Crónicas de la ciudad

Subida a Gibralfaro: la desidia se consolida

El Ayuntamiento continúa su veterana y firme política de mantener sucio y olvidado este atractivo turístico y cultural. Un enigma a la altura de los globos chinos

Subida a Gibralfaro, el pasado jueves.

Subida a Gibralfaro, el pasado jueves. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Con independencia del lugar que este pequeño trozo de Málaga ocupa en la división por distritos de nuestra ciudad, en realidad la subida a Gibralfaro ocupa por derecho propio una suerte de simbólico microdistrito. Se lo ha ganado a pulso, por los muchos años que nuestro Ayuntamiento, haciendo dejación de funciones, lo mantiene en perpetuo estado de suciedad y olvido. 

Todo hay que decirlo, el Área de Medio Ambiente, en tiempos de Gemma del Corral, sí que ha echado una mano en lo que ha podido cuando esta sección denunciaba el pésimo estado de revista del mirador de Gibralfaro, pese a que no fuera de su competencia. 

Pero en realidad, es toda la subida al Castillo, recorrida cada año por decenas de miles de turistas, la que exhibe un estado bochornoso sin que a nuestro hierático equipo de gobierno se le mueva un músculo desde hace años, con la salvedad mencionada. 

Cuatro rincones de la subida al Castillo de Gibralfaro, el pasado jueves 23.

Cuatro rincones de la subida al Castillo de Gibralfaro, el pasado jueves 23. / A.V.

Resulta descorazonador, año tras año, comprobar cómo la inacción del Ayuntamiento de Málaga es firme y permanente. Las papeleras continúan repletas de pintadas, igual que los postes de las farolas, con una retahíla de pegatinas de tiempos de Curro Jiménez. Una de las farolas, por cierto, está inclinada como la torre de Pisa en dirección al castillo. Esta por ver si uno de estos años nuestro Consistorio la repone o endereza. 

Las paredes del castillo, por cierto, lucen con pintadas desde tiempo inmemorial y sólo el sol las va borrando -suponiendo que la que debiera dar el visto bueno sea la Junta de Andalucía, ¿a qué espera?-.

Además, algunos topes de pizarra que limitan el camino están desaparecidos o caídos, vaya usted a saber desde cuándo. 

La cochambre, por descontando, continúa en el mirador de Gibralfaro, que tantas veces ha salido en esta sección por su abandono a perpetuidad -aquí les dejo una crónica de hace justo diez años-. ¿Cuántos lustros hace que nadie limpia una gran tapa acribillada de pintadas?, en el monolito de rocas hay pintadas que están fechadas en los años 2000, 2005 y 2012. Calculen la desidia. 

Otros cuatro rincones, el pasado jueves 23.

Otros cuatro rincones, el pasado jueves 23. / A.V.

Y en el mirador, lo de siempre: candados, pintadas y pegatinas. Los turistas tienen así una inmejorable visión no sólo de la ciudad sino de la apatía municipal que se destila en estas alturas. 

Las esperanzas están puestas en las próximas elecciones. Quién sabe si las ganas de agradar al personal animarán al alcalde y concejales a subir a estos andurriales y así comprobar, con sus propios ojos, que existe un microdistrito forjado por una dejadez que no es flor de un día: la subida a Gibralfaro. Pobres turistas. Feliz Día de Andalucía.

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