Viaje en AVE el miércoles a las 16.00 horas. Llegada al hotel, de cuatro estrellas. Paseo por Madrid y cena. Mañana del jueves libre y por la tarde, visita al Wizink Center, donde juega el Real Madrid. Cena en buffet libre y a la cama. Y para hoy viernes, otro día de estancia en la ciudad, a gastos pagados para todos: técnicos y jugadores. Y el sábado, a hacer el petate y camino a Andorra. Allí ya veremos...

Éste ha sido el plan de viaje del Unicaja. Algo incómodo, porque el martes hubo partido ante el Zalgiris y poco tiempo de descanso. Eso es verdad. Y la parejas tuvieron que quedarse en Málaga. Y eso es un rollo, no se disfruta igual. Lo del orgullo, el honor y eso de tirarnos al suelo a pelear por cada balón y partirnos la cara y dejarnos el pellejo... y tal y cual... Eso queda ya para otro partido, para otro día. Ojalá que para Andorra, el domingo, que bien que nos va a hacer falta. Lo de Madrid eran vacaciones pagadas. Una defensa en zona de 40 minutos de manual para no castigarnos mucho y así parar a las «numerosas torres» del Madrid y olvidarnos de los «malos tiradores» blancos. Y a aguantar el chaparrón. El problema es que el guía se equivocó de camino. Y en vez de edulcorar el partido, firmar una derrota honrosa, justificarlo en la rueda de prensa con dos cositas y poner un par de tuits de un par de jugadores o incluso un vídeo levantando la moral de la tropa verde, pues permitió que el Madrid le ridiculizara y avergonzara.

Y ojito, que el Madrid no hizo nada del otro jueves. El Unicaja cayó sin dignidad por su propia incomparecencia. El equipo se bajó del autobús para hacer el tour turístico por el antiguo Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid y le dieron un meneo de cuidado. Un meneo que tiene poca justificación. Sobre todo porque el mensaje comienza a estar repleto de darditos mediocres y la afición, una parte al menos, lo que pide es que no te pinten la cara cada dos por tres, ganarle a los rivales de «tu» Liga y ser lo más competitivos posibles con los que, a priori, son mejores que tú.

El Unicaja no está cumpliendo estos parámetros mínimos. En la ACB camina con 4-4. Peligro, peligro. Y en Euroliga se pone con un complicado 3-5, tras haber recibido ya en el Carpena a Estrella Roja, Zalgiris y Brose, tres de los rivales, con todos los respetos, a los que hay que superar sí o sí.

Porque ahora sí que vienen curvas. En la del Real Madrid, el bus turístico derrapó y dio tres vueltas de campana. Y ahora llega un calendario atroz: CSKA Moscú, Panathianikos, Baskonia, Khimki, Barça, Milán y Maccabi. Eso de aquí a final de año. No sé yo si el mensaje con tintes tan mediocres lanzado hasta ahora va a aguantar con el chiringuito en pie.

Que es más que entendible que con 25 abajo ante el Madrid eches el toldo y te pongas a pensar en Andorra. El problema es cómo has llegado a ir palmando por 25. Sin haber puesto un mínimo de intensidad en la pista. Sin haberlo intentado por todos los medios. Sin planes diferentes. Sin estar metido en el partido de verdad. Sin tirarte al suelo, dejarte el pellejo y partirte la cara. Con un ataque de chiste, más parecido al balonmano que al baloncesto: pases horizontales, cortes de los exteriores para recibir fuera y a tirar de tres. Cero agresividad. Cero intención de hacer daño penetrando y forzando situaciones diferentes...

Si el Unicaja hace todo esto antes y el Madrid se va 25 arriba, porque es muy bueno, porque tiene a Doncic y por 500 historias más, pues todo es justificable, razonable y entendible. Pero el tema es que, al menos ayer, dio la impresión de que el equipo no salió a competir. De que se asumía que se perdía por 20 ó 30. Que el Unicaja salió a pista pensando más en Andorra. O, tal y como comenzamos, con la visita de hoy al Prado, al Thyssen y al tour del Bernabéu. Y así... ¡¡¡no!!!

Un sonrojante 42.1% en tiros de dos, un lamentable 21.7% en triples y un impresentable 62.5% en el tiro libre. 50 de valoración en 40 minutos. 15 pérdidas. Las lecturas son todas negativas. El equipo estuvo blandito, faltó agresividad, no hubo tensión y el ataque es un caos. De McCallum a Shermadini. De Salin a Musli. De uno a otro y de otro a uno. La cara «colorá» como un tomate y una ausencia total de estímulos positivos. Esto apenas acaba de empezar, pero la Euroliga se puede hacer demasiado larga. El Unicaja ha pasado la parte buena del calendario con 3-5 en el casillero y en el puesto 12 de 16, a falta de que acaben los partidos de la jornada de hoy. No es para estar satisfechos, más allá del mérito de ganarle al Fenerbahce y al Efes en Turquía. Los revolcones de Valencia (91-53) y el de Madrid (89-57) tienen poca justificación. Y palmar en el Carpena con Brose y Zalgiris es dañino, como una puñalada. Esto sigue. El domingo, a Andorra. La ACB -y la Copa- no esperan.