En la única ciudad del mundo (es mucho decir) que las alcantarillas se conocen por madreviejas es Málaga. ¿Por qué? Un misterio que se pierde, como dicen los poetas, en la noche de los tiempos.

Cuando un no nacido en Málaga oye por primera vez la palabra madrevieja (todo junto) se sorprende porque no alcanza a comprender su significado, salvo que divida la palabra en dos, o sea, madre y vieja. Pero no se trata de ninguna madre de edad avanzada.

Precisamente por el descubrimiento de esa palabra para designar alcantarilla, que es la utilizada en toda la geografía española, contactó conmigo un señor procedente de otra ciudad del norte para que le indicara si existía algún libro o diccionario en el que se recogieran palabras de uso local, pues además de las madreviejas se había tropezado con otras que no entendía y que quería conocer porque llevaba algún tiempo en Málaga y se quedaba en blanco muchas veces por no enterarse de lo que decían compañeros de trabajo, tenderos, empleadas de hogar, camareros y, en suma, en los ambientes en que se desenvolvía. Le recomendé el libro de Juan Cepas dedicado al vocabulario malagueño. Supongo que lo compraría y que lo leería con el mismo interés que el diccionario inglés o alemán para entenderse con los habitantes de nuestra ciudad.

Entenguerengue

Entenguerengue, como todos los malagueños sabemos sin recurrir al diccionario de Cepas, es sinónimo de algo inestable, de algo con riesgo de caerse, poco firme..., como algunas construcciones modernas o edificios que presentan síntomas de ruina, a punto de desplomarse. El origen de esta expresiva palabra que usamos a veces en conversaciones habituales es desconocido, pero no cabe duda de que tiene la particularidad de ser muy fácil de entender, que no necesita de más aclaración.

En Málaga no tenemos que decir que la farola de tal calle está a punto de caerse, la vieja camioneta está en pésimo estado, que la salud de tal persona está muy quebrantada...Decimos que está entenguerengue y se comprende en toda su dimensión.

Mixtos de cachondeo

Ya apenas se recurre a la palabra mixto para referirse a la cerilla o fósforo, tan necesario para encender un cigarrillo, una vela, una cocina de gas, una barbacoa... y para prender fuego a un monte para hacer daño a la humanidad o para favorecer a un propietario que quiere urbanizar una zona boscosa. En Málaga todavía circula el mixto aunque cada día menos. No se trata de un invento malagueño. En el diccionario de la RAE aparece mixto como cerilla o fósforo, pero en la decimoquinta acepción.

Lo que no aparecen son los mixtos de cachondeo, que eran petarditos o fulminantes que al restregarse producían chispas y estampidos que no tienen nada que ver con los estruendos que los petardos de las ferias del levante español. Los mixtos de cachondeo, como eran conocidos en Málaga, se vendían en los quioscos en forma de ristra. Cada unidad tenía el tamaño de una lenteja.

Los niños la adquirían por cuatro perras para asustar a las niñas, susto que se extendía a las madres o acompañantes.

Portañicas o cucos

Ahora descendemos a cotas más íntimas como las bragas y las braguetas, dos referencias que no necesitan la menor aclaración. Sin embargo, en nuestra tierra, con vocabulario propio, se utilizaban otras palabras en desuso, las que van al desván de los olvidos. Sin la anuencia de la Real Academia de la Lengua, en Málaga recurríamos a los cucos cuando hablábamos de bragas y a la portañica cuando aludíamos a la bragueta. Entonces no se producían braguetazos porque los portañicazos no figuraban en el léxico local.

Sollo

«Te pondrás gordo como un sollo» es lo que Gabrielita le dice a Alonso, en un pasaje de la novela de González Anaya Nido Real de Gavilanes.

Sollo no viene en el Vocabulario popular malagueño de Juan Cepas, por lo que deduzco que no es una palabra nacida en Málaga. En los diccionarios y enciclopedias, sollo es esturión, el famoso pez del que se obtiene el caviar. ¿Por qué se aplica a una personas obesa o gorda el vocablo sollo?

