Entrevista | Miguel Ángel Oeste Escritor

«Para Nick Drake sus canciones eran su propio salvavidas»

Descubrió al autor de Pink Moon a finales de los 90, cuando apenas era un músico de culto; ahora, el autor malagueño, revelación la temporada pasada con su confesional 'Vengo de ese miedo', se inspira en el malogrado cantautor para hablar de cómo nos relacionamos con el fracaso y la salud mental, entre otros asuntos, en 'Perro negro'

«Esto no es una novela de encargo; un relato así no puede nacer si no hay una parte tuya, humana, íntima conectada con el personaje», asegura el celebrado autor malagueño

Miguel Ángel Oeste, antes de su encuentro con los lectores organizado por la Fundación Rafael Pérez Estrada.

Miguel Ángel Oeste, antes de su encuentro con los lectores organizado por la Fundación Rafael Pérez Estrada. / Álex Zea

Bien parecido, dotado de un extraordinario talento para la guitarra y las melodías de sinuosa melancolía, Nick Drake rozó apenas el éxito. Las desilusiones y una depresión crónica le llevaron al suicidio a los 26 años, dejando sólo tres discos y cayendo en el olvido más injusto. A finales de los 90, una generación de oyentes, cercanos a los ámbitos indies, descubrieron su catálogo y convirtieron al responsable de temas como Northern sky en un autor de culto e influyente. El escritor malagueño Miguel Ángel Oeste publica estos días Perro negro (Tusquets), su esperada novela tras su alabadísima y confesional Vengo de ese miedo (Tusquets, 2023), un libro que, precisamente, se centra en la figura de Drake para elaborar una historia de amor clásica, la recuperación de unos años turbulentos, los 70 del siglo pasado, y bastante más. Lo presentó ayer, en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga, dentro de los Encuentros Planetarios organizados por la Fundación Rafael Pérez Estrada.

«Cuando descubrí a Nick Drake al instante me di cuenta de que era diferente. Me parece un genio, alguien capaz de conceder otros significados a la realidad, con una manera de ver el mundo personal y ajena a la vez, sensitiva, llena de emociones», recuerda el autor. Para levantar la historia, viajó a los lugares donde vivió, donde probó fortuna en la música y también donde reposa, su tumba. «Me empapé del espíritu de la época desde distintos espacios», confirma. El proceso de documentación ha sido, claro, importante: «Parte de mi lado más fan. Esto no es una novela de encargo, un relato así que nace de esta manera no puede ser escrito si no hay una parte tuya humana, íntima conectada al personaje». Pero, ojo, en una vida como la de Nick Drake, con tantas lagunas y detalles por conocer, hay mucho de fabulación y de imaginación en este libro (siempre desde la admiración y el respeto, matiza) Casa a la perfección con su tono casi fantasmagórico.

Porque Perro negro no es una biografía del firmante de Pink Moon; en realidad, Nick Drake ejerce aquí más bien de fantasma, de espectro que convoca desde su poesía y sus melodías a personas que sintonizan con su hipersensible manera de vivir las emociones. La historia la protagoniza Janet Stone, una de las personas más cercanas a Nick, y marcada por el recuerdo de su amigo, que recibe la visita de alguien que tiene un proyecto cinematográfico sobre el músico: un director de cine tremendamente conmovido por las canciones y la vida del británico. Ellos son los «seres que viven sin brújula y que viven una historia de amor imposible, muy a lo siglo XIX», apunta Oeste.

La muerte de Nick Drake, su propia figura, «utilizando un término cinematográfico, es un MacGuffin, un señuelo, dentro de la historia», desvela el malagueño, quien admite novelas singulares como Drácula, de Bram Stoker; Jardines de Kensington, de Rodrigo Fresán o El Gran Gatsby, de F. Soctt Fitzgerald, entre otros, como guías de su aventura.

Vivencias

Vengo de ese miedo fue un éxito de crítica y público brutal, una de las sorpresas de la pasada temporada. Miguel Ángel Oeste narraba en sus impactantes páginas sus vivencias infantiles en un turbulentísimo entorno familiar, unas páginas repletas de crudeza pero que terminaban reivindicando el valor de la cultura (en su caso, libros, cómics, películas) como refugio del ser humano ante oscuros torbellinos vitales. Y ahí conecta el malagueño con el propio Nick Drake, un creador hipersensible, que encontró en la composición de canciones su manera de sobrevivir. «Sus canciones eran su salvavidas. Si escuchas cualquiera de sus discos te das cuenta de que llevar las cosas a lo personal se queda corto para él. Drake iba más allá y por eso su música sigue escuchándose hoy, por su compromiso con la vida», explica el escritor.

Otro asunto importante en Perro negro es el del éxito. En realidad, la falta de él fue clave para el suicidio de Nick Drake. «Llegó a una ciudad melancólica y gris con la intención de ser escuchado, de vivir de su música. Pero no fue comprendido. Entre otras cosas porque Nick Drake sufría depresión, ansiedad, aunque en esa época nadie hablara de eso. El no ser reconocido le hizo caer en desgracia y de camino encontrar en todos esos lugares íntimos y remotos de su mente un lugar donde refugiarse de los demás. La relación de Drake con el éxito es un tema muy actual y ésa era otra de las razones que me impulsaron a escribir esta novela».

Como lo es también, claro, el asunto de la salud mental, fundamental en Perro negro (Churchill denominaba así a su melancolía): «Nick Drake no supo relacionarse con el fracaso pero tampoco se dejó ayudar. Y eso es un problema: tener a alguien a tu lado y no saber cómo ayudarlo. Los protagonistas de Perro negro se pasan todo el libro haciéndose la misma pregunta: ¿Qué le ocurrió a Nick?». Ni ellos ni nadie lo supieron: refugiado en casa de sus padres, el joven músico fue a su habitación, pinchó un vinilo de los Conciertos de Brandenburgo, de Bach, y tomó una dosis letal de barbitúricos. Acabó su vida, empezaba la leyenda.