La crisis económica ha dejado muchísimos cadáveres por el camino. Tal vez demasiados. Y los mercados municipales no escapan a esa realidad. Más paro supone, precisamente, que la gente tiene poco que gastar, en algunos casos nada, y el consumo se resiente mucho. Por tanto, los recintos comerciales de carácter municipal se han visto afectados por esa tendencia bajista en el otrora frenesí consumista de las familias, como ha ocurrido con el comercio en general. Las ventas han caído en torno a un 50% en estos mercados, más en algunos, en concreto en los ubicados en los barrios humildes en los que el desempleo ha golpeado con más saña y en los que las ayudas sociales son habituales para asegurar la subsistencia de sus habitantes. Eso ocurre, según explicaron algunos de los comerciantes preguntados por este periódico, en el mercado de Portada Alta.

La construcción daba trabajo a un gran porcentaje de los vecinos del núcleo poblacional y cuando la burbuja inmobiliaria pinchó el barrio se desinfló. A ello se suma el envejecimiento paulatino de la clientela de estos espacios comerciales y la feroz competencia de las grandes superficies. En el caso de Portada Alta, hay varias en un radio de dos kilómetros, por lo que la tarea de resistencia es hercúlea, heroica casi. Algunos comerciantes de este recinto se quejaron abiertamente de que algunos clientes, incluso, les dejan trampas a las que luego han de hacer frente ellos mismos.

¿Cómo aumentar el trasiego de gente en el remozado mercado de Portada Alta? Parece difícil. Una de las soluciones ha sido, al contrario de lo que se están planteando en otros mercados, dar libertad a quien quiera para que abra por la tarde, pero los que han llevado a cabo la iniciativa aseguran que la presencia de clientes en esas horas es incluso inferior a la que se registra durante las mañanas. En otros lugares, se están llevando a cabo acciones mancomunadas de animación y publicidad. Uno de los afectados se centra, precisamente, en este aspecto: pide más apoyo institucional para promocionar los servicios que ofrece el mercado a los vecinos del barrio. Otra de las quejas es que, pese a estar concluida la reforma, en el interior del mercado hace mucho frío en invierno y demasiado calor en verano, por lo que se reclama que se cubran los lugares por los que entra la corriente y puertas que regulen el acceso de aire.