Pantagruel, Trimalción, Carpanta... son personajes literarios, cada uno en su estilo, que eran conquistados por el estómago. Pero en realidad, ¿quién es capaz de resistirse a la exquisitez? La Cónsula nos ha ganado a todos. Desde que fue inaugurada hace 16 años. Pero no sólo por la calidad de sus platos, sino por la magnífica educación que reciben sus alumnos. Porque es un referente aquí y más allá de las fronteras. Porque demuestra, con su trabajo, cómo en Málaga también se puede alcanzar la excelencia. Francisco Oliva, el director de la escuela, nunca pudo pensar en que aquella iniciativa de formación ocupacional que se inventó cuando era consejero de Trabajo de la Junta iba a alcanzar las cotas actuales... ni que terminaría al frente de la institución, volviendo así a los orígenes.

No eran tiempos fáciles precisamente. Andalucía perdía puestos de trabajo sin remisión. Las fábricas se cerraban. Miles de trabajadores se iban a la calle... «La Cónsula fue mi escape psicológico», reconoce Oliva con gran satisfacción. Málaga, la Costa del Sol, destino turístico líder, no tenía una escuela, sin embargo, que enseñara a quienes se tenían que ocupar de la hostelería en un sector cada vez más competitivo. La situación de la Formación Profesional era precaria. «El que vale, vale. Y el que no a FP», se solía escuchar. Todo esto ha cambiado ahora, «porque la formación ocupacional antes se hacía de espaldas al empresariado», recuerda Oliva. Era obligatorio hacer un ejercicio de credibilidad.

«Necesitábamos un edificio con caché, y el alcalde (Pedro Aparicio) nos ofreció la finca de La Cónsula. También era necesario contar con medios más que suficientes, que la escuela fuera, al menos, igual o mejor que cualquier restaurante. Y cómo no, contratar a los mejores profesores, profesionales de reconocido prestigio, tanto de cocina como de sala, que se encargaran de la formación de los jóvenes... Y el resultado ha sido espectacular», explica el director de la escuela, que no se olvida de la labor fundamental desarrollada, durante tantos y tantos años, por su antecesor en el cargo: Rafael de la Fuente.

Motivo de orgullo es que cada año se presenten más de 400 aspirantes de toda Andalucía para 22 plazas («Es fundamental mantener la calidad y eso sólo se consigue respetando la ratio», asegura), pero más aún que quienes logran acceder al centro, lo hacen por auténtica vocación. Para ello, el proceso de selección es estricto. «Lo importante, como en todo en la vida, es que te guste lo que haces. Las profesiones no son feas ni bonitas. Hay que aprender a crear estando al servicio de la sociedad, pero manteniendo cierto sentimiento de superioridad, bien entendido», afirma Francisco Oliva.

En este tiempo, La Cónsula ha lanzado al mercado laboral a unos 700 profesionales altamente cualificados por los que pugnan los más reconocidos restaurantes y hoteles de media Europa. «Tenemos antiguos alumnos en Gran Bretaña, Alemania, Francia, Suiza... y también en Estados Unidos o Dubai». También se han quedado en Málaga. De las ocho Estrellas Michelín que hay en Andalucía, cinco corresponden a cocineros malagueños y cuatro de ellos se formaron en La Cónsula, ya sea en sus fogones o en la sala. «Un buen restaurante es un compendio de muchas cosas. No sólo es la cocina. También es el servicio. Las Estrellas Michelín se conceden atendiendo a todos estos parámetros, que también incluyen la decoración del local, cubiertos, accesos...», insiste Oliva, que aprovecha para destacar que entre los antiguos alumnos ya hay varios directores de hotel.

El índice de inserción laboral alcanza el 93%. Es más, la mayoría logra trabajo en el mismo lugar donde realizan sus prácticas... a veces en el extranjero durante los últimos meses de su formación de dos años. «Tenemos una demanda muy importante de hoteles que nos piden alumnos para hacer prácticas», agrega.

Tras un larguísimo y fructífero recorrido político, Francisco Oliva se siente a gusto como director de La Cónsula. «He vuelto a los orígenes en mi retirada», asegura.