Pero no es así. Muchos creen (o quieren creer) que la gente ya se ha acostumbrado a todo. Pero por muy impávida que se haya vuelto esta sociedad que somos, un españolillo que no sea muy sinvergüenza y que esté en la peluquería (un suponer) y ve un periódico y lee que Rato intentó engañar al juez pretendiendo negar el cobro de comisiones haciendo pasar esos pagos por trabajos que nunca hizo… ¡Hombre! Es que Rato no era un Dioni, es que fue vicepresidente del Gobierno de España y masca del FMI. Y no lo ha denunciado al juez un tertuliano de Sálvame, sino la UCO, la Unidad de delitos económicos de la Guardia Civil (si alguno de sus agentes pensó que al elegir esa unidad iba a trabajar poco, en esta España mía en esta España nuestra, equivocó el pronóstico).

Cabreo desempleado. Y si encima la peluquería en la que está el españolillo o illa es de Málaga, se hace más probable que su cabreo aumente en días como éste en que andan calentitas las cifras del paro registrado de noviembre, 4.200 parados más en la provincia malacitana. Y cuando se despertó, la crisis seguía ahí. Esa crisis durante la que se ha defendido a los bancos que han engañado, impuesto cláusulas suelo y comisiones desbordadas, desahuciado y cerrado el grifo del crédito a miles de sus clientes. Porque todo es sistémico menos tú, ya lo sabes antaño miembro de la clase media, también antaña.

Agencia del cabreo. Un cabreo que puede realimentarse con la decisión de la ministra de Sanidad, la barcelonesa Dolors Montserrat, de que la Agencia Europea del Medicamento se vaya a Barcelona. Málaga era una de las ciudades que pugnaba por tener esa agencia que conlleva cientos de empleados y la blanca actividad económica que su movimiento vital aporta. Se veía venir. En Andalucía dos ciudades, Granada y Málaga, pugnaban por traérsela de Londres (junto a Alicante, Tenerife, Alcalá de Henares y hasta Madrid que se apuntó a última hora). No era fácil decidir una. Y quién va a reprochar que Barcelona no sea idónea para cualquier cosa. Y Málaga. Esto de las políticas de Estado y las políticas de las comunidades autónomas y las de las ciudades no termina uno de entenderlo, aunque uno se sabe la teoría. Pero que lo de «quien no llora no mama» siga siendo de una eficacia insoslayable también lo sabe uno. Si amenazas con desgarrarte del mapa vienen los pegamentos económicos (como los conciertos) y los regalos casi por Navidad (como una agencia europea). Da coraje, aunque sea un coraje con sentido de Estado.

Cabreo partidario. Y más se cabrea uno sabiendo que cuando estas cosas pasan, los del partido que está detrás del Ministerio van a acusar a la Junta de Andalucía por no haber apoyado más y mejor a Málaga y/o a Granada (incluso lo lógico habría sido apostar por sólo una y hacer de ariete con ella). Y los del partido que está detrás de la Junta van a denunciar la desafección del Gobierno con Andalucía. Y te pilla tan cansado que lo único que se te ocurre es ponerte otra vez a recomendar a todo el mundo que vean La llegada, la película de marcianitos y mucho más dirigida por el interesante Denis Villeneuve. Tanto en la peli como en el libro en que está basada, pasado y futuro se dan la mano en un círculo que dura toda la vida. A ver, es como si antes de morder la magdalena proustiana ya supiéramos que nos va a evocar no sólo aquello que ya habíamos vivido sino lo que vamos a vivir y, por tanto, estamos viviendo ya al saberlo. Uf, debería la agencia europea ésa dispensar un medicamento para los efectos secundarios de esta última frase...

Cabreo cubano. Por eso sé, por ejemplo, que la representación española en los funerales de Castro en mi bendita Habana ha sido la adecuada. Porque unos han dicho que elegir al padre del Rey, el rey Juan Carlos, era un exceso; y otros que su figura ya emérita era una representación escasa. Así que intuyo que hemos hecho bien en enviar al monarca. Tengo una vinculación afectiva de ir durante años como reportero de cine a La Habana, donde he vivido las contradicciones políticas y económicas de la isla y donde tengo gente querida. Uno anda ya algo vivido por la vida. Así que sólo diré que Cuba es un asunto mucho más de los cubanos, para su bien y para su mal, que de quienes opinan o deciden sobre Cuba. Y que, eso sí, aún siendo Castro un dictador, que lo fue, reducir a esa infeliz categoría su obituario es más una intención que un acierto.

Cabreo sanitario. Y si esa españolilla o illo de la peluquería está esperando cita en Málaga para que el cardiólogo vea a su padre o para que le encamen (Málaga tiene la peor ratio camas-habitante en Andalucía) o es una de esas 45.000 personas en Málaga que esperan una primera visita del especialista, el cabreo le puede durar hasta mucho después de que le corten el pelo…

Porque hoy es sábado.