Un Unicaja irregular, que jugó a tirones y sin ritmo, pero que es verdad que tuvo el partido muy de cara en el tercer cuarto, 36-43, cedió en Vilnius en el arranque de una Eurocup que ya sabíamos que iba a ser mucho más dura que la de hace dos años y que ayer quedó claro ya desde el primer partido.

No es cuestión de buscar excusas, pero no era nada fácil lo de ayer en Vilnius. El ambiente del Siemens Arena, la necesidad del rival por no fallar en su pista y el accidentado viaje desde Málaga, con excursión por media Europa incluida, hacía más difícil todavía el estreno continental de los verdes. Pero tampoco se puede negar que la imagen del Unicaja no fue nada buena en la cancha lituana. Para ganar en Europa fuera de casa es necesario poner sobre el parqué mucho más de lo que expuso un Unicaja errático en el arranque, serio después hasta mediado el tercer cuarto, pero superado por su rival a la hora de la verdad, cuando se decide todo, en un final de partido realmente malo en el que no hubo ni opción a la victoria.

En una liguilla tan corta, la derrota de ayer disminuye seriamente el margen de error de los de Casimiro en lo que esté por venir. Es verdad que en esta competición lo único importante es pasar y no tanto hacerlo como primero, segundo, tercero o cuarto. No hay nada más que recordar cómo el Unicaja levantó el trofeo hace dos temporadas, superando tres play offs consecutivos con desventaja de campo ante el Bayern, el Lokomotiv y el Valencia, en la finalísima. Pero un puñetazo encima de la mesa en Vilnius habría sido interesante, sobre todo para que los rivales vieran que los de Los Guindos van a por todas otra vez en esta segunda competición europea.

El inicio del partido fue descorazonador. El Rytas fue un ciclón, que en menos de 4 minutos ganaba 9-0 a un Unicaja arrollado por su eurorival. Luis Casimiro no especuló. Paró el partido con un tiempo muerto y el guión cambió por completo. El marcador se equilibró, 11-11, aunque la mejoría fue fugaz y otro arreón de los locales les permitió irse al primer parón con 7 de ventaja (20-13).

El arranque del segundo cuarto sí encendió la luz de alarma. Un parcial de 8-2 colocó el 28-15 para los bálticos, empujados por una grada entregada a la suerte de los suyos. El Unicaja era esos minutos una caricatura, desbordado por la velocidad y la agresividad de un rival mucho más metido en el partido. El entrenador manchego pidió otro tiempo muerto. Esta vez la mejoría del equipo no fue fugaz. Sin hacer nada del otro martes, simplemente poniéndole ganas en defensa y cuidando algo más el balón, el Unicaja fue restando puntos a la diferencia en el marcador. Bajó de los 10 de desventaja, luego se puso a 5, después a 3 y apretó lo suficiente para que le diera tiempo de colocarse por primera vez por delante, justo antes del descanso, 34-36, tras dos tiros libres de Kyle Wiltjer, otra vez muy acertado, pero de más a menos a lo largo de los 40 minutos.

El Unicaja volvió mejor del descanso. Lessort se echó el equipo a la espalda y el Unicaja marcó una máxima de 7, 36-43. Lástima los buenos minutos del exobradorista Bendzius, que desde el 6.75 martilleó el aro verde y mantuvo a su equipo en el partido al llegar el minuto 30, 54-55.

Estaba claro que la suerte de unos y otros iba a decidirse en el esprint final. Y ahí, el Rytas fue mucho mejor. El equipo local estuvo más activo en defensa y le puso más ganas. Muchas más ganas. O al menos eso fue lo que pareció en 10 minutos finales en los que los de casa fueron otra vez un ciclón que pasó por encima del Unicaja.

No hay tiempo tampoco para lamentarse. Hoy viaje de vuelta directos a Madrid donde mañana mismo espera el Montakit Fuenlabrada. La próxima cita europea, en el Carpena, el martes que viene, contra el Fraport Skyliners alemán. Y ¿ojo! Ese día sí hay que ganar.