El 10 sigue brillando. En realidad, nunca ha dejado de hacerlo, desde que comenzó a entrenarse en las canchas al aire libre de Marbella hasta que su número y su nombre cuelguen para siempre del techo del Martín Carpena. "Llovía y mi padre seguía pasándome la bola para lanzar a canasta", recuerda de su infancia Carlos Cabezas Jurado, que a sus 38 años sigue jugando al baloncesto, ahora en el Alba Fehervar de Hungría, donde apura la carrera de un jugador que lo ha sido todo en el básket y que confía en seguir jugando "hasta los 40".

Probablemente, Carlitos sea el mejor jugador malagueño de la historia. Y tras pasarse medio año en el dique seco, sin ofertas atractivas, ha vuelto a la acción. A hacer lo que mejor sabe. "No tengo las piernas de antes, pero he mejorado la lectura y el tiro de tres puntos", narra desde su nueva vida en la coqueta ciudad de Székesfehérvár, a 3.000 kilómetros de casa, de 100.000 habitantes, cerca de Budapest, donde el base malagueño sigue impartiendo lecciones.

"Estoy muy contento aquí, haciendo lo que más me gusta, con un equipo que me ha recibido con los brazos abiertos. Lo más importante, que era mi reto, era demostrarme que aún me quedaba básket. Después de estar mucho tiempo sin competir he demostrado que tengo baloncesto y que aún tengo cuerda", relata a La Opinión Carlos, que ha trabajado con un preparador personal (Fran Naudrup) todo este tiempo, a caballo entre Marbella y Málaga. "Hasta esta semana lo he tenido aquí conmigo, ya me ha dejado a punto".

Carlos, el superviviente de la Generación del 80, la mejor que ha dado nuestro baloncesto, y de la que sólo quedan en activo Pau Gasol, Felipe Reyes y él, sigue alargando su carrera, llena de recuerdos imborrables, como la que vivió en primera persona con esos inolvidables "júniors de oro". "Tenemos un grupo de whatsapp con la mayoría y nos seguimos manteniendo en contacto". Mannheim , Lisboa, Varna, Saitama y Katowice. Son las ciudades que han marcado la historia del básket de nuestro país, y en todas esas batallas ha participado Carlitos, exponente de esa generación. "Quedamos tres en activo. Las lesiones nos respetaron. Los tres estamos a niveles diferentes, claro. Los tres estamos aún aguantando y me pone muy contento. El "Informe Robinson" que nos dedicó fue muy bonito y lo ha refrescado todo. Han sido muchos años, y esto nos ha llenado de recuerdos. Recordar esos momentos, tras 20 años, siempre quedará porque se vivieron momentos inolvidables".

Cabezas ahora disfruta de su pasión en Hungría, con el Alba Fehervar. Acudió de urgencia a la llamada del club, que tras asentarse en la elite de su país este curso arrancó con dudas y derrotas. "Tenemos una plantilla competitiva. En la ACB sería un equipo para luchar por la permanencia, quizá un poquito más alto que LEB Oro, porque hay jugadores americanos que cobran bien y que suben el nivel. El nivel en Hungría es el que es. Hay tres equipos bastante buenos. Empezaron mal pero con la llegad de Jesús Ramírez como nuevo entrenador, con dos fichajes más además del mío y un grupo de buenos jugadores que hay, creo que podemos alcanzar el objetivo de estar en play off y llegar al menos a semifinales".

El equipo es octavo de 11 equipos en la Liga de Hungría, con un balance de ocho victorias y 11 derrotas, pero está a sólo un triunfo del PVSK Veolia, que es octavo. Carlos ha jugado cuatro partidos ligueros ya, con un promedio en pista de 20:30 minutos, en los que promedia 7,3 puntos (50% en triples con 6 de 12), 4,8 asistencias, 1,8 rebotes y 11,8 de valoración. El equipo también sigue vivo en la FIBA Europe Cup, la segunda competición de la FIBA. Es tercero de un grupo de cuatro, empatado con el Balkan búlgaro y a un triunfo del Nes Ziona israelí. En los tres choques que ha jugado, con 20:35 minutos en pista de promedio, suma 9 puntos (50% en triples con 6 de 12), 2,7 asistencias, 1,7 rebotes y 8,7 de valoración.

El Alba Fehervarde Hungría supone su enésima aventura después de haber en la ACB y tras las experiencias en Rusia, Francia, Argentina y Venezuela. "Me quedé con buenas sensaciones en Argentina cuando acabé, jugué muchos minutos también en Venezuela. Sabía que le baloncesto no se había acabado para mí, pero sí es verdad que tenía miedo porque con mi edad, y con el parón tan largo que he tenido, no sabía cómo iba a responder mi cuerpo. Pero a base de constancia y de trabajar en la soledad, con mucho trabajo en el pabellón de Marbella y en El Higuerón, lo hemos hecho. Estoy sano y fresco, sigo manteniendo mi nivel de competitividad y sabía que tenía baloncesto. Y todo eso me ha llevado a poder jugar a un buen nivel aquí".