Familiarizado con la novelística de González Anaya, un maestro en la utilización de un vocabulario riquísimo, pienso que sollo es una palabra importada de la provincia de Jaén, concretamente de Baeza, donde se desarrolla la historia de la novela antes citada. En Málaga todavía se oye la expresión «gordo como un sollo». Por esa razón la he incorporado a este reportaje de palabras y expresiones que se oyen solamente en Málaga.

Salto al Palo

En el colegio, cuando yo era niño (ha pasado una pimporrá de años), en la hora del recreo (ahora quieren imponer la cursilada de segmento de ocio) jugábamos en el patio al Salto al Palo, un inocente entretenimiento que obligaba mediante sorteo a que uno de los participantes se agachara y los demás saltaran siguiendo unas reglas que al no cumplirse obligaban al que erraba a ocupar el puesto de la víctima. Los saltadores iban cantando «a la una, la mula», «a las dos, la coz», «a las tres el perrito de San Andrés, 1, 2, 3», «a las cuatro brinco y salto», «a las cinco te la hinco»... y así hasta no sé cuántas perrerías que sufría el perdedor, porque, por ejemplo, cuando tocaba el turno de «a las cinco te la hinco», el saltador, en lugar de poner las manos sobre la espalda del pasivo se apoyaba con los puños.

El Salto al Palo pasó a la historia sin necesidad de reivindicar la memoria histórica, el recurso de algunos políticos para bullir y distraer al personal en lugar de afrontar las necesidades reales de la población. «A las seis, mierda para ti y el buey», a las «siete llevo la mula a beber», «a las siete la vuelto a traer»...

Y seguimos saltando.

Too tieso

Hace unos años, cuando nuestra Universidad andada dando los primeros pasos, llegó a Málaga un catedrático para tomar posesión de la cátedra que había ganado. Era la primera vez que visitaba Málaga, y por lo tanto, desconocía las palabras, expresiones, frases... de nuestra tierra. Para localizar determinado organismo oficial le preguntó a la primera persona con la que se cruzó en la calle por el lugar donde estaba el edificio que buscaba. Muy amablemente le ayudó con una frase muy de Málaga. «Vaya too tieso y en seguida lo encontrará».

El recién llegado quedó un poco desconcertado por la respuesta. Lo primero que pensó es que tenía que estar tieso como el cabo de la escuadra de gastadores de la Legión para trasladarse al lugar deseado.

Con el tiempo, el catedrático fue asimilando el habla malagueña y lo que encierra cada frase o palabra.

Un patio emporlao

Una familia madrileña, cuando Torremolinos empezó a ser lugar de veraneo, se puso en contacto con una señora que se dedicaba a buscar alojamiento a los que por primera vez elegían la popular barriada como lugar de veraneo. Entonces en Torremolinos no había hoteles, ni edificios de apartamentos, ni alojamientos alegales como dice ahora el consejero de Turismo de la Junta de Andalucía, ni nada parecido. Se alquilaban casitas más o menos acondicionadas para albergar durante un mes o dos a madrileños que huían de los calores del estío.

Por medio telefónico logró el alquiler de la casita para pasar un mes. En la descripción del recinto, la mediadora le informó de las características de la vivienda: dos dormitorios, un comedor-sala de estar, un aseo con ducha... y un patio emporlao.

A la señora le intrigó lo del patio emporlao, y a una amiga de Madrid, que era malagueña, le preguntó qué era un patio emporlao, si era algo típico, con macetas, fuente, algún arbolito... La consultada le reveló el secreto: un patio emporlao es un patio enlosado de cemento, o sea, con cemento Portland.

Chachi dabuten

Y para terminar el reportaje de hoy dedicamos un piropo a las chicas de buen ver, de las que están guay del Paraguay, expresión que ha desplazado al requiebro malagueño que ha pasado a la historia de nuestra ciudad: «Está chachi dabuten». O sea, espléndida, estupenda, cantúa, niquelá...

*Guillermo Jiménez Smerdou es exredactor de Radio Nacional de España en Málaga y premio Ondas