No es la primera vez, ni creo que sea la última, que me distraiga recordando palabras, frases, expresiones y curiosidades del habla malagueño, de palabras nacidas en Málaga, frases de recurso corriente, dichos y otras costumbres, no con ánimo de invitar a su uso, sino para que no se pierdan porque forman parte de nuestra cultura.

Repasando hace unos meses el libro Málaga en llamas de la periodista y escritora Gamel Woolsey, que estuvo casada nada menos que durante treinta y siete años con el escritor e hispanista Gerard Brenan, quien por cierto donó su cuerpo sin vida a la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga, descubrí que la escritora que vivió muchos años en Churriana y Alhaurin de la Torre, se enamoró de muchas cosas de Málaga, admiración que reflejó en el libro citado.

Recordando el encuentro con dos jornaleros que se cruzaron cuando paseaban por Churriana, uno de ellos, que conocía al matrimonio, le lanzó el saludo: «Buenas noches, don Geraldo. ¡Buenas noches, señora! Vaya usted con Dios». (En Churriana y Alhaurín los vecinos españolizaron el Gerard, convirtiendolo en Geraldo).

Otros dos que iban detrás recurrieron al saludo que se eligieron los adictos al Frente Popular, que gobernaba España en 1936: «¡Salud!». A lo que Brenan, sin mucho entusiasmo, respondió con la misma palabra. La mujer de Brenan se sumó al saludo, pero no con el rústico y conciso salud, según la escritora. Respondió: «Buenas noches y vaya usted con Dios». Y comentó en su libro: «Es seguramente el saludo más hermoso que pueda haber en cualquier lengua».

Comentando la calidad del pan en aquella época -1936-, escribió: «Mermelada hecha de nuestras propias naranjas amargas y tostada de maravilloso pan español de pueblo, un pan tan rico que los españoles, en lugar de decir, como dicen los ingleses, ´más bueno que el oro´, dicen ´más bueno que el pan´».

En otro capítulo del libro escribe: «El joven, como casi todos los varones malagueños, se llamaba Antonio». Es posible que en aquella época casi todos los malagueños se llanaran Antonio. En 2016 se llaman Jonhatan, Hugo e Iker... sin Casillas. Volviendo al Antonio del relato, decía que era agradable, monótono, soso, como dicen los malagueños.

Costumbres antiguas

Le llamaba la atención el comportamiento de algunos hombres. Cuando en alguna ocasión se sentaba sola a tomar café en un lugar público, la gente la miraban con ojos vidriosos, como tortugas de pega. Las mujeres respetables, matizaba, no van solas a los cafés. No entendía que la gente dijera «Este invierno van a pasar más hambre que los gatos». Bueno, eso era antes, porque hogaño algunas familias dan de comer a los gatos mejor que a su marido, y con respecto a lo del café, lo raro es descubrir a un hombre tomando café solo. Ahora las cafeterías las inundan las féminas solas o en grupo multitudinario y bullicioso.

Y para terminar el recorrido, a Gamel Woolsey le llamó la atención la costumbre de los españoles, que al ponerse una prenda nueva utilizaran una palabra especial: estrenar. Todavía se usa esa palabra. Lo que ha pasado al olvido era la costumbre de dar una colleja a la persona que acababa de cortarse el pelo. «El que se pela, se estrena», se decía, y colleja al canto, al cogote, vamos.

Fumar más que...

Cuando un hombre se excedía en la costumbre o vicio de fumar, sobre todo tabaco negro, se utilizaba una frase que con el paso del tiempo podemos considerar como obsoleta. Me refiero a la expresión «Fuma más que un carretero». Ya no hay carreteros; todo lo más tractoristas y conductores. Pero aún así no es válida para los tiempos que corren. Lo más correcto sería, por ejemplo, «Fuma más que una chica de la Lomce». Esas, y las de otras ramas del conocimiento, son las que fuman más que los hombres que están temerosos de contraer una enfermedad maligna por el uso del tabaco.

