Desde el Niño Dios hasta el tradicional pastor en posición para defecar, los casi doscientos personajes de un Belén realizado por niños de entre 3 y 5 años de un colegio de Málaga no son otra cosa que huevos caracterizados con materiales como papeles, calcetines, plastilina y hasta pelo natural.

Con un poco de magia y toneladas de paciencia, los niños han obtenido las frágiles figuras vaciando y decorando cada huevo con la ayuda de sus padres, temerosos de que el entusiasmo de los pequeños rompiera en mil pedazos a los Reyes Magos.

Según ha explicado a Efe una de las madres, Cristina Vivero, para vaciar los huevos ha habido que abrirles dos orificios pequeños en ambos extremos con una tijera muy afilada, soplar por uno de ellos, pinchar la yema con un mondadientes y esperar a que salga el contenido, el resto ya ha sido pegar y pintar.

A pesar de la delicadeza de los materiales y del procedimiento, la profesora impulsora de la iniciativa, Pili Carretero, ha asegurado a Efe que desde que se instalase hace unos días el quebradizo Nacimiento en uno de los pasillos del Colegio de Educación Infantil Gloria Fuertes, aún no se ha roto ningún huevo.

El respeto de los pequeños hacia sus ovaladas figuras no sólo reside en su ilusión por estas fiestas, sino en lo mucho que han disfrutado caracterizándolas como personajes del Belén junto a sus padres.

"Nuestro colegio pertenece a un Plan de Calidad y eso implica a los padres, la colaboración, el trabajar con sus hijos y normalmente por Navidad hacen una felicitación juntos en casa y este año pensamos en hacer algo diferente", ha manifestado Carretero.

Al final la originalidad de usar un material fuera de lo común para hacer las figuras, el huevo, se ha transformado en diversidad, ya que ninguna es igual o parecida a otra.

Según cuenta la profesora, cada niño ha trabajado el huevo de una forma diferente a la hora de dotarlo de ojos, pelo y ropa por lo que el resultado ha sido una "unión" que muestra la "pluriculturalidad" de los alumnos y la "atención a la diversidad", ya que también aparecen rasgos propios de personas con síndrome de Down.

"Ha tenido su trabajo, pero también un buen fin", ha declarado la profesora, que ha fomentado la reutilización de otros materiales como "tetra brick", corcho o restos de poda de árboles.