El 22 de marzo se vivirán unas nuevas elecciones autonómicas. Sin embargo, serán diferentes a todo lo vivido hasta ahora. Ningún candidato repite; el tradicional choque entre PSOE y PP quedará diluido por la irrupción de pequeños partidos -UPyD y Ciudadanos- y está la gran incógnita de Podemos. Los resultados serán claves para vaticinar el futuro de las elecciones municipales, que se celebrarán dos meses después, y en juego están las elecciones generales de noviembre.

La inestabilidad estable. Andalucía ha vivido, desde 2008 y el inicio de la crisis, la época de mayor inestabilidad política de la democracia. Tres presidentes autonómicos -Chaves, Griñán y Susana Díaz- y multitud de consejeros -sólo por Fomento han pasado ocho en este periodo- han tenido responsabilidades de gobierno. Paradójicamente, es con IU cuando se ha tenido un gobierno más estable.

La apuesta más arriesgada. La convocatoria del adelanto electoral tiene una única protagonista, Susana Díaz. La actual presidenta autonómica ha planteado este órdago como una forma de buscar una cierta ventaja en un panorama político muy inestable y con el PSOE muy cuestionado a nivel nacional. Díaz sabe que tiene a favor una buena imagen y no cuenta con grandes sombras en su gestión, que en realidad se limita a 16 meses al frente de la herencia de José Antonio Griñán. Es la gran novedad del PSOE a nivel nacional y los medios la respetan. Cuanto más tiempo pase, ese bagaje se puede erosionar y aprovecharlo ahora es clave, sobre todo antes de que el proceso judicial del caso de los ERE avance más.

Sin embargo, hay otros elementos que han pesado a la hora de romper el pacto con IU. La inestabilidad es pura retórica, cuando hace apenas un mes que se aprobó un presupuesto para ejecutar en 2015 y nadie, hasta ahora, ha cuestionado el acuerdo. Para rascar las causas últimas del adelanto hay que apuntar a las cúpulas de los partidos. Por un lado, coge al PP con un candidato -Juan Manuel Moreno- todavía cocinándose y a IU con una base electoral más pequeña que hace un año, un candidato con escaso tirón popular -Antonio Maíllo- y dudas internas sobre qué camino tomar. UPyD y Ciudadanos no han consolidado su presencia en Andalucía con estructuras sólidas, el PA está en proceso de reconstrucción y definición y Podemos sigue siendo una incógnita. O rompe el tablero o se queda fuera de él.

Pero Susana Díaz también piensa en su partido y en las posibilidades ante la convocatoria de elecciones nacionales en noviembre y ante las dudas que plantea Pedro Sánchez, actual secretario general del PSOE. Un buen resultado la catapultaría a Madrid como la gran referente -y única- del socialismo. Un mal resultado haría peligrar el futuro del mismo PSOE, que correría el riesgo de iniciar el mismo camino hacia la irrelevancia del PASOK griego, devorado por su esclerosis interna y la aparición de otras alternativas de izquierda.

¿Puede Podemos? Esta formación se ha convertido en la reina de la fiesta sin haber participado en ninguna elección interna. Su irrupción en los comicios europeos fue un aviso para navegantes y las encuestas la sitúan como segunda, cuando no primera, fuerza a nivel nacional. Pero queda refrendar eso en las urnas. Las elecciones andaluzas serán el laboratorio de esta formación de cara a la convocatoria de noviembre para la presidencia del país. No lo tiene fácil con una formación que todavía está en construcción, con dudas en su estructura y algunas disensiones internas. Sus propias contradicciones y bisoñez le han jugado alguna mala pasada, como las declaraciones de Begoña Gutiérrez, secretaria provincial de Podemos Sevilla, sobre la Semana Santa. Las dudas y retrasos en la rectificación y la fuerte contestación social han dejado un mal sabor de boca en muchas capas sociales. Una de sus ventajas era la frescura y que venían sin estigmas, pero ellos mismos se han puesto el primero por su inexperiencia.

Los resultados en Andalucía servirán a Podemos para probar fuerzas, sin mucha presión porque aspiran a la pieza mayor de las elecciones generales. Eso sí, si están demasiado por debajo de sus previsiones puede que se desinfle esta alternativa.

Los candidatos, uno a uno. Por primera vez en la historia, las elecciones andaluzas se celebrarán sin candidatos veteranos. Todos los cabeza de lista son novatos, lo que aportará mucha más frescura y una campaña diferente, aunque es posible que también asistamos a resbalones antológicos.

El objetivo del PSOE es mantener la actual imagen de Susana Díaz y protegerla de los ataques. Su embarazo puede ser un inesperado arma electoral, mientras que su inteligencia política le permite aprovechar sus recursos con eficacia. No hay nada como creerse ganadora para aparentarlo y el resto lo asuma. El PP tiene que arriesgar, es quien más perderá de sus fallos, pero viene con muchos deberes hechos por una intensa labor discreta de Juan Manuel Moreno para hacerse conocer por colectivos y recorrer Andalucía.

IU se presenta con muchas dudas. Maíllo y sus compañeros se ven traicionados por el PSOE, mientras Podemos le gana terreno electoral como alternativa real al bipartidismo. A su favor juega cierta credibilidad ganada como gestores. Aunque su cabeza de cartel carezca de tirón popular, está acostumbrado a remar contracorriente y aprovechar sus recursos.

Teresa Rodríguez es la gran baza de Podemos. Tendrá el apoyo del núcleo de Pablo Iglesias, lo que le servirá para ganar en difusión. La experiencia de las elecciones europeas no es transplantable a unas andaluzas y esta falta de conocimiento puede pasarle factura. La clave está en mantenerse de perfil en temas candentes y dejar que el resto de partidos le hagan la campaña.

Ciudadanos aspira a ser una de las grandes sorpresas el 22 de marzo. En poco tiempo se ha colado en las encuestas, superando a UPyD y el PA, que llevan más tiempo trabajando al electorado. No obstante, Podemos se ha llevado gran parte del voto protesta que recogían.