Otro dicho, que no se corresponde con la realidad, es calificar a una mujer mal hablada o grosera como verdulera o rabanera. Yo, que frecuento al menos un mercado de abastos, no he oído a ninguna vendedora de rábanos y verduras hablar de forma descarada o desvergonzada, aparte que nunca he visto un puesto de frutas y hortalizas que venda exclusivamente rábanos. Rabanera solo aparece en los crucigramas. Las que sí hablan con expresiones que encajan en la definición anterior son las jóvenes que van a los botellones, frecuentan bares, van en el autobús... Por si acaso no menciono a las vendedoras de pescado o pescaderas para no caer en la tentación de aludir a la alcalde (alcaldesa) de Barcelona.

Señorito de La Caleta

Del vocabulario malagueño se ha eliminado también una expresión utilizada para determinar el talante y origen de cierta clase social. Se le endilgaba a los nacidos y residentes de una zona muy concreta de la ciudad, la comprendida entre la Caleta (Paseo de Sancha), Limonar y Miramar. El calificativo, ya en desuso, era «Señorito de la Caleta»; antes se empleaba el de «pan y manteca». Como ya apenas si se consume pan... no tiene objeto recurrir al alimento por excelencia, el pan, sobre todo el pan español de pueblo que tanto gustaba al matrimonio Brenan-Woolsey.

Piden más que

Afortunadamente ya no se emplea otro sambenito colgado a los habitantes de la barriada de El Palo, una de las más prósperas de la ciudad por la cantidad de edificios construidos, comercios, bares, chiringuitos, pequeñas industrias... Antaño fue un arrabal pobre. Los residentes vivían o mal vivían de la pesca y alguna que otra huerta.

La frase acuñada y que se oía con frecuencia dejaba en bastante mal lugar a los paleños. Recojo la frase: «Pide más que los pobres de El Palo». Hoy, El Palo, lo que pide es que se legalicen los cientos de viviendas, de planta baja o de dos plantas, que se han construido en terrenos cercanos al mar. Una petición que, como muchas que dependen de los organismos oficiales, se oye, se escucha... y se estudia. La única respuesta es esa tan socorrida de los organismos de la Administración (local, provincial, autonómica, estatal...) de «estamos en ello».

Vive como un marqués

Bueno, eso de «vive como un marqués», frase destinada a personas que viven sin privarse de nada, a «tutti plen», no creo que sea una frase nacida en Málaga. Creo que en cualquier ciudad española se ha empleado, y se utiliza, para designar a personas que gozan de unos buenos ingresos y gracias a ellos disfrutan más que los que no disponemos de caudales. Pero creo que ha entrado en desuso. Hoy hay muchos que viven como marqueses, o como duques, que es de un rango superior, pero con la particularidad que no residen en una mansión ni en un apartamento de lujo en una zona costera. Muchos viven en la cárcel de Soto del Real (Madrid), que es una trena de cinco..., iba a escribir «cinco estrellas», pero borro las estrellas y en sustitución opto por «cinco rejas».

El tío de la lista

También ha dejado de utilizarse, cuando una persona corre o anda muy deprisa, una expresión que tuvo su época y su porqué. Se decía «corre más que el tío de la lista». Quizás alguno no sepa quien era «tío de la lista». Se les aplicaba a los encargados de repartir la lista con los premios de la Lotería Nacional. Corrían hacia donde se encontraban los posibles compradores interesados en conocer lo antes posible los premios del último sorteo. En estos tiempos, con la televisión, el internet, los whatsapp y otros medios de rápida difusión el «tío de la lista» desapareció de la fauna malacitana.

Entre aquella época y hoy, en Málaga concretamente, la empresa Anuncios Nieto colocaba en el balcón de su sede en la plaza de la Constitución una pizarra con los números de los tres primeros premios de cada sorteo. La gente acudía a mediodía a la plaza para comprobar si la suerte le había acompañado. Otra empresa del mismo sector -Publicitaria Diana-, en su sede de la calle Calderería, los domingos colocaba una gran pizarra con los resultados de los partidos de fútbol porque entonces todos los partidos se disputaban a la misma hora el mismo día. Hoy hay partidos de fútbol de todas las competiciones se disputan cualquier fín semana a las horas más intempestivas.