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Comercio

El Molinillo recupera su joya neomudéjar

El mercado municipal de Salamanca luce en todo su esplendor después de la complicada labor de rehabilitación, que ha estado lastrada tanto por la pandemia como por los problemas constructivos detectados una vez iniciada. El Ayuntamiento recepcionó la obra el miércoles y hoy estará operativo el 85% de los puestos. Los comerciantes de la primera fase vendían ayer con normalidad, pero en la segunda los propietarios se afanaban por adecentar y dar los últimos retoques a sus negocios

En pocos años, Málaga podrá celebrar el centenario de uno de sus mercados más queridos.Álex Zea

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Los comerciantes del mercado municipal de la calle Salamanca, en el corazón del barrio del Molinillo, pasaron años reclamando una intervención para rehabilitar integralmente el inmueble. Tras una larguísima tramitación, en abril de 2019 comenzaron las obras, pero justo al inicio se detectaron importantes deficiencias estructurales que no se habían diagnosticado en la fase de proyecto, algo normal, por cierto, en este tipo de construcciones tan antiguas: no en vano, se trata de un Bien de Interés Cultural (BIC). Hubo un parón importante y se debió aumentar al alza el presupuesto. Luego llegó la pandemia: otro parón. Y se dio un tercero por la escasez de materiales. Finalmente, el pasado miércoles el Área de Comercio y Vía Pública, que dirige Elisa Pérez de Siles recepcionó la obra y, entre ese día y hoy, los 25 comerciantes de la segunda fase de la obra se estaban instalando en la parte delantera del mercado, la que da a Calle San Bartolomé. Hoy, dice el inspector de mercados Antonio Muñoz, estarán funcionando el 85% de los puestos.

Fachada principal del mercado de Salamanca.

El caso es que a primera hora del viernes los propietarios se afanaban en adecentar sus puestos, había operarios trabajando en las acometidas eléctricas o de agua y fuera, en la parte trasera del mercado, se estaba terminando parte del acerado. Sin embargo, hoy es el primer día de una nueva era, porque podrán vender, de nuevo, con la tranquilidad de que el techo de este BIC no es de amianto y, al menos, se han renovado todas las instalaciones.

Ya ayer algunos vecinos del barrio que discurrían por la calle San Bartolomé, vía a la que da la fachada principal, preguntaban que cuándo abriría la verja. «Aún no, mañana», contestaba Muñoz. A la derecha de la portada, un coqueto puesto de flores y un vendedor de cupones dotaban al exótico mercado de un punto de sabor popular. Hasta una clienta, que iba disfrazada de un tipo indefinible dada la cercanía de ‘Halloween’, o el día de Todos los Santos, que es como se le ha llamado siempre, insistía en cuándo abría el mercado en su totalidad.

Uno de los puestos de pescadería. Al fondo, la parte que se abrirá desde hoy. | ÁLEX ZEA

La obra es una joya del estilo arquitectónico neomudéjar, diseñada por Daniel Rubio y ejecutada entre 1923 y 1925. Desde los noventa necesitaba una profunda reforma. Este periódico ya informó en febrero de este año de la conclusión de la primera fase de las obras. Ayer ya se echaba abajo el mercado provisional.

Se ha efectuado un importante trabajo para recuperar la fisonomía y policromía originales de las dos portadas y del exterior, aunque en el interior se ha creado un mercado de vanguardia. La portada trasera requirió mucho trabajo de los especialistas y llaman la atención los azulejos que muestran gallinas o pescados, dando fe de la casi centenaria actividad comercial de la plaza. La estética con reminiscencias árabes u orientales está presente en todas partes. Una operaria de Limasa barre y los operarios y obreros dan los últimos retoques a la obra, mientras que los dueños de los puestos limpian y adecentan sus negocios con el fin de que venga mucha gente a comprarles. Ayer, había incluso un par de turistas de acento indefinible (hay quien pensaba que era francés y otros decían que alemán). Hay 50 puestos, 16 de pescado, tres carnicerías y otros tantos comestibles, mientras que el resto son fruterías, cafeterías y bares.

Un detalle de una de las portadas. | ÁLEX ZEA

Julio Castillejo, de charcutería Campos, dice que no se puede echar la culpa a nadie de los retrasos, pero critica el cierre metálico con «agujeros» del puesto, «porque pueden entrar las ratas». Dice que deberían haberles preguntado más a los comerciantes. «A mí no me vale la estética, me vale lo práctico». El alto valor patrimonial de este mercado requiere un respeto escrupuloso a la infraestructura. El techo ya no es de amianto, por cierto, una de las críticas principales.

Francisco Jiménez, de la pescadería Fran y Lucía, dice: «Estamos ahora de lujo, mejor de lo que estábamos». «Esto remozado trae más gente, ahora mismo. Ahora han venido dos franceses; les he dicho que se pongan la mascarilla, pero aquí viene gente del barrio». En la pescadería hermanos Montoya, dice José Montoya que sí que están contentos, aunque aún les falta un foco. «Hombre, el mercado de como estaba a como está», reflexiona mientras trasiega cajas del pescado más fresco y apetecible. Catalina Enrique, también del negocio, dice: «Ha terminado la pesadilla. Nosotros estuvimos tres semanas cerrados (con el traslado), ellos (por los negocios de la primera fase) van a estar una semana. Ahora tenemos mejor venta porque esos puestos están cerrados, cuando abran veremos».

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La esperanza de los comerciantes es que la gente del barrio y los turistas acudan a comprar al mercado

El colorido del exterior es llamativo y exuberante, jugando con el blanco, los ladrillos vistos y los azulejos azules, verdes y marrones (además de otros colores, claro). La variedad cromática de inspiración árabe u oriental es evidente. Las portadas de los dos lados son idénticas y centran la mayor parte de los elementos decorativos, de inspiración exótica. Se trata de dos arcos de herradura. Las rejas, por cierto, son modernistas, consta en www.malaga.es. El mercado se presupuestó inicialmente en 1,2 millones de euros, de los que 480.000 euros provenían de fondos Feder europeos. De ellos, 320.000 se han usado para construir el mercado provisional, porque se quería mantener la actividad a toda costa. Luego, hubo que hacer un modificado del programa ante los problemas de estructura, que incrementó la factura en 250.000 euros, por lo que la inversión final ha rondado los 1,5 millones de euros. El 8 de octubre de 1924, cuenta la académica de la historia Mari Pepa Lara, el arquitecto municipal de Málaga, Daniel Rubio, andaba preocupado porque algunos elementos artísticos y decorativos que debían formar parte del mercado municipal de Salamanca, en el corazón del barrio del Molinillo, no llegaban. Antes, el 9 de enero de 1923, Rubio había solicitado el desalojo de la caseta del guarda del jardín de la plaza de Salamanca, el traslado de la fuente y la tala de los árboles. En 1925, el edificio, una joya del estilo neomudéjar, era ya una realidad.

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