Empieza a pasar algo desagradable: amanece (que no es poco) y ya te dan una mala noticia; la última que las cuentas públicas vuelven a ser deficitarias después de haber cantado, contado y gastada tanto y para tantas cosas el superávit de los últimos años. Lógicamente es un problema añadido aunque previsible. Pero José Blanco, ese hombre, ha desmontado la mala noticia con sus profundos conocimientos económicos: el superávit no es un objetivo en sí mismo sino un triunfo del Gobierno socialista. Ante esta frase para la historia de la Economía, alguien ignorante como un servidor, se pregunta un par de cosas: si el mentado superávit no es un objetivo en sí mismo ¿cómo puede convertirse en un triunfo el hecho de lograrlo? Y si es un triunfo conseguirlo, ¿cómo se denomina cuando ese objetivo no se logra? ¿Fracaso? No; antes muertos que admitir un solo fracaso, una sola equivocación, hasta un solo despiste. El Gobierno, los gobiernos, cada vez más se van haciendo religiones en los que hay que creer con fe y no con lógica porque, sencillamente, nunca se equivocan. Analizando los cien días del Ejecutivo, Blanco insistía en que frente a la crisis, se han movido "con rapidez, realismo, determinación y confianza". Pues menos mal. Imagínense cómo estaríamos sin una actuación tan brillante y eficaz como afirma el ´número dos´ del PSOE.

Así que siguen en sus trece y pese a que los famosísimos 400 euros continúan siendo la risión de lo que sí saben de economía mucho más que de medidas populistas, cada vez que tienen ocasión los sacan a relucir como la decisión más importante y ´social´ de lo últimos tiempos. Y menos mal que la crisis viene dando fuerte, porque si no, a estas alturas, el ICO se hubiera convertido en una especie de Monte de Piedad de empresas en crisis. Rectifico: de grandes empresas en crisis que en las vacas gordas asfixiaron al ciudadano con precios obscenos que, al final, les han explotado entre las manos. Pero la tormenta es demasiado fuerte, ya digo, como para permitir enfrentamientos entre Sebastián y Solbes.

Y la oposición dando caña que es lo suyo. Pero que se limite a hablar de los cien días de ZP, porque uno lee el programa electoral del PP y ni de broma se intuye en él ningún atisbo de posible crisis y se basa en muy parecidas predicciones que las del Gobierno. Aquí no conviene pasarse de listo porque en Génova tampoco vieron llegar las nubes hasta que empezó a llover. ¿Que es el Gobierno el responsable de abrir el paraguas? De acuerdo, pero nada más, porque PSOE y PP se las prometían igual de felices.

Lo peor es la urticaria de ZP a todo lo que le pueda desdibujar la sonrisa y el discurso del optimismo. Ahora parece que se va a reunir con grandes economistas, pero no va a servir de nada, ya se lo adelanto. Porque de las crisis se sale dando malas noticias, suprimiendo el solomillo y renunciando a caprichos. Incluso renunciando a decisiones o compromisos que se tomaron en las buenas épocas y que ahora son un lastre insostenible. Y todo esto, además de ser impopular, no se puede anunciar con una sonrisa. El presidente, tarde o temprano (y ojalá sea temprano) tendrá que elegir entre hacer rascarse la urticaria ahora o que todos terminemos chutándonos Urbasón en vena.