Arte

Sottsass, en el Pompidou: el diseño como extensión de la vida

El Cubo del Muelle Uno tiene nuevos habitantes:un centenar de objetos de diseño, dibujos, instalaciones y fotografías con las que el controvertido creador austriaco reformuló con ingenio y sentimiento las leyes del diseño

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Al principio, las máquinas de escribir eran negras y metálicas. Después, grises. Hasta que en 1969 llegó la Olivetti Valentina de Ettore Sottsass, roja, de plástico y portátil. Una creación mítica del diseñador, arquitecto y teórico italiano, fallecido en 2008 y cuyas singulares creaciones llegan ahora al Centre Pompidou Málaga con la retrospectiva 'El pensamiento mágico'. 

Carismático, revolucionario pero también fieramente discutido por los defensores de la funcionalidad como único norte del diseño, Ettore Sottsass (Innsbruck, 1917-Milán, 2007), hijo del arquitecto racionalista del mismo nombre, fue el introductor del color, el humor y el sentido lúdico en el diseño industrial. Si usted es de los de la emoción antes que la función y defiende que se puede conjugar mecanización y placer, acuda inmediatamente al Cubo del Muelle Uno. 

India, la creatividad meridional frente a la rigidez alemana y la beat generation... Las influencias de Sottsass fueron muchas y variadísimas, aunque todas circulaban en una misma dirección (quizás todo fuera una reacción contra su progenitor, un arquitecto racionalista). En realidad, una anécdota que solía contar Sottsass es la que mejor define lo que pretendía (o conseguía sin pretender, en realidad) con su obra: «Una vez, hice una pequeña cerámica y se la di en mano a mi pareja: se puso a llorar y me besó». Por eso, el creador sentenciaba cuando se le pedía un balance de su carrera: «Si algo se salvará, será la belleza». 

¿Y dónde encontró la belleza el austriaco? Máquinas de escribir, calculadoras, todo tipo de mobiliario, joyería, cristal, iluminación, objetos para el hogar y la oficina y un larguísimo etcétera de, en sus palabras, «símbolos": «Sottsass no entendía el diseño como una profesión, sino como la necesidad antropológica del ser humano de estar rodeado de cosas, una de cuyas funciones es ser un símbolo», resumió en una ocasión el arquitecto Juli Capella. ¿Y cómo las hizo? Siempre pensando en «los sentimientos»: dejó la arquitectura porque entendía que se estaba acercando más a la ingeniería que a las vivencias existenciales de la gente y a él nada de eso le interesaba, porque las ideas comerciales-racionales las entienden hasta los analfabetos». Lo de Sottsass era la vida, el color, el ritmo y la vibración, de lo que El pensamiento mágico va sobrada.

La mítica Valentine de Sottsass

La mítica Valentine de Sottsass / Álex Zea

Exposición

La exposición del Cenre Pompidou Málaga comienza con las agendas del diseñador, «que son obras de arte porque reunían sus actividades, sus dibujos y el espacio mental donde organizaba todo su trabajo», destaca Marie-Ange Brayer, comisaria de la muestra.

El recorrido cronológico comienza por un periodo más desconocido, el de los años 30 y 40, cuando todavía no existía una formación de diseñador y viaja a Turín para formarse como arquitecto. Decisiva fue la aparición en la vida del austriaco de Adriano Olivetti, «un empresario diferente, un gran humanista que quería dar otro marco de vida a los obreros». Entonces, Sottsass se convirtió en un diseñador industrial.

En 1959 diseña el primer ordenador italiano, el Elea 9003, a los que siguen máquinas de escribir como la Tekne 3, la Praxis 48 y, especialmente, la mítica Valentine (1968), que se convierte en un icono del diseño por su color rojo y su ligereza.

Tras un viaje a la India, en los años 70, cayó gravemente enfermo y estuvo entre la vida y la muerte. A partir de ahí, el diseño de Ettore Sottsass adquirió su significado más hondo: «Vuelve a objetos pobres, y la pieza no es solo funcional, sino que tiene un poder ritual y simbólico que puede curar», explica la comisaria.

'El pensamiento mágico' termina con su trabajo de los 80, al frente del Grupo Memphis (por la canción de Bob Dylan 'Stuck Inside of Mobile with the Memphis Blues Again'), con el que cambió las reglas del juego: el diseñador, por fin, era el principio y el fin de todo.

«Quien tiene en sus manos este libro tiene en sus manos a un hombre desnudo, como mucho en calzoncillos... Un cuerpo frágil expuesto a la agresión del clima, las uñas de la amante, las armas afiladas, los escupitajos de la multitud, las risas de los sabios». Así comienzan las memorias de Ettore Sottsass. Lo mismo podría decirse de 'El pensamiento mágico', una exposición de cosas pero, sobre todo, un retrato del hombre que las hizo.

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