La vida en Székesfehérvár es my diferente a Málaga. "Es la quinta ciudad más grande del país y tiene mucha historia. Es muy acogedora y tranquila. El Centro es precioso, hay buenos restaurantes y la catedral es increíble. Cuando llegué en enero esto estaba cubierto de nieve, pero ahora se ha quedado un tiempo bueno y se nota, con más gente en las calles. Esta semana hemos tenido una media de 14 grados. Hace frío por la mañana y cuando anochece, pero la ciudad está bien y tengo Budapest a media hora en coche, como si fuera de Málaga a Marbella. Y cuando tengo el día libre me voy a pasar allí el día, es una ciudad alucinante".

El equipo está inmerso aún en cambios, por lo que va creciendo día a día. "Vamos a ser un rival muy difícil de batir, el equipo va subiendo día a día su nivel, haciendo mejor baloncesto, y vamos a llegar en plenitud a la lucha por el título". Para que se haya adaptado tan rápidamente ha sido clave la presencia en el banquillo de Jesús Ramírez. El que fuera ayudante de Carles Durán en Bilbao la pasada temporada en la ACB le ha sabido entender desde el primer día. "Él me ha dado el equipo enseguida, es muy fácil trabajar con él".

Desde que Boza Maljkovic le hizo debutar en el Unicaja ha pasado mucho tiempo. El baloncesto ha cambiado. Para Cabezas, "ahora es más atlético, más físico". "Ahora la gente tiene menos talento y más físico. Se ha perdido ese jugador talentoso de hace 15 años, y ahora los jugadores tienen más trabajo físico y son más atléticos. El básket en sí ha seguido una misma línea, no cambió demasiado".

Desde Hungría sigue día a día la actualidad del Unicaja. Trata de ver todos los partidos y no se perdió, claro, la decepción de Copa del Rey. "Fue un palo", reconoce quien ganó la Copa del Rey 2005 en Zaragoza para el Unicaja. "El partido fue raro. Está claro que es una derrota difícil, porque el Unicaja venía en un gran momento, con las victorias al final sobre Manresa y Madrid, y lo peor ha sido la lesión de Jaime, que era el baluarte de esta temporada, su jugador fundamental. Pero estas cosas a veces se ven venir, por la acumulación de minutos que ha tenido. La lesión de Alberto le ha obligado a tener más carga de minutos y estaba a un nivel tremendo. Pero el deporte no te perdona, y en su mejor momento ha pasado esto".

"Charly" lamenta el "escándalo" vivido en la final. "Ha sido un escándalo a nivel mundial. Es una pena que tres árbitros que conozco bien, con tanta experiencia, hayan permitido esas dos acciones. La falta de Randolph a Singleton y el tapón legal€ Han manchado el gran partido que vimos, la remontada de 17 puntos".

Sobre la eliminatoria de Eurocup ante el Alba de Berlín, el jugador malagueño la ve, debido a la baja de Jaime, "muy pareja". "El play off contra el Alba está más abierto que nunca. Jaime y su ausencia, a ver cómo la encajan. Veía favorito al Unicaja, pero ahora€ Aíto conoce bien el juego y el club, los alemanes están jugando muy bien y la veo pareja".

La lesión de Jaime vuelve a dejar abierta la opción de incorporar a un jugador, que ha de ser cupo, como también sucedió hace unos meses con Alberto Díaz. El malagueño se ofreció para ayudar al equipo, pero la entidad no le tuvo en cuenta. Una situación que ha ocurrido ya en varias ocasiones. "No me ha dolido, porque ya me ha pasado en otras ocasiones, en otros años que podría haber ido a ayudar. Yo soy muy consciente que ya no estoy para ser base titular y jugar 30 minutos, pero desde otro nivel sí que me siento útil para ayudar al equipo, a los jóvenes, a Alberto... Sí que es verdad que las formas podrían haber sido diferentes. Una llamada, alguna reunión... Yo siempre he estado a disposición del club, hubiese ido a jugar ahora gratis, pero ya es pasado, siempre tendré al Unicaja en el corazón. Es el club de mi vida y de mi corazón, y claro que me hubiese gustado poder terminar mi carrera en casa. Ya sé que ahora no puedo ser primer espada del Unicaja, como sí que lo fui durante muchos años, pero sí podría estar ayudando, con chicos jóvenes, con un rol secundario", confiesa Carlos Cabezas.

La camiseta de Berni Rodríguez ya está en el techo del Martín Carpena y la siguiente será la suya, aunque Carlos todavía no tiene notificación oficial. "Nadie del club se ha sentado conmigo para hablar del tema. Supongo que cuando me retire me dirán algo, pero todavía no me han dicho nada". Aunque para eso aún queda tiempo. Carlos se ve jugando más tiempo. ¿Hasta los 40? Él no se detiene ante nada. "A esta altura de mi carrera, ya me lo pongo temporada a temporada. A ver cómo termino de estos cuatro meses. Si acabo con buenas sensaciones no me pongo fecha, a ver cómo me van las cosas. Mínimo quiero estar un año más, quiero seguir tocando la guitarra aquí en Hungría. Y me encantaría llegar a los 40 años jugando a un buen nivel". Es Carlos Cabezas Jurado. Historia, aún en presente, del baloncesto malagueño.