La uva pasa de Málaga ya es Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (Sipam), el primero en el continente europeo. Este reconocimiento del comité científico de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agroindustria (FAO) supone un premio a la perseverancia en un cultivo milenario, al amor por el trabajo tradicional y a la apuesta de los productores para que su labor no caiga en el olvido.

Y es que muchos autores confirman la importancia de la economía vitícola malagueña durante los siglos XVII y XVIII, época en la que las cepas ocupaban sólo las zonas montañosas, debido a una pragmática de Carlos II en la que se ordenaba que las viñas se plantaran exclusivamente en terrenos inaccesibles al arado, por lo que muchos municipios de la Axarquía continuaron con dicho monocultivo.

El mayor esplendor de la uva pasa se alcanza a finales de los años setenta del siglo XIX, en el que llegó a dominar la totalidad de la superficie teóricamente utilizable con carácter de casi monocultivo, existiendo una patente relación entre el cultivo de la vid y la topografía accidentada.

En este sentido, el principal factor que ha generado el reconocimiento por parte de la FAO ha sido la forma en la que se cultiva la uva pasa en la Axarquía. En el proceso se utilizan técnicas ancestrales transmitidas de generación en generación, realizándose cada una de las tareas de forma manual.

Así, la plantación y el laboreo se llevan a cabo utilizando el azadón y el pico, igual que la poda, para lo que el viticultor se sirve de tijeras específicas, y la fertilización, que, cada dos años, lleva al agricultor a efectuar una aplicación de estiércol a mano. Asimismo, los pocos tratamientos fitosanitarios que se aplican se realizan con la ayuda de una mochila que el productor transporta sobre su propia espalda.

Llegada la época de vendimia, los racimos se cortan con navaja y se colocan en las aportaderas o cajas que luego se ubican sobre un armazón llamado «espedrera», el cual se posiciona a su vez sobre el mulo que transportará las uvas al lagar. El proceso termina con el desgranado de la pasa, una vez concluido el secado de la uva. Este último paso se desarrolla a través de un proceso de deshidratación por la acción del sol de los frutos maduros de las uvas, lo que permite conferir a los mismos unas condiciones óptimas en cuanto a dulzor, textura y color.

«Yo aprendí este oficio de mis abuelos. En concreto, mi abuela materna siempre me hablaba del proceso para la obtención de la pasa», manifiesta Antonio Baena, uno de los agricultores de la localidad de El Borge, que además incide en lo laborioso de las tareas: «Hay que sacar a hombros las cajas de pasas desde el terreno hasta el lugar donde esté el mulo o el coche, debido a la inclinación de las parcelas. Y antiguamente era peor, ya que había que andar unos 20 o 30 minutos con el producto a cuestas hasta entregarlo a los paseros».

Francisco Blanca, otro de los productores de uva pasa de la zona de la Axarquía también reconoce que aprendió gracias a sus familiares. «Mis abuelos y mis padres me lo enseñaron todo. De hecho, mi padre, con 72 años, sigue yendo a la viña», explica, a la vez que hace hincapié en que le preguntaba insistentemente a sus progenitores cómo se debía hacer cada una de las tareas del proceso de obtención del fruto. «El secado, sobre todo, es muy laborioso. Se extiende durante dos meses tratando las pasas una a una», indica este agricultor.

Pese a que la uva pasa moscatel de la Axarquía ya ha conseguido ser Sipam, el proceso hasta la obtención del reconocimiento no ha sido fácil. El punto de partida fue la creación de la Asociación Moscatel, colectivo que pretendía poner en valor las profesiones, la cultura y la economía relacionadas con los viñedos y la producción de pasas. A finales de 2015, dicha organización propuso a distintos actores preparar una propuesta para presentarla ante la FAO.

Ya en la primavera del pasado año 2016, los principales actores -distintos municipios de la comarca de la Axarquía, organizaciones profesionales agrarias, cooperativas y el Consejo Regulador de las denominaciones de origen Málaga, Sierras de Málaga y Pasas de Málaga- acordaron iniciar la preparación de la propuesta en el transcurso del taller denominado «La pasa Moscatel, un sistema importante e ingenioso de la agricultura», que se desarrolló en la localidad de Almáchar.

Sólo unos meses después se crearía un Comité Técnico promovido por la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural que, en varias reuniones periódicas, se encargó de desarrollar la propuesta para el reconocimiento de la uva pasa. Así, en el mes de julio de este año se presentaría al Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente la candidatura, para que ésta fuera entregada a la FAO.

Finalmente, hace algo más de una semana, un grupo de expertos de la organización internacional visitaba la comarca de la Axarquía para conocer el cultivo de la uva pasa moscatel, declarándolo Sipam el pasado jueves en una reunión mantenida en la ciudad italiana de Roma.

«Será un revulsivo para el cultivo de la pasa y para la zona a nivel turístico, ya que la conocerá más gente. Esto es algo similar al reconocimiento de Patrimonio Mundial de los Dólmenes de Antequera», manifestó el delegado de Agricultura en Málaga, Javier Salas, quien resaltó que el reconocimiento servirá para «instar a proteger más este patrimonio agrícola».

El responsable del Gobierno andaluz ya se desplazó recientemente hasta Pekín (China) para defender la candidatura malagueña en un congreso internacional de la FAO. «Esta declaración puede llevar a efecto que el cultivo crezca y se mantenga para que los agricultores vivan con dignidad», apuntó.

Eso es precisamente lo que desean los propios productores. «Lo hemos trabajado todo con mucha fe, merecemos este reconocimiento ya que es la mejor pasa del mundo. Esperemos que influya en los agricultores, para que cuidemos más las viñas», indica Antonio Baena.

Francisco Blanca cree que el hito les dará una «promoción muy buena» y les permitirá solicitar más ayudas para sus cultivos. «Es importante para que los agricultores aguanten y mantengan el cultivo de la pasa, de tal forma que exista mayor relevo generacional, el cual ahora mismo no está garantizado», explica.

La satisfacción y la esperanza también son las sensaciones actualmente existentes en los ayuntamientos de los principales municipios productores de uva pasa en su variedad moscatel. «El reconocimiento servirá de protección para que el cultivo no desaparezca, pues se encontraba en riesgo», aseguró el alcalde de El Borge, Salvador Fernández, que indicó que «prácticamente es el único fruto que podemos cultivar, por lo que esperamos un importante impacto económico, también a nivel cultural y paisajístico».

Por su parte, el regidor de Almáchar, José Gámez, recalca que la declaración les beneficiará «en la línea de recibir ayudas de las administraciones nacionales y también de Europa». «También servirá para mantener a la población pegada al territorio, dando rentabilidad a los cultivos», manifiesta, a la vez que apunta que se producirá un «efecto llamada que generará riqueza, dando a conocer un producto de primera calidad a nivel mundial».

Suelen decir que el consumo de la pasa ayuda a mantener una mejor memoria a largo plazo. Sin embargo, seguro que a los productores de la comarca de la Axarquía nunca se les olvidará el día en el que su fruto estrella se convirtió, tras la declaración de la FAO, en Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial.

@ccasadob