Supercopa de España

Un Barça con magia se proclama campeón de la Supercopa (7-0)

Las azulgranas se impusieron con autoridad al Levante, que pese a intentarlo no pudo plantar cara a las vigentes campeonas

Laia Bonals

Y ganar. Y disfrutar. Y volver a ganar. Así vive el Barça. Cada partido, una nueva oportunidad para divertirse sobre el césped. Y si se trata de una final, el hambre y la garra se apoderó de las culés. Contra el Levante, el conjunto dirigido por Jonatan Giráldez se impuso con una autoridad apabullante (7-0) y consiguió levantar el primer título de temporada. A paso firme, el Barça avanza hacia su objetivo. Quieren hacer historia y llevarse, por primera vez, el póquer de títuloa. El primero ya lo tienen en el bolsillo.

El Levante, pese a la diferencia a priori entre los equipos, no se quería a plantar sobre el verde a esperar una goleada. Querían salir a jugar, disputarle el partido a las azulgranas. Y vaya si lo hicieron. A los escasos dos minutos de partido, provocaron un pequeño paro cardíaco a Jonatan Giráldez que vio desde la área técnica como Cata Coll se jugaba un regate dentro del área pequeña ante Maira Ramírez. Muchas veces esa acción de confianza absoluta (y excesiva) le ha salido bien, sin embargo, ante la granota trastilleó y cayó al suelo mientras su adversaria se llevaba el esférico y, con sutileza, empujaba el balón hacia la portería. Parecía que fuera a cámara lenta. Restaba centímetros mientras los brazos de Sánchez Vera se iban alzando para celebrar el tanto. Pero Engen frustró sus planes. La ahora central (obligada a adaptarse a su nueva posición por la cantidad de lesiones del club azulgrana) expulsó, sobre la línea de gol, el balón defendiendo el 0-0 en el marcador.

Las acciones fueron sumándose para los dos equipos, cosa poca habitual. Un vaíven, una presión asfixiante del Levante que incomodó a un Barça que, cuando subió una marcha, se rehizo y empezó a sumar ataques con goles. El primero fue de Salma Paralluelo, la jugadora más letal del conjunto culé. Siempre con un ojo en la portería, con el hambre de una 'killer' a la cual el Barça se ha abonado. La delantera aprovechó un centro exquisito de Graham Hansen hacia el segundo palo para, sola, empujar el esférico y sumar el primer culé. Fue imprescindible en la semifinal, con un doblete, y en la final no podía ser de otra manera.

Con el tanto, el Barça se desató. Control, verticalidad y autoridad, y las azulgranas noquearon de nuevo en los siguientes compases con un nuevo destello de talento de Caroline Graham Hansen. La noruega, estratosférica esta temporada, plantada dentro del área, sacó provecho de un rechace y, tras recortar, lo introdujo dentro de la portería. Otra bocada de aire fresco, para coger fuerzas y para sonreír. De oreja a oreja, como la que Graham Hansen nos regaló mientras reajustaba posiciones con Mariona tras el tanto.

Cuando el Barça se pone en modo final, es intratable. Es imposible pararle, robarle el balón. El equipo dirigido por Jonatan Giráldez tiene una garra feroz, un fútbol de manual.

Un drama de pelotas

Ahora sí, mientras sobre el césped se escenificaba la exquisitez futbolística, también hubo hueco para las escenas ridiculizantes a las que nos tiene acostumbradas la Federación. Después del drama de la organización de la Supercopa y de las entradas para los partidos, en la final, volvieron a fallar, esta vez en los balones de la final. Durante la primera parte, hasta 4 veces tuvo que pararse el partido porque el esférico no estaba en condicionesOlatz Rivera, colegiada del encuentro, ya no sabía como pedirle a las jugadoras que revisaran nuevos balones para poder seguir del juego. Los 7.139 espectadores que asisteron a la final ejemplificaron, de nuevo, la voluntad de seguirla pese a la mala organnización de la Federación que hace las cosas a todo correr y sin planificación alguna. Y que decir de los premios económicos. 25.000 € euros para el campeón, casi ni suficiente para pagar los desplazamientos y hoteles de las jugadoras que han pasado casi una semana fuera de casa.

Ona Batlle y Salma Paralluelo celebrando un gol contra el Levante.

Ona Batlle y Salma Paralluelo celebrando un gol contra el Levante. / RFEF

Sin embargo, el Barça sigue ganando ante viento y marea. Las azulgranas, totalmente desatadas sobre el verde, anularon a un Levante muy valiente en su planteamiento. Quererle disputarle el balón a las culés costó caro y antes de la media hora Ona Batlle firmó el tercero. La catalana llegó al Barça este mercado de verano, volvió a casa desde Manchester para ganar títulos y volver a vestir al que siempre fue su camiseta favorita. Con el tanto sentenciaba una final que llevaría al Barça a levantar el primer título de la temporada. Y su primer trofeo como culé.

La apisonadora en la que se convirtió el equipo fue demoledor. El Barça, además de letal, empezó a disfrutar como pocas veces sobre el césped. La conexión entre las azulgranas fue hipnotizante. Graham, Salma y Ona destrozaron las esperanzas del Levante a base de goles. El cuarto llegó de las botas de la noruega, tras una triangulación con Aitana Bonmatí, que la catalana resolvió con un taconazo desde dentro del área y que acabó de hundir al conjunto de Sánchez Vera, que miraba estupefacto a sus futbolistas. El quinto lo puso Salma en el añadido del primer tiempo tras un centro de Ona Batlle, que se fue hasta de su sombra para servirle el enésimo tanto de las azulgranas antes del descanso.

En la segunda parte, Graham Hansen y Aitana Bonmatí volvieron a superar a Emma Holmgren, con desparpajo y sencillez, en los primeros compases para el 7-0 definitivo. Haciendo lo que les sale natural, les nace con su talento único. Tocadas por una barita, con una visión solo digna de las privilegiadas, de las mejores del mundo.

Primera final del año y primer título para la culés. Sobre el verde son intratables y, compitiendo, no hay quien las gane.