Lo que más me molesta de ese partido llamado UpyD, o algo así, es que personas tan evidentes como Fernando Savater participen de una aventura política demagoga, absurda y mentirosa. Demagoga, porque se agarra como una lapa a las contradicciones de los demás para ocultar las propias. Absurda porque representa un descontento legítimo hacia la política para practicar abono del desconcierto. Mentirosa, porque su líder, esa señora vestida de adefesio, hace bandera a la contra de todo lo que en su día apoyó, como consejera del gobierno vasco y como militante del PSE-PSOE. Un político vasco dijo hace unos días que la supuesta vigilante de las esencias patrias "tenía más cara que espalda." E ilustró su comparación en tres asuntos esenciales. La Díez repudia la política lingüística de Euskadi: en su día la apoyó y votó a favor de la misma; rechaza el concierto económico vasco: no sólo también lo apoyó sino que fue una firme partidaria de las llamadas "vacaciones fiscales vascas" que la UE ha suprimido. Y como estrambote, fue la más peleona al defender la continuidad del gobierno de coalición con el PNV, cuando la mayoría de los socialistas vascos sabían que aquello ya no daba más de sí. En resumen, la particular susanita recortable de la política española, se debió caer de algún caballo –camino de la pasarela Cibeles, seguro– y ha convertido en pecados todos sus principios pasados, y viceversa.

Pero el odio mayor, la cara enjuta y cejijunta, se le acentúa al máximo cuando habla de Rodríguez Zapatero: hace diez años la machacó en un congreso. En fin, a ver si unos pocos conseguimos aportar algunos datos para que la ciudadanía no se deje engañar por

ella, ni por la caterva mediática que la apoya cual si de Cid Campeador se tratara.