo para empujar a los de Plaza hacia la victoria. Había mucho madridista desperdigado por las cuatro esquinas del pabellón, es verdad, pero casi ni se les escuchó. El partidazo de los de Los Guindos del minuto 1 al 40, el marcador eternamente de cara y la banda sonora dirigida desde el fondo por la música de los Mihitas ejercieron de sexto jugador para acabar con la resistencia blanca.

La receta para ganar al Real Madrid exigía ayer máxima concentración desde el primer segundo. No había ningún otro camino anoche para tratar de meterle mano al equipo blanco. Los jugadores del Unicaja entendieron y asumieron el reto. Plaza sorprendió en su cinco inicial con Soluade y Alberto Díaz en un arranque eléctrico en el que los verdes tiraron con acierto de 3 y defendieron como posesos cada acometida de los de Pablo Laso, visiblemente superados por el celo atrás de los cajistas.

Los primeros 20 minutos del Unicaja rozaron la perfección. Dejar al Real Madrid de Doncic, Tavares, Carroll, Causeur, Maciulis y compañía en 27 puntos es casi de récord Guinnes. La actividad defensiva del equipo cajista fue bestial, con ayudas, cambios continuos, dos contra uno y todo tipo de trampas para evitar que el rival se sintiera cómodo en ataque.

El 38-27 del descanso fue la constatación de que el Unicaja estaba dispuesto a agarrarse a la Euroliga, aunque con 20 minutos todavía por jugarse, era solo un primer paso que había que consolidar. El Real Madrid, de hecho, volvió desatado del vestuario. Defensa a defensa y ataque a ataque, la renta verde fue menguando hasta que Rudy Fernández colocó las tablas con un triple, 48-48, a dos y medio del final del tercer cuarto.

El equipo demostró saber estar y reaccionó. No hubo ni margen para la zozobra. Dos triples de Waczynski sirvieron para cerrar el tercer y abrir el último cuarto. El Unicaja recuperó su colchón con dos triples más de Milosavljevic. La diferencia estuvo siempre en una zona de confort para no sufrir más de la cuenta en el esprint final, hasta ese 80-75 que hizo estallar a un Carpena entregado a la buena suerte de los suyos.

Hay vida en la Euroliga. Europa sigue siendo un objetivo. La semana que viene, otra final. Esta vez frente al Baskonia, un rival directo en la lucha por la octava plaza. Será también en el Carpena. Un partido que merece otro lleno en las gradas. Como el de ayer. Ojalá.