Campanillas
Teresa Guzmán: una maestra del encaje de bolillos
La Asociación de Vecinos de Campanillas y antiguas alumnas homenajearon a esta profesora jubilada que durante 23 años ha impartido encaje de bolillos en el barrio. Los vecinos organizaron en 1998 el primer encuentro andaluz de esta trabajada técnica
La lengua española acierta de pleno cuando, desde hace siglos y como sinónimo de una tarea complicada, emplea la expresión «hacer encaje de bolillos».
Esta centenaria técnica de encaje textil, cuyos primeros testimonios se recogen a finales del siglo XV en Italia, han tenido en Teresa Guzmán, nacida en Coín hace 75 años, una maestra sin igual, como dan fe sus muchos alumnos, la mayoría mujeres, aunque también ha tenido hombres.
«Esto es el ‘mundillo’», explica y señala el cilindro de tela donde se clava la pieza a bordar, a veces sujeta con cientos de alfileres para que no se pierda el hilo. Por cierto que los famosos bolillos o palillos que hoy se exhiben en la sede vecinal, al igual que la base para sujetar el ‘mundillo’ los ha hecho el marido de Teresa, que ha sido tornero de madera.
Después de más de 30 años enseñando encaje de bolillos en Málaga capital y provincia, 23 de ellos en Campanillas, con la llegada de la pandemia y el confinamiento Teresa Guzmán vio el momento de jubilarse. Dos años más tarde, el pasado martes, sus alumnas de las clases de Campanillas y la Asociación de Vecinos Cooperación de Campanillas quisieron homenajearla en la sede vecinal, donde impartía las clases semanales de tres horas, en ocasiones mañana y tarde.
«Lo aprendí de mi madre, que a su vez lo aprendió de la suya. Cuando tenía siete años le dije que quería hacer lo que ella hacía, me dijo que era muy difícil pero por fin empecé un encajito y lo terminé», cuenta esta afable profesora, emocionada por este homenaje.
Su secreto, explica, ha sido la formación continua porque, «cuando te gusta una cosa no paras de aprender», detalla. Así fue como, siempre que tuvo ocasión, contactó con expertas en encaje de bolillos de media Europa para aprender también sus técnicas. De hecho, para el homenaje las alumnas de Teresa han traído algunas de sus creaciones y ella misma muestra una pieza de tela, casi una filigrana que, detalla, ha sido posible gracias «a una técnica rusa».
Debido a ese afán por aprender, la profesora coineña ha estado estudiando en países como Portugal, Italia, Croacia o la República Checa.
Encajes de toda Andalucía
Ese espíritu sin fronteras también lo transmitió en Campanillas, a donde llegó en 1996. De hecho, dos años después, en 1998, con la organización de la asociación de vecinos y la colaboración municipal a través de Bienestar Social, el barrio celebró en el Centro de Investigación y Formación Agraria el I Encuentro Andaluz de Encajes de Bolillos.
«La asociación de vecinos no tenía ni una gorda entonces», recuerda la presidenta vecinal Carmela Fernández, quien explica que el éxito del encuentro hizo que el entonces concejal de Campanillas y Churriana, el desaparecido José Carlos Fajardo, se llevara el encuentro a La Cónsula. Por cierto que la presidenta cuenta que también fue alumna de Teresa, «pero por mis nervios no podía estar ahí sentada tanto tiempo; lo tuve que dejar», ríe.
Y también al principio, casi al final de cada clase, Gloria Ruiz, otra alumna del distrito, cuenta que también tomaba la decisión de dejarlo, por su dificultad. «Pero Teresa me animó y al final he estado con ella años y años. Como profesora, mejor no la hay, la verdad», subraya a La Opinión.
La mayoría de las alumnas de Teresa Guzmán, como Isabel Martín, vecina de Campanillas, comenzó de cero, sin saber nada y hoy expone en la gran mesa de la asociación de vecinos abanicos, chales... De su maestra, por cierto, recalca que es de las que trata de transmitir a sus alumnos todos los conocimientos, sin guardarse nada.
Y dos antiguas profesoras del instituto de Santa Rosalía, Ana del Carmen y Beli, también han sido alumnas de la maestra de Coín. Por su experiencia en las aulas las dos coinciden: Teresa Guzmán es incomparable como profesora.
Desde los comienzos ha sido alumna la riojana Carmen Lafuente. Sus avances fueron tantos que pudo bordar un fastuoso y delicado velo de novia a su hija, un auténtico prodigio textil forjado con mucha paciencia: «Tardé año y medio», cuenta mientras lo muestra.
Teresa Guzmán recibió varios obsequios, un gran ramo de flores y el aplauso a una maestra inolvidable.
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