¿Podemos cambiar quienes somos? ¿Es el amor un arma de redención o el vehículo que acentúa nuestros miedos más ocultos? Encontrar a la persona que te completa, sentir algo inexplicable que te lleva al mismo tiempo a la felicidad y a los más bajos infiernos, combinar lo más íntimo de uno mismo con la complacencia al contrario. Desde tiempos inmemoriales la literatura ha abordado el amor y las relaciones de pareja desde todos los puntos de vista posibles, magnificando en ocasiones cuestiones que en la vida real terminan siendo mucho más triviales a la vez que complejas. Y una nueva perspectiva es la que presenta Sally Rooney en 'Gente normal', una deliciosa novela que aborda el paso del amor juvenil al caos que supone dejar la adolescencia atrás y comenzar a jugar a ser personas adultas.

Con esta obra, la joven autora irlandesa ha logrado vender más de medio millón de ejemplares y ganarse a público y crítica. Y no es para menos. Rooney huye de clichés para contar un amor más terrenal, en el que la escala de grises es amplia y en el que no hay buenos y malos, solo dos personas que tratan de encontrar su lugar en el universo del otro y en el suyo mismo con amplio porcentaje de error.

Marianne y Connell se conocen en el instituto y durante cuatro años el lector les acompaña en un tortuoso camino que les hará reencontrarse, sin haberse perdido jamás, y compartir imperfecciones y logros. ¿Se quieren? Sí que se quieren, a la manera que todos queremos, única, intransferible e imperfecta. Marianne es hija de una familia acomodada, él es hijo de una madre soltera que resulta ser la limpiadora que trabaja en la casa de ella. Y, pese a todo, el tópico no existe, porque es la chica solitaria y rara la que habita en un hogar desestructurado y es el chico popular e inteligente el que tiene una base familiar pequeña, pero sin fisuras. Porque en 'Gente normal' casi nada es lo que parece, no hay heroínas y héroes, ambos van tejiendo una compleja red de sentimientos hacia el otro plagada de daños mutuos, abandonos temporales y traumas escondidos que los convierten en personas temerosas de sí mismas. Y, aún así, sólo en el otro encuentran esa paz inestable que es amar a alguien.

Del instituto de pueblo pasan a un Dublín que los atrapa y los convierte en lo contrario que eran en su origen. Ella es exitosa socialmente, o eso aparenta, a él le cuesta más desenvolverse en una sociedad y en una edad que les pide ser adultos y tener las cosas claras. ¿Pero acaso se logra en una vida entera tener certezas? Por el camino vienen y van parejas que no los entenderán, personas que los harán felices, pero nunca del todo, porque en la vida a veces pasa que un extraño imán te lleva siempre al mismo punto de partida, que siempre son ellos, con palabras que no se dicen, finales escritos que se borran una y otra vez para crear inicios temerosos. Y todo ello lo narra Rooney con una sutileza descarnada, sin medias tintas. Aquí tienen ustedes a dos antihéroes que no son más que dos personas anónimas de tantas que no pasan a la posteridad. No busquen perfección en Marianne y Connell, pero si quieren adentrarse en una novela que te atrapa casi desde el comienzo esta es la suya, tiene un aire casi cinematográfico 'Gente normal', una prosa que huye de lo florido pero que es a la vez directa, cuidada, con unos diálogos reales y alejados de boato artificial. A los protagonistas perfectos se les puede admirar desde lejos, como figuras que sólo existen en la ficción, a los personajes que construye Rooney se les entiende, se les odia a ratos, compartes su angustia y no puedes más que cerrar el libro y aceptar que es difícil dejarlos ir mientras tratas de dar sentido a la pregunta que iniciaba este texto. Acompañen a Marianne y Connell y quizá descubran la respuesta.