Casi 60.000 hinchas orientales agitando banderas de países ajenos a ellos; animadoras asiáticas con pompones (?); caracteres chinos en el videomarcador; y, sobre todo, dos magos del balón en el césped, dos «olivers», que enloquecieron a la afición china. Han jugado juntos cuatro años en el Barça ganando una Copa de Europa y dos ligas, formando la pareja perfecta, pero ayer Ronaldinho Gaucho y Lionel Messi se enfrentaban en un duelo de titanes por conseguir una plaza en la final olímpica de fútbol. Un título que, aunque algunos consideren menor, representa una obsesión para los dos gigantes sudamericanos: Brasil no lo ha conquistado nunca; Argentina sólo en Atenas´04. Por ello, en la final anticipada de anoche (el partido final contra Nigeria será una interesantísima revancha de lo sucedido en la final de Sidney ganada por los africanos), los dos astros tenían sueños de campeón.

Empezó ganando la pulga argentina en aplausos del público chino durante la presentación de los futbolistas. Al sonar los himnos de cada país, las caras de los espectadores desaparecieron detrás de prismáticos, cámaras de foto y videocámaras digitales. Todos los artilugios, por supuesto, apuntando a los dos protagonistas del encuentro. Acaban los himnos y Ronnie se acerca a Leo para darle un beso en la mejilla izquierda. El público ya grita sin parar «Argentina» y «Brasil» añadiendo el ya famoso ´jiayou´ («vamos») .

El partido arranca y, como sólo podría ocurrir en una ficción animada como en la que estamos, las mismas personas ahora animan a la selección canarinha, y a continuación, al conjunto albiceleste. Es algo tan inconcebible como animar al Barça y al Real Madrid al mismo tiempo, pero es lo que está ocurriendo. Siempre, eso sí, en las gradas permanece invariable un sentimiento: el éxtasis colectivo cuando la pelota llega a los pies de Messi o Ronaldinho. «¡Oooh!», exclama el estadio entero al ver un regate en corto de Ronnie, nada del otro mundo. Lo mismo sucede con una internada en el área de Leo Messi con un fuerte disparo que bloquea el portero brasileño Renán, nuevo fichaje del Valencia CF. Más que un partido de fútbol es un espectáculo y la afición china lo vive de una forma tan sana como impropia de este clásico.

En el césped, los tiros van por otro lado. Patadas y más patadas en un derbi caliente desde su inicio (la primera amarilla, en el minuto cinco). Ningún bando domina de forma clara. El público sigue fiel a sus estrellas (a veces callan del todo si no entran en juego Dinho y Messi), pero los astros decepcionan un poco en el primer tiempo, que acaba con empate a cero.

Locura con Kobe y Diego

El descanso alimenta la locura china cuando aparecen en el videomarcador la estrella de la NBA Kobe Bryant y, poco después, Diego Armando Maradona, ambos presentes en el estadio y aclamados con una gran ovación. Se reanuda el encuentro. La atención sigue centrada en Ronaldinho y Leo Messi, pero aparece un secundario de lujo a lo Julian Ross: el Kun Agüero. El delantero del Atlético marca dos goles en cinco minutos y provoca el penalti del tercer gol, que transforma Riquelme. Brasil pierde por 3-0 y se va a quedar con nueve jugadores por la expulsión de Lucas y Neves. Quedan 15 minutos de juego y Ronaldinho y los suyos quieren remontar. Pero eso sólo pasa en los dibujos de verdad.